Antonio de la Caridad Maceo y Grajales.
Agosto 26 1845. 7 de Diciembre de 1897.

Por Alberto Luzarraga


Entre tanta inmundicia que nos atraganta es bueno recordar que el ser humano es capaz de altos sentimientos. Hoy 7 de Diciembre se conmemora la fecha tradicional de luto nacional cubano, pues es la fecha de la caída en combate de Antonio Maceo. Maceo tenía -52 años cuando murió. Para ese entonces su cuerpo albergaba 24 cicatrices de heridas de bala y arma blanca que aunadas a las dos de bala que recibió a su muerte hacen 26. Su arrojo se vio coronado con la fortuna muchas veces pero en fin sucedió lo inevitable.

Junto con Maceo murió Francisco Gómez Toro, (Panchito) hijo mayor de Máximo Gómez general en jefe del ejército libertador, que servía como uno de los ayudantes de Maceo. A Panchito, muerto porque fue a socorrer a un Maceo herido se le preguntó, que a donde iba y respondió: "yo voy a morir con mi general".

Es por eso que la carta de Gómez, hombre duro pero sentimental y bueno, está plagada de emoción.

Aparte de ser un excelente trozo de prosa epistolar es un ejemplo para que los cubanos no perdamos ni la fe ni la esperanza. Y también es un ejemplo a ponderar (por su actualidad) la semblanza de algunas de las cualidades de Maceo que tomamos de Crónicas de la guerra de José Miró Argenter, Jefe de Estado Mayor de Maceo y español por cierto.


Enero 1ero. de 1897

Sra. María Cabrales de Maceo
Costa Rica

Mi buena amiga:

Nuestra antigua amistad, de suyo íntima y cordial, acaba de ser santificada por el vínculo doloroso de una común desgracia. Apenas si encuentro palabras con qué expresar a usted la amarga pena y la tristeza inmensa que embargan mi espíritu. El general Antonio Maceo ha muerto gloriosamente sobre los campos de batalla, el día 7 del mes anterior, en San Pedro, Provincia de La Habana. Con la desaparición de ese hombre extraordinario, pierde usted el dulce compañero de su vida, pierdo yo al más ilustre y al más bravo de mis amigos y pierde en fin el Ejército Libertador la figura más excelsa de la Revolución.

Hay que acatar, mi buena María, los mandamientos irrevocables del Destino. Ha muerto el general Antonio Maceo en el apogeo de una gloria que hombre alguno alcanzó mayor sobre la tierra, y con su caída en el seno de la inmortalidad, lega a su patria un nombre que por sí bastaría, ante el resto de la humanidad, para salvarla del horroroso estigma de los pueblos oprimidos. A esta pena se me une, allá en el fondo del alma, la pena cruelisima también de mi Pancho, caído junto al cadáver del heroico guerrero y sepultado con él, en una misma fosa, como si la Providencia hubiera querido con este hecho conceder a mi desgracia el triste consuelo de ver unidos en la tumba a dos seres cuyos nombres vivirán eternamente unidos en el fondo de mi corazón.

Usted que es mujer; usted que puede, sin sonrojarse ni sonrojar a nadie, entregarse a los inefables desbordes del dolor, llore, llore, María, por ambos, por usted y por mí, ya que a este viejo infeliz no le es dable el privilegio de desahogar sus tristezas íntimas desatándose en un reguero de llanto.

El infortunio hace hermanos. Hágame el favor, María, de creer que fraterniza con usted en toda la amargura de su soledad y de sus sufrimientos su affmo. amigo,


M. Gómez "


En sus Crónicas de la Guerra, nos relata Miró Argenter como era Maceo ante sus enemigos que lo conceptuaban como "caporal de las hordas incendiarias, nuevo Atila de los orientales, todos negros y desnudos con argollas en las narices según la conseja española editada por los heraldos de la opinión pública"

Pero el encuentro con Maceo continúa Miró, desvirtuaba la propaganda. "Los que lo visitaban por primera vez, sobre todo, si eran españoles quedaban encantados de la urbanidad y condescendencia del guerrero temible; se lo habían figurado hosco y era amable, lo creían irreverente y era benévolo."

"Los españoles más intransigentes no se perdonaban haber dado crédito a la invención calumniosa.. No era menester que él dijera, alargando la mano al visitante: Antonio Maceo, servidor de usted--forma común de su primera salutación--.el espíritu mas prevenido quedaba desarmado a la sola aparición del hombre"

"Tenía placer en conversar con los españoles para atraerlos a la causa de la revolución pero sin ofensa; les hablaba de la Cuba esclavizada.que luchaba por la emancipación y por los derechos políticos de todos los que vivían en ese suelo. El militarismo, la burocracia, la "probidad y sabiduría de la Real Orden", el trono con sus privilegios y vicios hereditarios eso era lo opresor. Lo pésimo."

En abundosos párrafos nos da Miró algunos de los conceptos de Maceo: "España solía decir, nos desprecia pero a ustedes los explota y los rebaja. Yo no sé como hay hombres de carácter independiente que pueden llamarle Su Majestad a un imberbe y excelentísimo señor a Weyler. Primero me cortaría la lengua antes de caer en semejantes humillaciones. ¡ Mire usted que eso es duro! Un hombre como usted que ha labrado una fortuna con el trabajo personal que nada le debe al rey, decirle a un mequetrefe.. A los reales pies de vuestra majestad y arrodillarse ante un muñeco coronado como si fuera Dios bajado del cielo.vamos amigo mío confiese usted que tenemos razón los que proclamamos la libertad y la república porque con nuestras doctrinas enaltecemos la dignidad humana."

Hoy en día las monarquías son diferentes. No hay niños reyes representados por regentes absolutistas, ni los reyes tienen ningún poder político de importancia. Pero en aquel entonces la monarquía era mucho más poderosa y de ahí el ataque de Maceo, que más que a la monarquía estaba dirigido a los que la explotaban y manipulaban utilizando todos los recursos a su alcance incluyendo el poder simbólico del rey y sus títulos.

Maceo sin embargo, al igual que Martí no odiaba a los españoles ni a España como nación. Justo es decir que combatía a un gobierno que conceptuaba como tiránico y lo decía sin ambages:

"Yo hago la guerra a España, a sus tropas que combaten por la tiranía pero no a los españoles que permanecen neutrales y que deploran el carácter de esta guerra destructora. Dígale usted a sus compatriotas cuál es el modo de pensar de Maceo porque me entristece que me crean intolerante y cruel. El día que España se convenza de lo infructuoso de esta guerra y se decida a tratar con nosotros, ¿Sabe usted a quien voy a designar para que me represente en el tratado? El español se quedaba perplejo, ansiando conocer el nombre del misterioso diplomático de lo porvenir, ¿Quien es si puedo yo saberlo? Pues ..Pi y Margall".

Que era, un notable político español de la época.

Pero lo importante de esta diatriba de Maceo es que hoy se dan los mismos supuestos de explotar y rebajar a un pueblo y de exigir que adore a una figura con pretensiones de realeza absoluta. Tanto es así que Castro se permitió decir al Rey de España cuando visitó a Cuba recientemente que le tenía preparado su trono en el antiguo palacio de los Capitanes Generales, es decir la silla de Weyler. El rey con buen juicio no hizo caso de esta vulgaridad.

Para los cubanos queda esta reflexión: Castro no tiene vergüenza ni aprecia la historia de Cuba, es el ultimo y el mas desdichado capitán general.


FIN


Alberto Luzarraga
Iusgentium@aol.com

Éste y otros excelentes artículos del mismo AUTOR aparecen en la REVISTA GUARACABUYA con dirección electrónica de:

www.amigospais-guaracabuya.org