LA PÁGINA (EN CASTELLANO) DE ZURICH: UN PAPEL SUAVE Y MUCHOS TEXTOS APTOS PARA EL INODORO


«En política, que no es más que la guarda de los derechos privados y públicos, se debe estar siempre como en las casas pompeyanas, ¡con el perro a la puerta! Y al que no venga con alma y manos limpias, con el amor al infeliz, al pueblo entero, con el deseo ardiente de reparar e impedir los crímenes históricos, con el valor necesario para someter los intereses o las preocupaciones de una casta a los intereses generales, ¡se le ha de echar el perro!»

José Martí


Ya sabemos algunos cubanos lo que da esa página tan falsamente escrita como anticubana. Desde 1998 son varios los textos en los que me he referido a ella explicando las mentiras y el odio que muchos gallegos1 sienten contra los cubanos. Pero una cosa es que nos odien, por ejemplo, porque los sacamos a patadas de nuestra isla, y otra que fomenten el odio a partir de la mentira, o por vocación mezquina. Eso, es lo que ha hecho recientemente un "articulista" de esa "página en castellano", a pesar de haber sido Cuba el país que acogió miles de inmigrantes españoles durante la república y hacia donde llegaron huyendo de una guerra fratricida provocada por un sanguinario dictador de apellido Franco.

El 8 de septiembre del corriente, Pepe Alvarez (que horror, yo también lo soy y de saber que haya alguien que piense así siento pánico por las consecuencias genéticas de una mutación de primate similar en mis ancestros) escribió una "contribución" (yo diría "segregó una mentira) para "La Página" que, por ser tan falsa y abusiva, quiero hoy contrarrestar. El texto en cuestión se intitula "La Habana es Cuba, el resto es paisaje," pero es algo que también pudiera haberse encabezado como: "La Habana es una ruina, y el resto una porquería." Es decir, una miseria para los cubanos gracias a la participación activa de los inversionistas españoles, canadienses y europeos. España, lo aclaro entonces, separada de Europa por parecerse más a una continuación parásita y desértica del Sahara, que a una península productiva del Viejo Continente. Por eso el puesto, pero también, el orden de importancia.

Pero a lo dicho el pecho. Este Alvarez (y no otro) se considera tan malo como un mequetrefe apellidado Vázquez Montalban (que a la vez creyó ser Dios) y de un breve viaje, sacó sus malas conclusiones. Eso es lo que yo he llamado en más de un artículo "arrogancia ibérica" y algo que por desgracia siempre vuelvo a comprobar. Para él, la prostitución es algo por lo que las putas cubanas debieran dar gracias a un Dios llamado Marx. Según él, gracias también a los Guiris españoles, una médico cubana puede llegar a ganar en una semana el sueldo de un año. Alvarez, asusto astuto que se las sabe todas, afirma que una cubana (pudiera ser la hija adolescente de un obrero marxista), lejos de sentir vergüenza por no poder trabajar y ganarse la vida de una forma digna en una profesión, debe darle gracias a los españoles que le pagan el 1 % de lo que ellos normalmente dan a una prostituta nigeriana en la rambla catalana. ¿No les da suficiente asco? Pues prepárense entonces a vomitar.

Según la musicanga (música ratonera) de este musicante de apellido Alvarez (una especie de flautista para ratas españolas interesadas en desprestigiar a Cuba desde Suiza), "en Cuba había 100 mil prostitutas en una población de 6 millones de habitantes". Y hoy, - continúo - "las prostitutas en el socialismo son aceptadas socialmente, no tienen chulos, no están unidas a la delincuencia, no se deben a la crisis económica producida por el sistema, sino a problemas de alcoholismo y familiares, existen por culpa del embargo norteamericano, y no por la pobreza comunista". La revolución, - magnánima ella, - se vio obligada a establecer un "periodo especial" y aunque los cubanos - dice él - tienen un consenso muy alto con la revolución y su liderazgo, esto trajo una tremenda frustración. ¡Acabáramos con el mogollón!

En este párrafo, en el que he mencionado sólo algunas de las "ideas" propias de un necio rojo que deambula por el capitalismo en Zürich, no lo he citado todo. Pero para empezar, baste que aclaremos el por qué los cubanos llaman a las putas jineteras. Según mi pueblo, y no este jipato marxista que colabora para una mala página, jinetear es un verbo llegado a Cuba desde Nicaragua (donde Castro intentó también sembrar el odio entre los humanos) y que significa jugarse el todo por el todo1. En Cuba, donde las mujeres están desesperadas por la miseria leninista, donde se las acosa por capricho y a rachas por la policía, y donde permanentemente son chuleadas por los agentes de la seguridad castrista, hacer de jinetera significa resistir con decisión cualquier tipo de amenaza y peligro. Que un periódico no sepa el tipo de "lipegüe" (despreciable) que colabora para él, no justifica, ni su pésima calidad, ni su "lisa" (cínica) desinformación.

Por ello, a cientos de mentiras españolas, baste una verdad cubana. En la Cuba anterior a la dictadura hispanocubana de los Castro si que había prostitutas, pero nunca más de las que encontramos hoy en las calles de Madrid. Por respeto a la verdad, hay que dejar bien claro que las prostitutas cubanas se han convertido en un producto exportado por el marxismo y la extrema izquierda de origen española. El macho ibérico, eventual y temporalmente militando en ella, se ha transformado en un pendejo que teme a las mujeres de carácter de su propia tierra. Por eso es que prefiere comprarlas en Cuba para chantajearlas luego cuando están solas y encerradas en su casa. Alvarez (se lo creo) comió, habló y convivió con los guajiros y con los ciudadanos de la capital (sin dudas un pueblo hospitalario), pero no lo hizo para negarle un dólar al régimen tiránico de Castro, sino para que el viaje le saliera más barato. Sin embargo, de Cuba y sus cubanos, como era de esperar, no captó un chícharo.

Que no se le haya ocurrido pensar que los cubanos estamos hartos de los españoles demuestra que es muy válida una frase de Mao Tse-Tung. "Cuando señalas con un dedo a la luna, en lugar de mirar a la luna, los estúpidos miran el dedo." ¿Qué hacer? Nada. O mejor dicho, lo mismo que nuestros compatriotas le hicieron a él: ponerle una cáscara de plátano engrasada de doble moral para que resbale y caiga, o para que se trague y meta (como mismo nos ha dicho) todos los discursos por donde mejor le quepa. El consenso que la población cubana tiene con la revolución y sus líderes debe haberlo creído a partir de las respuestas que le dieron sus empobrecidos huéspedes en Cuba. Tía Tata... cuenta cuentos. El pobre, y que no le haya quedado ni una sola neurona sana para pensar en nuestra oscura realidad. Una isla saturada de cárceles y de presos de conciencia. Un régimen que castiga a 5 años de prisión a quien se atreve a decir que la Patria es de todos. Miles y miles de cubanos atravesando el Estrecho de la Florida (mucho más ancho y peligroso que el de Gibraltar) a la más mínima oportunidad. Inaudito.

Hace unos días, mientras cenaba en el Hotel Aulac de Lausanne, se me acercó una española para congraciarse conmigo al decirme que España (el principal sostén económico del despotismo en Cuba) se burlaba del embargo y ayudaba así a Cuba. Media hora después, se fue llorando al escuchar una aplanadora en forma de respuesta. Que todavía haya algún gallego que crea que España ayuda a Cuba rompiendo un embargo que no existe es, cuando menos, para morirse de la risa. Leí eso también en "La Página" y pensé en el Quijote trastornado fumándo junto a Castro una inmensa mariguana.

O los izquierdistas españoles deliran, o el marxismo leninismo en el mundo hispano jamás funcionará por exceso de imbecilidad. Nada, el porro como ideología. La España que dio asilo al dictador Batista, es ahora gobernada por un Partido Popular que no condena a Franco, pero que juzga ambiguamente a Pinochet2. Y en la Cuba de Castro, donde el árbol de la Coca ha sustituido a la casi extinta Siguaraya, la inversión (el garrote) como política, mantiene al dictador de origen gallego en el poder. Prisioneros de una ambivalente envidia frente a los norteamericanos (los anfitriones de 1,053,000 cubanos exiliados y con un temido poder adquisitivo), los inversionistas españoles comenten en la isla un desafortunado y gigantesco error.

Les ha dado por pensar que los cubanos entrenados por el comunismo (a ser oportunistas), los consideran a ellos como hermanos. Durante décadas, para no decir siglos, el español sembró el odio en Cuba. Primero la esclavitud, luego la muerte (no olvidemos ni las guerras ni los campos de concentración de Valeriano Weyler), y ahora un poco más de dictadura. Entonces, creyéndose los libertadores del mercado, han creado una nueva esclavitud para la juventud cubana. Invierten en la isla, dan trabajo a 20`000 cubanos, pero no les pagan. Esa es la realidad que padece un pueblo educado que observa y anota. España le paga a Castro para que Castro le pague al cubano en pesos. Peor, algunas multinacionales españolas aceptan que Castro mande a la agricultura a los adolescentes escolares a trabajar de gratis, para recolectar un producto que les reporta miles de millones de dólares (no de ridículas pesetas) en cada una de esas zafras. ¿Propinas? Sí, pero de patadas cuando nos llegue el turno y podamos nuevamente imponer nuestro respeto.

De momento, sólo podemos seguir ocupando el maravilloso útero de esas bellísimas españolas que de la Cuba de Castro nos liberan. Por el momento, valga para la prostituta cubana ser la primara dama de una casa en la península. Poco a poco, como hicieron los cubanos en 1895, los españoles van cayendo en una trampa por comer confiados demasiada catibía. Se creen los nuevos conquistadores, pero me pregunto si todavía creen que Fidel les saldará la deuda. ¡Pobre Rodrigo Rato! Son, que dudas quedan, los principales inversores en una tierra en la que volverán a ser expropiados. Para ello, no hace falta que Fidel desaparezca, probablemente sea él mismo quien los mande de regreso a España a patalear. Ya lo está demostrando con el narcotráfico donde los españoles no tienen (aunque así lo quisieran) ni permiso ni acceso al mercado isleño de la droga. Ya lo demuestra ese mismo Castro haciendo muy buena recepción a los americanos de Bill Clinton y a pesar de la Helms-Burton.

Que los cubanos quieren vestirse, sí pero en blue jeans. Que los cubanos quieren calmar su sed, sí pero con Coca Cola. Que los cubanos quieren fumar, sí pero Malboro. Que los cubanos quieren manejar, sí pero un amplio y confortable Chevrolet donde además es muy cómodo hacer el amor. El cubano está americanizado de una forma tal, que ni los rusos en 30 años pudieron cambiarlos. Bueno o malo, la realidad es que ni las modas cursis de Corazón de Verano; ni las cañas de cerveza aguadas de España; ni los puros hechos con el trabajo esclavo para cierta tabacalera; ni los ómnibus obsequios del Fraguismo de Galicia, son aspiraciones que interesen al cubano. Malo o bueno, el cubano está cansado del gallego. Ya sé que dedicar tiempo a criticar a un mal periódico no lo quita de la circulación, pero también es cierto que advertir a los cubanos sobre semejante panfleto quizás limite una errónea adquisición. Yo no fui víctima de semejante estafa, pero al ejemplar que me regalaron le di una buena utilidad: terminó por desaparecer sucio, engullido y mojado, en una de las piezas blancas de mi baño.


FIN


Carlos Wotzkow

Bienne, Septiembre 1999

1. Morínigo, Marcos A. (1993): Diccionario del Español de América. Editorial Anaya & Mario Muchnick. Donde gallego es el nombre genérico que se da a los españoles incultos y mogollón, se dice de quien gusta comer y divertirse a costa del otro.

2. La Vanguardia. (1999): España considera inviable un arbitraje sobre el caso Pinochet (página 11) y el PP se niega a condenar en el Congreso el golpe fascista militar de Franco en 1936. (página 18). Miercoles, 15 de Septiembre de 1999.

Éste y otros excelentes artículos del mismo AUTOR aparecen en la REVISTA GUARACABUYA con dirección electrónica de:

www.amigospais-guaracabuya.org