La moral española... ¿qué moral?

Por Carlos Wotzkow


"Sólo el Papa tuvo una oportunidad igual de dirigirse al pueblo cubano, pero según los observadores entonces no se daba la conjunción de intereses que existen ahora: a los opositores le viene como anillo al dedo tener a un campeón de los derechos humanos de su lado; a Carter no le interesa irse con las manos vacías, y a Castro le interesa que la historia le juzgue como un autócrata que en su otoño decidió tolerar opositores y preparar la transición."

Rosa Townsend*
El País, España



Si las mentiras repetidas calan como gotas la mente de los hombres, hay afirmaciones que de tanto publicarse confunden al peor desinformado. Concretemos: según El País, el Papa no pudo decir en Cuba lo que quería, Jimmy Carter es un campeón de Derechos Humanos, y el dictador va ha ser tan buena gente que ellos, los reporteros de España, ya han empezado a arreglarle la retorcida historia de crueldades a Fidel Castro. De eso se trata, pero no precisamente de la visita de ese tonto demócrata a Cuba, ni de los temas que la prensa española se atreve a ventilar, sino de la miseria humana y ese burdo oportunismo que el político ibérico contemporáneo es capaz de silenciar.

Las estrategias para que un hombre simple pueda convertirse en un empresario exitoso han consumido los esfuerzos más connotados por parte del liberalismo en todo el mundo. Entre otras cosas, porque el progreso individual y la propiedad privada son tareas prioritarias de su política global. Pero las explicaciones sobre cómo un cubano puede hoy día transformarse de la noche a la mañana en un empresario en el extranjero ronda las fronteras del misterio. Y claro está, porque ese hecho en sí es ya una delirante posibilidad que nadie, por curioso que sea, se había dedicado a investigar.

Hay un coro que puede subdividirse en dos discursos: uno de voces afligidas liderado por españoles que entonan un estribillo absurdo y sobre el que no merece la pena pensar (vea a Javier Solana y su defensa de las sanciones europeas impuestas en Bruselas contra Israel, 1), y un segundo digno de respeto en el que se llama a la alerta sobre hechos y las consecuencias que derivan de los mismos (lea a Pablo Alfonso y su denuncia contra una nueva clase de ladrones protegidas por España, 2). En este último, y como para no pasar por alto la cuestión más prioritaria, me he querido concentrar un poco aquí: ¿cómo puede un cubano hacerse hoy día empresario?

De más está decir que mi desprecio por el PSOE es quizás idéntico al que siento por IU, ETA, o Batasuna (arenas todas de una misma playa). Pero lo que ha dejado de decir Solana superó con creces a la hipocresía de Julio Anguita. Y de eso se trata, de lo poco que pensamos a veces en esas cosas de las que los españoles se abstienen de opinar. Dedicarse a pensar en los derechos de los terroristas palestinos (y reclamar indemnización a Israel por las infraestructuras afectadas) es como preocuparse de escribir sobre la media de bateo de los Yanquies el 12 de septiembre del 2001. Pero no pensar que en estos mismos instantes se está produciendo una nueva "Ruta de las Ratas" que va de Cuba a España (y que está desangrando económicamente a nuestro país), es peor que reclamarle dinero a las víctimas de Hamás y la Yihad Islámica.

España, ya lo sabemos, es el principal aliado palestino en Occidente. Desde la época del PSOE hasta el PP de José María Aznar, los pobres palestinos sólo intentan defenderse (asesinando impunemente cientos de civiles en las calles de Israel) del tirano que les ocupa el territorio. Pues bien, si miramos las cosas desde una óptica equilibrada, entonces díganme cuál es la diferencia en el conflicto vasco. Esa política no es más que el reflejo de una concepción profundamente ambigua que demanda ser denunciada y hace necesaria la aparición de este y muchos más artículos.

La consabida mitología ibérica invoca muchas veces la "bondad de los españoles" comparada con la carnicería (real) de los separatistas del país vasco para explicar el penoso estado en el que se encuentra "la razón" y la "democracia" en la España moderna. Es la añoranza de los "buenos tiempos" en la que se ubicaría a un machista Franco mascando tabaco y ofendiendo a los separatistas vascos sin temor a represalias, y que se traduce hoy en un José María Aznar mamándose un tabaco (pues no tiene estilo ni para metérselo en la boca), demorando la clausura de la Cumbre Europea para terminar de ver un pésimo partido de Football y asegurar primero, que los españoles perdieron por culpa de los árbitros, y después, que ETA se las pagará.

Eso es en lo que se concentra la administración de Aznar: en pensar en ETA, jugar con ETA y vivir de ETA. Sin que le importe un comino que hay un apéndice de ETA en Cuba, ni que los cubanos se mueren de hambre a pesar de tantas inversiones españolas, ni que su política exterior apenas busca destruir a los más desfavorecidos. Y perdón, que no les hablo en nombre de UGT, ni a favor de Comisiones Obreras, sino de un principio moral diariamente ignorado en España de cara al caso cubano. Baste recordar las explicaciones de los empresarios en Cuba, lanzándose al botín con el cuchillo entre los dientes (y motivados sin contemplaciones a sabiendas que cercenarían aún más las precarias ganancias del ciudadano nacional).

A mi juicio, deberíamos preguntarnos con qué dinero pueden los hijos y nietos de la alta clase dirigente en Cuba viajar a España. ¿Cómo pueden estudiar en las universidades españolas?, ¿quién les otorga esas visas de entrada y de salida?, ¿cómo encuentran tan rápido un empleo?, ¿de dónde sale el capital que les permite montar un restaurante en Islas Canarias o un hotel en Sevilla?. ¿Cómo puede el hijo de Eusebio Leal especular en su anticuario de Barcelona con el patrimonio nacional?, ¿cómo logró legalizar su patente de ladrón de obras de arte? ¿Quién facilita a los descendientes de Ramón Castro pagar sus impuestos en euros para cubrir sus obligaciones en España? ¿Desde cuando los niños de los fieles van a España en vez de a la URSS?

Por esas pagas millonarias (que no durarán más que unos pocos años) la moral de la clase política española se está perdiendo para siempre. Yo mantengo que, aunque varias de estas explicaciones implican un obstáculo a las buenas relaciones, peor sería que el silencio y la complicidad continúe a favor del régimen de La Habana. Hacerse la vista gorda sin denunciar esto, sería como reflejar cada vez más una menguada actitud moral. Me vienen a la mente entonces, la "diferencia" existente entre los 3000 dólares que Amado Padrón utilizó para comprarse una moto en Panamá (3) y los 5000 que se gastó Fidel para comprarse un cachorro de perrito sato en Galicia (4).

En la década de los 80 - dice Ed Hagan, - los Bancos Suizos ayudaron al apartheid de Sudáfrica y por tanto, deben pagar una cuota moral por todo el sufrimiento causado a esa generación. Esa lucha, tan reconocida como aplaudida en la España "democrática", permitió que años más tarde Nelson Mandela fuera recibido como un huésped de honor por la clase política y monárquica de España. Pues bien, lo que yo propongo es que el Tribunal Internacional de Justicia condene a España por sustentar el apartheid del dólar en Cuba, y que la obligue a pagar una indemnización al pueblo cubano por enviar recursos económicos para mantener un régimen tiránico expulsado de la OEA y condenado en más de 12 ocasiones por las Naciones Unidas por su falta de respeto a los derechos humanos.

Pero además, apelo a la memoria histórica del continente sudamericano. Apelo a todos esos inditos de izquierda (como Eduardo Galeano) a que le pasen la cuenta a su explotador ancestral, para que reclamen una indemnización por los siglos en los que está Metrópoli sustentó con oro robado a los gobernadores de Las Indias. Los exhorto a que le pidan una disculpa pública por el tesoro invertido en armar a los soldados de la colonia para que estos quemaran, empalaran, azotaran, estrangularan y aniquilaran a cuanto rebelde u opositor surgiera a la esclavitud. Y si lo que pido no les parece justo por su carácter retroactivo, entonces que lo sea por su carácter histórico, ético y moral. He aquí, sin notarlo, la respuesta a mi básica e inicial pregunta: ¿cómo puede un cubano hacerse hoy día empresario?

Primero, debe ser miembro familiar de la clase gobernante cubana (cosa que saben las autoridades españolas). Segundo, debe optar por inmigrar a España (o México), que es uno de los pocos países desarrollados en los que la corrupción de sus líderes políticos chorrea cual cascada por las escaleras de sus sedes locales. Tercero, debe contar con amigos útiles en el lobby de la izquierda (los eméticos PSOE, HB, e IU), no ya para sacar de Cuba el dinero robado al jornal de los trabajadores de las empresas mixtas, sino para lavarlo sin problemas cuando este provenga de las actividades del narcotráfico y haya que convertirlo en la pulcra cuenta de un banco de Vizcaya conocido.

Así de fácil, regresemos a jugar con las metáforas y el mundial de Football donde España, como es habitual, no ha dejado huellas "por culpa del árbitro". El testimonio de tantos observadores ratifica casi siempre la misma incongruencia con una explicación basada en las "condiciones desfavorables". Pero aquí, si se quiere ser justo, el tema de la competencia leal en el negocio no acaricia tan siquiera una verdad. No hay una sola teoría en la política liberal contemporánea que otorgue éxito empresarial a la línea sanguínea de los adversarios comerciales. Ni ninguna explicación que facilite o ignore el enriquecimiento ilícito que se lleva a cabo por medio del robo y la malversación de los fondos públicos.

Si ello fuera así, la competencia quedaría prácticamente exterminada y ello (por una razón obvia) desbancaría la gestión empresarial hacia un proceso de autodestrucción. España sin embargo, se empeña en anunciar en la cumbre de Sevilla que quiere sancionar a los países tercermundistas que no cooperen con la inmigración, mientras favorece admisión de las ratas castristas desde Cuba. Es decir, a España no le importa mucho tu pasado si tus bolsillos vienen llenos, si te instalas en silencio, y si demuestras tener un socio de partido allá dentro. ¡Recordemos a Batista!

¿Por qué la ética y la moral son dos aspectos atrofiados en ese progreso económico que ha permitido a España ser parte de la UE? ¿No resultaría más razonable pensar que estas actitudes mejorarían de forma paralela con las otras? La respuesta es negativa. Entre otras cosas porque el progreso general que se vive en España no se debe a una política liberal, sino a una adecuación del Consenso Europeo que intenta hacer iguales incluso a los países más dispares. O sea, hacer parecer productivo a quien no lo es, o competente a quien vive del saqueo. Del saqueo a las ayudas comunitarias, o de la ingenuidad de muchos ciudadanos que no sé por qué motivos, no se pierden una siesta a sabiendas de que las ratas están inundándoles su casa y convirtiéndosela en otra inmunda guarida.


Carlos Wotzkow
Bienne, Junio 2002

Referencias

1.- Solana, Javier (2002): Entrevista. Q & A, CNN, Junio de 2002.

2.- Alfonso, Pablo (2002): España, un paraíso para la jerarquía castrista. El Nuevo Herald. Especial. Junio 9, 2002.

3.- Jiménez Leal, Orlando (1993): 8 A. Documental.

4.- Alfonso, Pablo (2002): Vida secreta de lujo y riquezas de Castro. El Nuevo Herald. Junio 12, 2002.



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