National Geographic Magazine oculta una terrible realidad detrás de unas bellas fotos.

"Como un asunto elemental y de principios, es apropiado tomar en consideración las opiniones de la población nativa cuando se emiten criterios sobre otros países. Particularmente cuando sus artículos llevan una agenda política tan pesada que hace que la decoración ambientalista desaparezca inmediatamente, como en su pieza de propaganda "Cuba's Wild Side".

Comentarios censurados por National Geographic a un lector que quería participar en el "Forum" de esa revista.

Por Carlos Wotzkow


Nací y me crié en Cuba. Viví allí más de tres décadas y es un país extremadamente pro-norteamericano. Un gran amigo mío, al que conozco hace más de 20 años, coleccionaba con mimo la revista National Geographic. Su colección comenzaba a mediados de los años 30 y ocupaba la parte más voluminosa e interesante de su biblioteca. Muchos números estaban agrupados en anuarios, todos encuadernados en cubierta dura y roja y él era capaz de decir en cuál número había temas zoológicos relacionados con el Caribe, o dónde encontrar los artículos en los que se mencionaba Cuba.

Pero mi amigo (que tiene más de 32'000 millas marinas navegadas y una gran reputación científica) perdió la cabeza. Después de leer el artículo Cuba's Wild Side que la National Geographic publicara, consideró que la evidencia y los artículos precedentes relacionados con Cuba corroboraban una lamentable sospecha. National Geographic se había convertido en un instrumento al servicio de la propaganda de Castro y su industria del turismo. National Geographic estaba actuando como el órgano oficial de los liberales en aras de abolir el embargo. La otrora prestigiosa revista ya no merecía ocupar más espacio en su angosta casa y... ¡horror de horrores!... las quemó.

En Junio de 1999, John J. Putman publica un breve artículo que comenzaba describiendo muy bien la situación económica de Cuba (1). A mitad de texto sin embargo, el objetivo ya era otro. El problema era el embargo, no el régimen de Castro. Ese mismo mes National Geographic le publica un gran dossier (2). En él, el Sr. Putman describe lo bien que le va a los extranjeros que negocian en Cuba, pero luego, no se procura el espacio necesario para aclarar por ejemplo, que le flamante director del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología al que él entrevistó en 1999 fue expulsado deshonrosamente de esa oscura institución por cuestionar la transferencia de tecnología de doble uso a Irán e Irak.

Lastima que ni él ni la revista hayan investigado a esas 30'000 familias que trabajan para Tabacalera S.A. de España sin un salario digno. ¡Dios libre a la National Geographic de hablar de esclavismo extraterritorial en la Cuba de Castro!

En el verano del 2000, Peter Benchley publica un lamentable texto en el que las mentiras inundan de farsa y manipulación política las fotografías de David Doubilet (3). Allí, desde las famosas páginas de la National Geographic Magazine, intenta decirnos que los arrecifes coralinos de Cuba se mantenían inalterados desde que él los visitara por primera vez en los años 50. Las especies que él creía desaparecidas del Caribe por culpa de la pobreza, el hambre y la necesidad, aparecían en las aguas cubanas en cantidades exorbitantes. El mensaje político se hacía tan obvio, tan burdo, tan insultante y tan falto de profesionalidad que no valía la pena ni continuar. Por primera vez en mi vida constataba que la National Geographic merecía, de vez en cuando, ir al cesto de basura.

Los investigadores de la revista National Geographic, que tan distantes quieren mostrarse de la Smithsonian Institution a la hora de las críticas (4), no escatiman ni un segundo a donar espacio en la revista a las supuestas apariciones del Carpintero Real (5), (un ave a la que yo llamo el "Yeti de Cuba", ya que considero está extinta y sólo existe en la fantasía de los científicos más notables de la Smithsonian Institution). El hecho de que la National Geographic y la Smithsonian Institution sean las dos instituciones norteamericanas que más publican sobre la existencia de esa especie en Cuba, le otorga a la primera el calificativo de prensa especulativa y a la segunda, el de institución científica de dudosa profesionalidad. Detrás de estos falsos reportes no hay más que un objetivo político: describir Cuba como si se tratara de un paraíso, y acabar con el embargo estimulando la simpatía y el interés de los lectores.

Otro mito reportado como si se tratara de una verdad es ese que habla de una "ciudad sumergida" en el Cabo de San Antonio (6). Cómo era de esperarse, National Geographic no vaciló un segundo en entrevistar a Manuel Iturralde, director de investigación del Museo Nacional de Historia Natural y encargado, como todos los demás científicos a las órdenes de la Dra. Rosa Elena Simeón, de estimular la fantasía de los tontos norteamericanos. "Mientras más cosas lindas crean los gringos que hay en Cuba, más dinero traerán. Eso no falla y ya estamos logrando el presupuesto que ni la mismísima Simeón puede alcanzar." (7).

National Geographic debería haber escrito sobre la situación del Coral Negro en Cuba, tal y como hizo en México en el año 2001 (8). La destrucción de las colonias de Coral Negro es tan notoria en Cuba que debo inferir que los cubanos deberemos esperar unos 20 años para que National Geografic desclasifique los resultados de dicha expedición. No concibo que en tantos viajes por las aguas cubanas todos estos reporteros hayan pasado por alto las numerosas aletas de tiburón que los pescadores transportan en sus embarcaciones. En 9'000 millas marinas navegadas en las aguas de Cuba jamás vi un "Ferrocemento", un "Cayo Largo", o un "Mangle Rojo" (que son los nombres de los barcos más utilizados por la Industria Pesquera de Castro) que no las tuviera en sus techos secándolas al sol y por decenas.

Pero volvamos al artículo que volvió loco a mi buen amigo en Cuba y que ahora veo no fue el único que contribuyó a reducir su colección de revistas a cenizas. En "Cuba Naturally" (9), que no es más que la presentación escrita que acompaña el "Sights & Sounds" (10) del Sr. Winter, lo primero que llama la atención son los saltos de niño majadero y la ansiedad que describe el propio autor con tal de captar la instantánea de un cocodrilo saltando fuera del agua (11). Hasta aquí todo bien sino fuera porque la presa que se había puesto como cebo era un mamífero endémico cubano. Efectivamente, lo que ustedes ven colgar por el cuello del árbol es una Jutía Conga, una especie amenazada por culpa de la caza furtiva a la que han obligado a un pueblo que no tiene acceso legal a la proteína animal.

Es una pena que Tobi, (el biólogo de la barba blanca que vemos en las fotografías) tenga que dedicarse a entretener el apetito comercial de todos estos fotógrafos saltarines de la farándula liberal norteamericana. Es una vergüenza que la revista National Geographic, que tan bien habla del paraíso natural protegido por Castro, no haya notado que para obtener una fotografía se había sacrificado un mamífero endémico. Sin embargo, lo más bochornoso es que incluso imitaron el título del libro más absurdo que sobre la naturaleza cubana se haya escrito (12) y cuyo autor, valga que lo aclare, no talaba Coral Negro para venderlo en el mercado negro y saciar el hambre, sino para regalar a sus amigos norteamericanos de visita en Cuba.

Si de precisión se trata, debo decir que la National Geographic y su autor asignado mienten, pues Cuba no cuenta con 263 áreas protegidas. La inexactitud de este planteamiento, sino intencional, es de una ignorancia verdaderamente supina. National Geographic y su reportero mienten al decir que el 22 % del territorio nacional de Cuba esta protegido. Y yo les puedo demostrar que no es así. Mienten al decir y publicar que nunca se había visto a dos ocupantes del Sijú Cotunto en un mismo nido (la foto muestra a un juvenil y a un adulto, lo que es extremadamente usual de observar y les aclaro, las aves rapaces son mi especialidad).

Cuba no puede, bajo ningún concepto, ser comparada con las Islas Galápagos, ya que en nuestro país no existen organizaciones internacionales autorizadas a permanecer, controlar, o criticar las acciones que el gobierno lleva a cabo allí.

Es cierto que el Almiquí está muy afectado por la depredación que sufre debido al abandono de perros y gatos domésticos que los campesinos introdujeron en esas áreas. Pero también es cierto y National Geographic no lo menciona, que ello es el resultado de la falta de educación ambiental que el gobierno de Cuba nunca ha ofrecido a la población. El Almiquí, al igual que las Jutías (a las que la National Geographic utiliza como cebo), están amenazadas también por la deforestación irracional que durante 40 años ha efectuado el gobierno de Castro, y por la minería que la Sherrit International de Canadá lleva a cabo allí. O sea, las compañías a las que tan bien les va negociando con Castro según nos ha dicho John Putnam en sus artículos (1 & 2).

En respuesta a la demanda que el Sr. McGeeham hizo por e-mail, y con relación a las pruebas de inexactitud por parte de la revista, quiero terminar con un ejemplo territorial. National Geographic dice que la Reserva de la Biosfera de la Ciénaga de Zapata cuenta con 15'000 hectáreas protegidas (10). Sin embargo el libro "Inventario de Humedales de la Región Neotropical" otorgaban a la Ciénaga de Zapata una extensión protegida de 340'000 hectáreas (13). Esta reducción en el número de hectáreas protegidas parece ser la consecuencia de las llamadas "licencias ambientales" otorgadas por el gobierno de Cuba y que facilitan la construcción de instalaciones turísticas en donde antiguamente había ecosistemas protegidos.

¿Cómo es posible que la National Geographic y todos sus colaboradores no hablen del apartheid que el gobierno de Castro impone al pueblo cubano en los negocios, o de la prohibición de acceso a esos flamantes hoteles que en la "Nueva Cuba" se construyen sólo para turistas? ¿Cómo es posible que no hablen de que Cuba es el país que más coral negro, delfines, y tiburones extermina y exporta desde el Caribe? ¿Cómo es posible que la National Geographic no le haya pedido una foto del Carpintero Real de Cuba a los prestigiosos ornitólogos Jerome Jackson y Lestter Short? ¿Por qué la National Geographic no le pide al especialista en especies amenazadas John McNeely la localización de esta especie? Casualmente todos son conocidos míos y han viajado extensamente a través de Cuba?

¿Por qué los especialistas científicos y asesores de la National Geographic no critican al fotógrafo asignado Steve Winter por permitir el uso de especies endémicas en sus cebos para lograr una foto? ¿Es este tipo de barbarie la que la National Geographic pretende una vez se levante el embargo? ¿Cómo es que una revista tan prestigiosa como esta no se permite la libertad de hablar de la deforestación que tiene lugar en las montañas donde estas criaturas sobreviven? ¿Por qué, si sus artículos son rigurosamente sometidos al escrutinio editorial, la National Geographic no ha comprobado las cifras ofrecidas por los organismos internacionales antes de publicar las bazofias que le dicta el régimen?

La respuesta apropiada para contestar todas y cada una de esas preguntas es la falta de interés de la National Geographic Magazine en publicar la verdad. ¿Quiere alguno de ellos dedicar unos minutos a comprobar seriamente lo que les digo? National Geographic tiene toda la razón de justificarse diciendo que no es una agencia de detectives, pero no me negarán que en cuanto a Cuba su rigor editorial deja mucho que desear. La literatura científica está ahí, en las magníficas bibliotecas norteamericanas y disponible para todos. Además, y por si esto puede servirles de consuelo, les aseguro que toda la que tengo en casa y que sí publica las verdades sobre Cuba no la quemaré.


Bienne, Switzerland
November 16, 2003

Notes and References

(1) Putman, John J. 1999. Cuba after Castro. National Geographic.com. 2 pp.

(2) Putman, John J. 1999. Cuba: Evolution in the Revolution. National Geographic.com. 17 pp.

(3) Benchley, Peter 2000. Cuba Reefs. A Last Caribbean Refuge. National Geographic.com. 3 pp.

(4) McGeehan, Patrick J. 2003. Respondiendo a las críticas de un lector sobre el artículo "Cuba' Wild Side", este empleado de la División de Investigación de la Correspondencia de la National Geographic Magazine dijo: "I will be able to direct your correspondence more appropriately here if you can point at least one specific example of coverage in National Geographic regarding Cuba that you consider to be erroneous or misleading." Then, I believe the article you are actually reading is self explanatory.

(5) Mayell, Hillary 2002. Ultrarare Woodpecker Spurs Ultimate Birding Trip. National Geographic News. January 15, 2002. 5 pp.

(6) Handwerk, Brian 2002. Cuba's Sunken City. New Underwater Finds Raise Question About Flood Myths. National Geographic News. 5 pp.

(7) Peraza Yazmín: palabras pronunciadas en mi presencia por la antigua directora del Museo Nacional de Historia Natural con motivo del anuncio de un viaje de Paul Hammel (Pennsylvania University) en busca de la rara Bijirita de Bachman (Bachman's Warbler). Nótese que la línea de autofinanciación que permiten estas mentiras científicas sigue activa en la institución que actualmente dirige la esposa del geólogo entrevistado por la National Geographic.

(8) Mead, Gale 2001. Research Expedition Aimed at Halting Loss of Black Coral. National Geographic News. 6 pp.

(9) Winter, Steve 2003. Cuba's Wild Side. Sights & Sounds Multimedia Schow. National Geographic. 7 minutes.

(10) Winter, Steve 2003. Cuba Naturally. An island nation so rich with endemic species that biologists can hardly keep count. Feature. National Geographic.com 4 pp.

(11) Winter, Steve 2003. Cuba' Wild Side On assignment. Best. National Geographic. 1 p.

(12) Silva Lee, Alfonso 1996. Cuba Natural / Natural Cuba. Editorial Pangea.

(13) Scott, Derek A. y Monserrat Carbonell eds. 1986. Inventario de Humedales de la Región Neotropical. Cuba. By Orlando Garrido. IUCN Cambridge. p. 512.


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