¿Son los socialistas suizos políticamente ingenuos? Una respuesta a través del Alcalde Stöckli

Por Carlos Wotzkow

Hans Stöckli es el Alcalde de la ciudad de Bienne. Su admiración por Fidel Castro es bien conocida por los suizos y los exiliados cubanos que viven en este país, ya que ha sido divulgada por la prensa nacional (1) y local (2), así como por varias páginas de Internet del exilio cubano. En los meses previos a la inauguración de la Expo 02, el Sr. Stöckli corría entre Bienne y Berna detrás de la embajadora cubana para que el dictador cubano acudiera al desastre económico que significó la exposición antes mencionada (3).

En enero del 2002, escribí un artículo en el que cuestionaba la sensatez del Sr. Stöckli al insistir en invitar a semejante asesino a Suiza (4) y en diciembre de ese mismo año (5), salía otro texto en el que denunciaba lo injusto que resultaba que la Suiza quisiera deportar cubanos hacia un país en el que el ídolo político de Stöckli desataba sin pudor una ola represiva sin antecedentes históricos.

Cada vez que mis artículos salían publicados, yo tenía a bien imprimirlos desde la página original y enviarlo por correo certificado a la oficina del Sr. Stöckli, quizás, con la esperanza de que el político socialista promoviera una conversación al respecto. Sin embargo, el Alcalde de Bienne nunca acusó tan siquiera su recibo.

El día 23 de octubre de este año, el Departamento Federal de Policía tuvo a bien otorgarme la nacionalidad suiza. Un mes después, la oficina del Alcalde me invitaba al acto de celebración que tendría lugar el 1 de diciembre en el vestíbulo del Teatro Municipal. Después que el Sr. Stöckli terminara su discurso, me le acerqué para agradecerle su invitación y decirle que confiaba de que en un futuro próximo yo pudiera invitarle a una Cuba libre y sin asesinos en el poder.

Yo pensaba que mis palabras atravesarían la bóveda craneal del Sr. Stöckli sin interferencia. O sea, creí que mis palabras saldrían por la oreja opuesta a la de entrada, pero el Alcalde me miró intrigado y me rogó una conversación aparte. Inmediatamente me preguntó por el motivo de semejante despedida y he aquí más o menos la conversación que se inició.

CW. Sr. Stöckli, yo creo que usted es una persona amable y democrática, pero desde que usted invitó a la Expo 02 a Fidel Castro yo sólo quiero pensar que usted no tiene la menor idea de lo que ocurre en los países comunistas y mucho menos en Cuba.

HS. ¿Por qué dice usted eso?

CW. Sr. Alcalde, ¿sabe usted lo que es una gaveta en las prisiones de Castro? Se trata de un hueco hecho en la tierra y cuyas dimensiones no sobrepasan los 3 metros de largo por 70 cm de ancho. En ellos, Castro mete a los prisioneros y les obliga a permanecer allí, sobre las inmundicias que generan sus orinas y excrementos, durante semanas. Para que uno de esos reclusos pueda dormir, es necesario que otros 3 permanezcan parados. Eso, Sr. Stöckli, no es más que un ejemplo de las atrocidades que ejecuta su "Líder Máximo" en Cuba.

HS. Bueno, eso está muy mal, yo no sabía que en Cuba ocurrieran cosas como esa que usted cuenta.

CW. Sr. Alcalde, yo quisiera pensar que su respuesta es sincera, pero me llama la atención que un funcionario público como usted y con la ambición política que le caracteriza no se cuestione a quién invita a dormir en su propia casa.

HS. Bueno, pero la invitación no sólo era para mostrarle la exposición, sino que también tenía la intención de proponerle un debate sobre los valores de la libertad y la democracia.

CW. Usted perdone Sr. Stöckli, pero lo que la prensa escrita de Bienne reflejó en aquellos días (1-3) fue que usted quería que Fidel Castro diera una lección de historia a la juventud suiza.

HS. Bueno, si, pero...

CW. Entonces Sr. Alcalde, ¿lo que usted quería es que Fidel Castro hablara de la historia de la tortura en Cuba?, ¿o de los campos de concentración para homosexuales?, ¿o de la historia carcelaria que ha llevado a mí país a ostentar el mayor récord de prisioneros políticos pudriéndose en sus mazmorras? ¿Sabe usted cuántos prisioneros de conciencia hay en las cárceles de Castro Sr. Stöckli?

HS. No, ¿cuántos?

CW. Según las denuncias que tienen origen en Cuba y que se publican día a día por Internet, estamos hablando de más de 11'000 prisioneros políticos dentro de una población penal que supera los 125'000 reclusos (6).

HS. ¿Once mil presos políticos? Yo sabía que él había ejecutado a unas personas, pero no...

CW. No Sr. Alcalde, el no ejecutó a unas personas. Cuando los diputados europeos se inquietaron por el asesinato sumarísimo de 3 cubanos cuyo único delito era el de querer escapar del infierno comunista, el sangriento dictador que usted ha querido tener como huésped dijo no entender por qué los europeos se preocupaban tanto por la suerte de "tres simples negritos".

HS. ¿Dijo eso? Bueno, eso tampoco está bien.

CW. ¿Y no sabe usted Sr. Alcalde que Castro es el dictador más racista que ha padecido el continente americano? ¿No sabe usted lo que él y el Che Guevara hacían en Cuba? ¿Sabía usted que lo que Pinochet hizo en Santiago de Chile cuando el golpe de estado no puede calificarse ni como caricia comparado a las ejecuciones que efectuó el criminal de Guevara a partir de la reconcentración del estadio Latinoamericano en abril de 1961 y en la fortaleza de La Cabaña hasta 1962?

HS. Bueno, pero lo de Pinochet fue horrible y... ¿el Che ejecutó gente en Cuba? No, no puedo creerlo. ¿Sabía usted que Castro viene ahora a Suiza?

CW. Sí Sr. Stöckli, pero no me cambie el tema. ¿Sabía usted que Fidel Castro ha sido el promotor de 33 guerras de guerrillas en 4 continentes? ¿Cómo llamaría usted a una guerra como la de Angola en la que Cuba mantuvo 130'000 mercenarios sin sueldo durante 14 años? ¿No es acaso eso una guerra imperialista, en la que los rusos pusieron el arsenal y los cubanos los muertos? Pinochet, según se dice, asesinó a 3000 chilenos, pero Castro va llegando a los 100'000 cubanos. ¿Cómo evaluaría usted esa diferencia?

HS. ¿Treinta y tres guerrillas?, ¿el Che ordenando fusilamientos?

A partir de estas dos preguntas, el ceño del Alcalde Stöckli comenzó a mostrar incredulidad. Como si las palabras de su interlocutor le resultaran ahora demasiado exageradas, el socialista suizo dio a la conversación el tono que dan los políticos que a pesar de conocer los hechos prefieren continuar con sus agendas planificadas. Poco deberían importarle los presos y las violaciones de los derechos humanos en Cuba. Ni siquiera sabía que en Francia, sus colegas del partido socialista habían comenzado a apadrinar a los periodistas independientes encarcelados. Ni soñar pensar que conociera de ellos.

HS. Pero hablando del viaje de Fidel a Suiza, ¿sabe usted dónde parará en Ginebra?

CW. No, pero espero recibirle como se merece. Tal vez sea en el "Hotel Continental" que tanto le agrada y donde se siente rodeado de la seguridad que le ofrecen los guardaespaldas de sus amigos norteamericanos... como el ex-presidente Clinton.

HS. No, no creo que sea allí.

CW. Para serle sincero Sr. Alcalde, me da igual. Pero ya que veo que usted está más al tanto que yo de esos detalles, o que incluso esté usted anhelando reunirse por primera vez con él, me gustaría pedirle un favor. Me gustaría que le dijera que entre los 50'502 habitantes que tiene Bienne, hay uno, al menos uno, que le encantaría verlo muerto.

HS. ¿Le gustaría a usted matarle?

CW. Sr. Alcalde, desde hace unos días yo he pasado a ser un ciudadano suizo civilizado y no soy más ese posible salvaje cubano que únicamente puede formarse en una dictadura salvaje como la que oprime a mi país. Aunque le confieso y espero no lo tome a mal, que no sería mala idea, ¿no le parece?

Una sonrisa nerviosa y una mirada esquiva es la última imagen que guardo de este encuentro con el Alcalde Socialista Hans Stöckli.

¿Serán todos los socialistas suizos como él? ¿Serán tan ingenuos como parecen, o será pura profesionalidad política eso de hacerse los desinformados? ¿Qué puede ganar un político al retratarse junto a un legendario criminal? ¿Puede acaso esa leyenda acabar con el adjetivo que le corresponde? Y aunque ganasen algo políticamente, ¿cuál es el límite moral y ético de un socialista suizo?

Yo no tengo una respuesta para todas esas preguntas, pero estoy seguro que algunas de ellas me las facilitará el Sr. Stöckli en los días venideros.


Carlos Wotzkow
Diciembre 1, 2003

Notas

(1) Jacobsen, C. 2002. Fidel an der Expo. Kleiner flirt mit der Revolution. Zeit Punkt, Samstag 12, Januar 2002.

(2) Anonymous. 2002. Fidel in Biel. Biel/Bienne, News. 9/10 januar 2002.

(3) Idem. 2002. Biel/ Bienne, Section Aktuell. 12 September 2002.

(4) Wotzkow, C. 2002. Bienne: Cuartel General de los tontos en Suiza. La Nueva Cuba. Enero 24, 2002

(5) Wotzkow, C. 2002. Switzerland, what a shame! La Nueva Cuba. December 5, 2002.

(6) Si las cifras que este artículo ofrece no les parecen exactas, rogaría a los lectores que a que investiguen sobre las reales. Cualquier búsqueda sobre las violaciones de los derechos humanos en Cuba será siempre negativa para la imagen de Fidel Castro y muy positiva a fin de acabar con ese "desconocimiento" e "ingenuidad" política tras la cual se escudan tantos políticos de izquierda en Europa.



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