España, con el rabo entre las patas

Por Carlos Wotzkow

“Estamos actualmente confrontados con una red mundial de terroristas que están opuestos al valor de la libertad, de la tolerancia y de la apertura que son la base de nuestra sociedad... las amenazas directas exigen decisiones decisivas.”
Dick Cheney


No hace falta ningún Babalawo, ni que nadie tire los caracoles sobre el tablero de Ifa. Después del 11 de septiembre del 2001, algunos sabíamos que habría muchos más atentados y que tarde o temprano estos golpearían a Europa. La mayoría de los partidos socialistas, socialdemócratas, verdes, comunistas y hasta los pandilleros anarquistas demoledores de las vitrinas de la clase media, han estado difundiendo desde entonces un sentimiento de miedo que hace que la estupidez se vuelva gente. Al oscurecer, Aznar llama a los periódicos para intentar decirles lo que sabe, pero ignora que con ellos sus palabras carecen de significado. “La ETA es quien nos ataca, que nadie se equivoque.” Ha dicho el presidente de un partido que iba en punta y que por semejante jilipollez ha terminado por dar un giro a las elecciones. ¡Que inteligencia, cómo se le ocurre llamar a la prensa si sabe que la mayoría está contra el Partido Popular!

Según Llamazares y Zapatero, todo este embrollo es culpa de la arrogancia y el poderío norteamericano. Según Aznar y Acebes, pobre de nosotros si el buen aliado de la América del Norte no fuera lo potente que es. Sin embargo, ya desde el inicio de la contienda (la emprendida contra los terroristas por los norteamericanos) el mundo se ha puesto a contar los muertos gringos con beneplácito. La televisión española (con una tendencia a servir a la izquierda internacional) no ha dejado ni un solo día de contar los americanos muertos en la operación “Libertad Duradera”. Aunque no lo dicen, el mensaje desde hace un año ha sido claro: se lo merecen. El recuento no obstante, no suma el total de bajas en las fuerzas de la coalición, como tampoco saca a la luz pública que el odio marroquí tiene igual que ver con la humillación del peñón de Perejil, que con lo que ocurre en el Irak recién liberado.

La culpa, no faltó quien lo dijera (y es que España, perdonen que lo repita, parece pensar con el cerebelo de un batracio que padece conjuntivitis crónica), es del calentamiento global, el derramamiento de crudo del “Prestige” y otras tonterías más. Pero mucho más allá del egocentrismo visible de estos ecologistas españoles (liderados por Ecologistas en Acción), está la gestión política de países europeos como Francia y Alemania, a los que les queda sólo un cambio de cabeza en Inglaterra para facilitar el terror mediático en todo el continente. La España del 11 de marzo es por tanto, un buen ejemplo de la profunda mutación de principios que se observa en Europa. Acabaron hasta con el espíritu de contradicción típico de los españoles, y la opinión publica quedó anestesiada y lista para aceptarlo todo. Entonces PSOE e IU sacaron a la calle a sus militantes a desacreditar con una foto (previamente impresa) la buena gestión económica del PP.

Con las excepciones que todos conocemos, los gobiernos europeos menos hábiles (política, social y económicamente) rechazaron apoyar a su homólogo norteamericano. La ayuda antiterrorista prometida por Alemania y Francia se tradujo en la captura de 4 o 5 árabes que poco a poco han ido abandonando las dependencias policiales sin apenas cargos. Sin embargo, lo que le importaba a la prensa era transmitir el miedo. El miedo que se difundía en cada telediario a través de supuestas amenazas terroristas con armas bacteriológicas, nucleares, etc. El miedo a las declaraciones antiislamistas, el miedo a que los sectores musulmanes de Europa se alzaran para llevar a cabo una nueva toma de la Bastilla. Hubo cadenas como la RTVE y France 2, que incluso cuestionaron la validez del sistema actual (democracia y capitalismo) y promovieron entrevistas a líderes radicales del Islam en Europa. Hasta el viejo término comunista de “enemigo del pueblo” fue desempolvado para aplicárselo a los libertadores en Irak.

De la noche a la mañana los líderes de la izquierda española, alemana, inglesa y francesa, empezaron a preocuparse por el pueblo Irakí, pero a ellos no le preguntaban si lamentaban la caída de Sadam. Por el contrario, las imágenes que la prensa occidental tomó libremente en Irak a partir de la entrada norteamericana no fueron utilizadas para contar la realidad, sino para ocultar el descalabro económico que se cernía sobre los países que le habían negado el apoyo a Washington. Francia, Alemania, Rusia, no escatimaban en programas a favor de la libertad religiosa y el término de terrorista islámico fue perdiendo poco a poco el protagonismo. Con cada nuevo noticiero, la vieja Europa se esforzaba en agasajar a sus inmigrantes musulmanes. Los alcaldes de la Francia de Chirac, - dijo un árabe moderado a “ La Première”, - llegaron a proponer mezquitas a razón de una por cada amenaza creíble.

Mientras la prensa de España, Inglaterra, Alemania y Francia exhibían a los prisioneros y a los muertos norteamericanos durante el conflicto como si se tratara de trofeos de caza, criticaban a Bush mostrar al dictador Hussein y a los prisioneros de Al-Quaida. La CNN llegó a confraternizar más con la línea editorial de Al-Jazzera que con la opinión del propio pueblo norteamericano. Hoy sabemos que no han sido los americanos, sino justamente los fotógrafos franceses los que han ganado premios de fotografía retratando prisioneros irakíes. Pero igual, Europa, más que un aliado, parece un enemigo intentando demostrar que la Convención de Ginebra evocada por el gobierno de Bush era únicamente violada por este. Para France 2, los “muchachos y los ancianos” retenidos en Guantánamo son las víctimas de un limbo jurídico creado por los Estados Unidos.

“Pocos podrían creer hoy, - afirmaban Zapatero y Llamazares, - que Hussein fuese un peligro para la humanidad.“ Annan, Blix, Villepin, Fischer, Cook y otros menos importantes eran la cabeza creíble de semejante afirmación. “El mundo debe comprender que es el petróleo y los intereses económicos de la reconstrucción de Irak los que han llevado a los norteamericanos a la región.” Y por detrás de esas consideraciones pasaban en puntilla de pie hipócritas como Chirac, Schröder y Putin. En este caso, como verdaderos despechados erigidos en ejemplos de una moralidad que les permitiría gobernar sin complejos. Chirac, imitando a Pompidou, derrochó el erario público para satisfacer al electorado de Jospin y llevó a Francia a la miseria. Schröder, casi más francés que Chirac (en cuanto a cobardía política se refiere) creyó ser Martin Bormann y perdió hasta la dirección de su partido. Putin, sin que la prensa occidental lo criticara, desapareció al más burdo estilo mafioso a su oponente electoral.

El trasvase del Ebro levantó en España las anquilosadas ronchas del egoísmo provinciano, pero Zapatero se escondió. Las reformas del retiro llevadas a cabo en Francia produjeron grandes protestas, pero Chirac las ignoró. Las medidas económicas en Alemania se aprobaron bajo grandes manifestaciones, pero Schröder ni se inmutó. Pero cuando la guerra tocó a las puertas de Bagdad, Zapatero, Chirac y Schröder fueron los primeros en gritar “la rue veut dicter la loi”. En esta nueva situación sólo faltaba contar con medios de comunicación interesados en estimular el odio y pasarlo al vulgo irracional. Creo que si Gorbachev es el rostro que pega con el fin del comunismo soviético, el de Villepin va como anillo al dedo a la ruptura de las tradicionales relaciones amistosas entre los países occidentales. Villepin fue la persona que, con un patetismo desencajado y un discurso ridículo enfrentó a Europa y a los Estados Unidos en esa gran valla de gallos que han convertido a la ONU.

Los socialistas españoles no deben haber mirado la televisión durante todo este invierno y por ende, Zapatero se aventura a retirar las tropas terminada la campaña electoral. No se ha percatado que Francia (en Haití) y Alemania (en Afganistán) llevan meses cortejando a los americanos por un puñado de contratos petroleros. Zapatero intenta por tanto avivar la llama del antiamericanismo en el momento más inoportuno. Junto a Llamazares se dedicará a tirar por la ventana el presupuesto de la nación rescatado por Aznar. Y esto no es más que el comienzo, pues pronto veremos como queda en carcaza la cebada economía que dejado de legado el Partido Popular. Píenselo un solo instante. La imbecilidad ciudadana que ha llevado a estos mequetrefes al poder no tienen nada que ver con lo que el PSOE ha prometido a su electorado y lo peor, queridos amiguitos, está todavía por llegar.

No se puede combatir el terrorismo islámico con la ridícula prohibición del shador en las escuelas. No se puede combatir el terrorismo islámico construyéndole mezquitas a los conspiradores y autorizando gethos para los inadaptados. No se puede combatir el terrorismo criticando al que tiene más masa testicular que nosotros. Los terroristas islámicos que tiraron por tierra a las torres de WTC ya están en Madrid y Zapatero, que padece al parecer de criptorquidia (el pobre), le ha dado la espalda a su mejor aliado. Los que pusieron las bombas en Casablanca también las colocaron en Madrid. ¡Que coincidencia! El nuevo presidente electo de España, coincidiendo con Francia en todos los errores, acaba de anunciar que se retira con el rabo entre las patas del campo de batalla. Mientras tanto, los americanos ríen.

¿Sabes una cosa Zapatero? Dudo que en Ceuta o en Melilla te pongan tus adorados magrevies algunas bombas porque allí hay más árabes que en la mismísima Meca. Pero los que las pusieron en Kabul, los que todavía las ponen en Israel (gracias a tu solidaridad y el dinero que les mandas), los que las colocaron en Bali, en Riyad, y en Estambul. Esos árabes que tu adoras tanto, mañana te las pondrán en La Moncloa. ¡Ah el miedo, el miedo! Ya sabemos los cubanos cómo corren despavoridos los españoles cuando hay sangre y un machete en mano. Pero quien nos diría que los gallitos los descendientes del General Rezoplez* corrieran tanto y tan despavoridos en su propio gallinero. La Gran Mezquita de Madrid no ha emitido ningún comunicado de pésame. La comunidad árabe en España no ha lamentado publica y sonoramente esos muertos. O por lo menos, no lo ha hecho con la misma congoja que los españoles lo hacen con los muertos palestinos.

Pronto veremos como Zapatero y el PSOE ordenan la construcción de otras mezquitas para ponerse a tono con su amigo Chirac. Pronto veremos como, para no dejar ver que imita a Chirac, propondrá a su nuevo Ministro de Educación que el uniforme de la enseñanza básica incluya al velo islámico. Estoy seguro que en ese tipo de porquerías y en corrupción se gastará el PSOE el presupuesto nacional. Tal vez los árabes en España, antes que ninguna otra nacionalidad, puedan regularizar ahora su situación. ¡Halooooo, halooooo, hermanitos árabes! Si no se les había ocurrido antes, este es el mejor momento para chantajear a Zapatero. El hará todo lo que esté a su alcance para satisfacerles y que ustedes no le pongan más bombitas en España. O al menos, según la estrategia de Rovira, para que no se las pongan en las comunidades españolas que hayan votado por el PSOE.

Sin pánico Europa, que sólo tienes unos 68 millones de musulmanes acampados en el patio de la casa. Para que no se te alboroten, he aquí algunas recetas que he ideado a fin de poner very happy a todos esos vagos. Critiquen a la democracia desde el corazón de Bruselas, critiquen a la educación, critiquen los derechos humanos, critiquen a esas mujeres que no se someten con gusto al maltrato de los hombres, critiquen la contracepción, critiquen el pleno empleo, critiquen la cerveza alemana. Que no haya una cervecería que no produzca a partir de ahora té. Critiquen al avance tecnológico y el acceso a la Internet. Prohiban la música, la televisión, y la fotografía. Como cuando la toma de Viena por los mogoles rusos, ya veréis como se les inunda la geografía de sementales musulmanes. Al fin y al cabo, la violencia, la agresividad, y el fanatismo del mundo islámico se debe a que ellos apenas conocen lo que tu eliminarás y ellos nunca han podido disfrutar.

Europa tiene un miedo atroz de los musulmanes. Mañana, cuando los musulmanes se hallan instalado cómodamente en todo el continente, cuando hayan penetrado en los senados y aniquilado todos los partidos. Cuando la democracia y la libertad no sea más que un recuerdo gracias a la toma de decisiones débiles y las políticas descabelladas. Cuando el fanatismo, la intolerancia, el oscurantismo religioso, el dogmatismo y la ley islámica acaben con el logiciel de la democracia Europea. Entonces, aunque tal vez un poco tarde, les escuchemos gritar a todos desde Estrasburgo: “Au secours”. A la espera de ese grito, los aprendices del PSOE que nos prometían un mejor futuro, ya habrán destruido totalmente la economía ibérica, ya habrán creado un sentimiento de apatía total, y ya habrán preparado el terreno para recibir quejumbrosos, pero con alfombra roja, a los norteamericanos y a un nuevo Plan Marshall.


FIN


Bienne, Marzo 18, 2004

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