Ernst Mayr ha muerto.

"To be sure, we were partly a 'homozygous fringe' but we should still make the effort."

Ernst Mayr


Mayr, el más eminente de los biólogos evolucionistas y uno de los científicos más influyentes del siglo XX, murió el pasado 3 de Febrero, a los 100 años de edad. Más de 700 trabajos científicos publicados y una veintena de libros de obligada lectura constituyen su legado más sobresaliente. Entre sus libros más notables dada la originalidad y trascendencia de sus ideas se hallan "Speciation", "Systematics and the Origin of Species" y "What is evolution"? A pesar de saberse que la teoría del equilibrio puntuado no fue una idea de Stephen Jay Gould, ni de Niles Eldridge, lo cierto es que Gould, conocido humanista de izquierdas en la Universidad de Harvard se la apropió indebidamente.

Pero bueno, hablamos de Gould, el desaparecido evolucionista de "la nalga del ministro" al que Richard Levins (¿se acuerdan?, el asesor ecologista de Fidel Castro desde hace más de 30 años) y Richard C. Lewontin (su lugarteniente de aplausos a la lucha de los macheteros puertorriqueños) dedicaran un "Im Memoriam" que por poco incluye algunas notas de La Internacional. Gould, tan leído como desconocido (políticamente) por muchos científicos cubanos, no es más que otro ejemplo de esa ética que caracteriza a los superdotados científicos de izquierdas en Harvard. Gente que por celos, estuvieron al borde de apedrear en actos de repudio a colegas mucho más originales e inteligentes que ellos. Edward O. Wilson, padre indiscutible de la Sociobiología, fue una de sus víctimas.

En el Volumen 366 de la revista "Nature" (1993), y en la que Gould bien podría haber publicado hasta el sonograma de sus pedos, si así lo hubiera considerado interesante (contaba allí con patente de corso), el ilustre científico liberal escribió: Mayr's peripatric theory or speciation in small populations peripherally isolated from a parental stock, would yield stasis and punctuation when properly scaled into the vastness of geological time…" Más adelante, sólo apenas unos párrafos más abajo, Gould y Eldridge empezaban a ignorarlo: "we originally focused on tempo, but more important theoretical arguments flowed from implications concerning evolution's mode." O sea, el mismo estasis de las especies establecidas y su clasificación curiosamente indicado por Mayr.

Interesante, que todas estas inquietudes y conceptos ya hubieran sido plasmadas en un libro de Mayr intitulado "Animal Species and Evolution" (1963). Mas, no en primera instancia como pudiera creerse, pues el propio Mayr, a los 99 años lo recordaba con claridad en una entrevista concedida a Cristine Bahls. Do you have a favorite paper? - Preguntaba la señora Bahls, - y Mayr respondía: "Yes, it's one from 1954 (Change of genetic environment and evolution). I showed how the rate of evolution and probability of speciation depends on the size of the isolated population. (Stephen Jay) Gould took over, and quotes me, then left my name out [in subsequent publications]. You have to take people as they are."

En lo personal considero que hay 3 libros determinantes para la cultura occidental contemporánea. Uno de ellos lo fue sin dudas "El Capital" de Karl Marx, que fue el libro que permitió al vulgo y a la relajada burguesía europea eliminar a la Biblia (primero de los 3 libros a los cuales me refiero aquí) de sus estantes, y engañar a la inculta humanidad con otra nueva (y extraña) forma de concebir el mundo. Un mundo que, como todos hemos visto, encierra una visión atroz y sin esperanzas. Pero el alemán Ernst Mayr, leído dentro de la Cuba de Castro, fue el biólogo que más influyó en la comunidad científica criolla divorciada ya desde un inicio de aquel inservible "El Capital".

No, no fue ninguno de los libros de Mayr el que nos iluminó a todos cuando el marxismo invadía nuestras vidas, desde la escuela y hasta las cuchillas de afeitar. Fue su admiración por Darwin y la lectura apropiada del "Origen de las especies", el tercer y último de los libros que mencionaba. Créanlo o no, no era nada fácil a finales de los años 70 y principios de los 80, trabajar en una institución científica cubana sin demostrar ser un "marxista convencido". Si usted no lo era por vocación debía serlo por adopción. De lo contrario, humillaciones, descalificaciones, amonestaciones privadas que siempre terminaban siendo públicas, y separación definitiva del trabajo, fueron los métodos más utilizados para destruir las bases educativas de todos los científicos de una magnífica generación.

Y como mismo cito este ambiente irrespirable, también puedo decirles con muchísimo orgullo, que fui formado por aquellos "perseguidos", los mejores sistemáticos zoológicos que haya tenido Cuba desde la época en que las ciencias las sacaban adelante nuestros grandes naturalistas. El primero de todos fue el Dr. Pastor Alayo Dalmau (considerado el Padre de la moderna entomología cubana). Hablar con Alayo era de hecho muy especial, y es que quién a él llegara, aprendía de uno de los pocos científicos cubanos que había tenido el privilegio de conocer a Charles Ramsden (su profesor en Santiago de Cuba), Salvador de la Torre, Thomas Barbour, Stephen C. Brunner, Carlos G. Aguayo, Mario Sánchez Roig y otros que a su vez, habían colaborado con William Holland, William Schaus, Carlos de la Torre y Huerta y estos, todos élite, con Juan Cristóbal Gundalch, Felipe Poey, Jacob Hubner, Pierre H. Lucas, o Don Ramón de la Sagra.

Pero al Dr. Pastor Alayo, como al Ingeniero Fernando de Zayas, los esbirros del sistema comunista los mantuvieron siempre marginados. Al primero por el mero hecho de ser católico, mientras que al segundo, por no entregar gratuitamente al estado su extensa colección de insectos y preferir cuidarla con mimo en su propia casa. Lo ocurrido a la colección de Alayo ya ha sido relatado en mi libro "Naturaleza Cubana". En cambio, no puedo decir nada del destino de la magnífica colección de Zayas que, a principios de los 90, el Museo Nacional de Historia Natural intentaba negociar directamente con su viuda e hija. Sólo sé que para apropiarse de toda una vida de trabajo y dedicación, estaban dispuestos a pagar en dólares y a facilitar la salida del país a los familiares del ingeniero.

No creo que exista un sólo científico cubano que no haya leído alguno de sus libros, o que no se haya interesado en el campo de la especiación que tan magistralmente trilló Mayr. Puedo mencionar nombres como Oscar Arredondo (paleontólogo), Gilberto Silva Taboada (especialista en murciélagos), Pedro Regalado y Orlando Garrido (principalmente ornitólogos, pero ambos interesados también en otras Clases zoológicas por igual), Miguel L. Jaume, Hortensia Sarasua y José Fernández Milera (malacólogos), Rubén Regalado (etólogo), Luís F. de Armas (especialista en escorpiones), Luís Moreno, Octavio Pérez-Beato y Alberto Estrada (herpetólogos). Pero fueron otros tres, los que mejor me mostraron cómo llegar a Mayr.

En 1989 se impartió en La Habana un seminario que incluyó un gran número de conferencias y cursos de postgrado para el sector científico nacional. Si lo comparo a los cursos de postgrado a los que he asistido en la Universidad de Berna, aquel habría costado una fortuna. En Europa, el maestro dicta, no debate, pues su sabiduría queda avalada por un título y… ¡basta! Entre los profesionales que dictaban sus clases eran de destacar el Profesor Luís Roberto Hernández y los Doctores en Ciencias Jorge de la Cruz y Giraldo Alayón. En una Cuba en la que el marxismo resistía incluso tercamente el pensamiento evolutivo, estos tres científicos cubanos no paraban de defender y demostrar a los jóvenes que la evolución era un hecho y no simplemente una "teoría" como aún se le llamaba.

Luís Roberto Hernández fue el primero en explicarme que a pesar de que las "leyes" de la biología eran específicas, estas estaban restringidas a ciertas partes o situaciones en el mundo, o limitadas en el tiempo y por ende, excepto en la biología funcional, no había que llamarlas "leyes" sino conceptos sólidos propios de esa ciencia. El mayor obstáculo que el discípulo le planteaba al maestro era entonces uno. Siempre el mismo y recurrente. Mayr era (y hasta ahora mismo sigue siendo) quien mejor había definido el término de "especie". ¿Cómo podía una teoría evolutiva basarse en un concepto tan poco sólido? Si Luís Roberto estuviera leyendo ahora mismo este texto, me imagino su sonrisa.

No, no era nada fácil entender a un genio como Ernst Mayr sin contar con la paciencia de un Luís Roberto preparado para la explicación ad infinitum. En cambio, si uno seguía su camino veía cómo otros sólidos conceptos aparecían en la conversación. La competencia, la selección natural, la selección de la pareja. Con ellos, uno llegaba a la conclusión de que, de tanto manosear conceptos, nos dábamos de narices con la ecología. El problema en Cuba no obstante, era que hablar de ecología, la verdadera, era como hablarle a la inquisición sobre la forma redondeada del planeta y por ende, la mayoría de los estudios biológicos terminaban casi siempre convertidos en catálogos, o inventarios de especies por localidades.

Para Giraldo Alayón, Darwin era el hombre que había cambiado los cimientos del pensamiento europeo, pero Mayr, junto a otros, había sido el principal promotor de aquellas ideas en el hemisferio occidental. Alayón era un amante del concepto "especiación por alopatría" como un proceso que él reconocía afectaba a muchas especies de arañas cubanas por su aislamiento geográfico. Y como Mayr, explicaba que eran los individuos (no los genes) el objeto de todo acto de selección. Si mal no recuerdo, Alayón (y yo también por aquel entonces) era un firme opositor de las tesis de Richard Dawkins y subscribía, en su mayor parte, las ideas darwinistas popularizadas por el desafortunado Gould. Hoy, yo me siento más ligado al concepto de los "memes" y he dejado de suscribir al extinto humanista de Harvard.

¿Puede acaso reconciliarse a Darwin con Dios? (Una respuesta breve en la postdata). Seguramente no, pero es evidente que si el individuo fuese la única diana de la selección natural, "El Gordo" de la Cruz (como lo llamábamos) diría que esta no favorecería en absoluto al altruismo. Entonces, quién. Jorge de la Cruz era aquí el hombre a consultar, y no porque fuese creyente (más bien agnóstico convencido), sino porque era un amante de los conceptos de "población" y de sus grupos. Los grupos - me explicaba - y no sólo los individuos que los conforman, son otra de las dianas de la selección natural. A su vez, los miembros de un grupo cooperando activamente son más fuertes que los miembros de otro huyendo en desbandada. Marx mismo creó toda su teología de odio basándose en este principio relacionado con la teoria maltusiana. "Proletarios de todos los países, uníos".

Luís Roberto Hernández, le llamaría a la mayoría de estos "hechos poblacionales" "conceptos sólidos". Giraldo Alayón, al que no es posible consultar ahora mismo, quizás los nominaría "principios". Jorge, quién sabe, hasta para provocarme sería capaz de llamarles "vestigios del altruismo fractual". Pero lo cierto es que durante la aplicación de la ley 501 (véase Naturaleza Cubana), este concepto-principio del grupo que todos ellos comprendían muy bien, quedó ejemplarmente demostrado. Los que cerramos filas y nos opusimos a la militarización de las ciencias en el antiguo Instituto de Zoología, fuimos despedidos. Los que no, fueron disgregados. Así se extinguió el mejor equipo de zoólogos (yo excluido, claro está) con que pudo contar la ACC en toda la historia de su aberrada existencia.

No puedo decir que Cuba fuera un país familiarizado con las ideas de Darwin, pero si que Mayr y los científicos de los que tanto aprendí durante mis inicios, hicieron todo lo que estuvo a su alcance por hacer que la mayoría de nuestros biólogos se familiarizaran con sus conceptos. Por eso Mayr y la mal llamada "teoría de Darwin" siempre serán muy preocupantes para Castro. De esa misma forma lo son todos los científicos norteamericanos que llegan a Cuba hablando de ellos. Por eso este tributo a Mayr, pues él fue el mejor vehículo que promovió a Darwin en Cuba. La vida entera del cubano está salpicada de política y todo lo que le haga mella al Dios de los proletarios es allí punible. En Cuba, el escrutinio del currículo político de cada científico invalida o garantiza su carrera.

¡Mil gracias Luís, Jorge y Giraldo, por enseñarme a entender los mensajes de este genio. Gracias Ernst Mayr, pero no sólo por el beneficio de tus ideas y el reconocimiento que diste a lo largo de tu rica existencia a la obra de Charles Darwin, sino por haber rechazado dos veces las invitaciones que se te hiciera desde la Sociedad de Zoología de Cuba por respeto a tus propias convicciones políticas!


Carlos Wotzkow
Bienne, Febrero 12, 2004

PD: Uno de los conceptos de "alma" está asociado al del espíritu y este, según la religión, sobrevive a la muerte. Por tanto, para mí, "alma" es sinónimo de evasión y por lógica una explicación deshonesta de la vida. El día en que algún religioso pueda archivar, secuenciar, diseñar y poner a funcionar "almas" en nuevos seres humanos, ese día, tal vez, yo les diga que "si".


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