Democracia

Por Carlos Wotzkow

"We won't need a theory of clairvoyance, for instance, if we can confirm the hypothesis that all apparent clairvoyants are cheats."

Daniel Dennett

El término "democracia" debe parecer a muchos, absurdo o circular. El cubano es un ser humano para el cual ese término nunca queda claro. Tal vez porque el predicado de la oración es demasiado mímico para el sujeto. Los que hasta hoy han tenido la paciencia de leerme, muchas veces creen que mis críticas no tienen otra intención que destruir y descalificar. Pero los de afuera, o al menos, los que afuera han estado interesados en superarse, muchas veces olvidan que nuestro pueblo adentro adolece de una información básica que le permita notar sus infelicidades conceptuales respecto a esa casi mala palabra. Conclusión: incontables las incoherencias.

Cuba es un país cuya población actual carece del conocimiento elemental de lo que es una democracia verdadera. Muchos hablan de democracia en nuestra misma lengua, aunque con un lastre idiomático muy curioso. Cuando debieran exigir libertad, ellos ruegan diálogo. Allá, no hay más que "diálogos de trabajo", "diálogos constructivos", "diálogos sin exclusiones", "diálogos de amor, paz y reconciliación" y por supuesto, "diálogos frustrados". Y si no hay diálogo posible, se intenta dialogar incluso con el espíritu santo, o con la madre que nos parió. Por fortuna, cuando los cubanos salen de Cuba, lo primero que hacen es olvidar el diálogo e investigar sobre la democracia.

Y es que se han metido casi 5 décadas rompiéndose la cabeza de si, cuantitativa y cualitativamente, la misma democracia que se recibe debe regresarse a cambio. Para nadie es un secreto que la mayoría se responde muy mal esta pregunta. El egoísmo prima. Pero, ¿qué podemos informarle a los de adentro sin pasar por alto a unos cuantos miles que afuera siguen iletrados? Uno debiera empezar por decirles que hay más opiniones que las suyas. La idealización de esas ideas egocentristas es más bien el producto de una ontología confusa. "Yo le publico por respeto a la democracia", Ergo, yo publico lo que me da la gana. "Ustedes son todos unos fascistas al servicio del imperialismo yanqui". Ergo, aplausos.

Otros nos dirán: "¿Tu no crees en mis profundas raíces democráticas? Ve y mira todo lo que soy capaz de aceptar. Quizás puedes enseñarme algo, pero de democracia tu sabes mucho menos que yo." Es evidente que a estas alturas a mí me resbala toda esta retórica. Si queremos reconocer el derecho a hablar de "su" democracia - y es parte de su idioma después de todo - lo mejor es acotejar cuál de esos reclamos es el verdadero y cuál el falso. Sin embargo, lo que es inadmisible es que nos quieran obligar a aceptar la ontología de falsas suposiciones como si se tratase de algo serio. Radio Martí y algunos de los "Hijos de la Revolución" no tienen desperdicio. Échenle un vistazo.

Hace más de un mes que escribo poco. Mi trabajo me lo impide y las ganas no me sobran. Sé que escribo para una enorme minoría. Sé que tengo muy pocos seguidores, pero me consuelo, tengo muchos menos amigos. Sé que no debiera asustar a nadie pues no compito contra nadie. La Cuba entera, si por mis intestinos fuera, se las regalaba a todos esos preocupados. Pero la Cuba que ellos quieren no me pertenece. Cuba no pertenece que a nuestros corazones. Cuando hablo de Cuba, por Cuba (valga la redundancia y el ego) no hablo con astucia, sino con pasión, pues no soy político, sino cubano. Pero desde hace un mes, no cesan los amigos de contarme sobre gente interesada (que no tiene, digamos, un poco más de democracia) en que nadie me publique.

La democracia por tanto, parece ser una mala entidad teórica. Para algunos cultos españoles que han tenido la desgracia de leerme, tal parece que sólo se puede ser intelectual si uno se ha formado íntegramente en Cuba: la castrista, claro está. Formarse fuera del estercolero del MINED es intoxicarse con ideologías contraproducentes. Para ellos, catalanes los peores, sólo una observación: "ser demócrata español" tampoco es un estado teórico muy definible (y respetable) que digamos. Y sobre otras entidades putativas de la democracia, se los confieso, prefiero ser materialista discriminativo.

Conciente estoy que no es fácil convencer a la gente (menos a un "gallego") de que no hay intereses, ni pagos, que puedan comprar mi ética y mis bien cimentados principios morales ligados a la política cubana. Pero si acaso pudiera lograrlo en un grupo mayor (al de mis lectores, que como dice el buen Salvat, son tan malos y escasos como los opositores), eso se lograría sometiendo sus intuiciones (o convicciones) al mejor escrutinio disponible que existe para los escépticos: google. Pago lo mismo que alguien descubra que yo haya recibido (cobrado) por publicar algo. Doblo la cifra, al que pueda demostrar que abro mi boca para complacer a alguna institución, que no sea (y es un chiste) la de mi conciencia.

Todos, politiqueros cubanos o extranjeros, de dentro y de fuera, castristas o "anticastristas", me dan asco. Por culpa de la ética, le debo mi tiempo y mis bolsillos a los que todavía están presos. Por ellos sí que soy capaz todavía de reducir mis ingresos familiares. Pero libre Dios al que diga que por ello yo me haya considerado altruista. En Cuba y en el exilio ya se escuchan las cornetas tocar "a degüello" por la sujeción al poder político. ¿Qué ha pasado con el anhelo por la democracia? Ha sido, es evidente, un anhelo que no ha sabido definir correctamente el término. Cada día que pasa creo que el concepto de la democracia se hace, a los ojos de los cubanos (los de los españoles que envidian a Cuba y todo lo que con esa isla pueda estar relacionado, no pueden ser más ciegos), más creacionista.


Carlos Wotzkow
Bienne, Marzo 15, 2005

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