Escucha Carriles: ¡mi casa es tu casa!

Por Carlos Wotzkow

Insto a todas las fuerzas del exilio a que sugieran que Suiza sea el país que de la protección más elemental y el estatus de refugiado político a Luís Posada Carriles. Pueden argumentar que él no va a constituir una carga para el Estado. En caso de ser necesario, yo, ciudadano suizo de pleno derecho, me responsabilizo económicamente de su bienestar. Si con este acto de humanidad los enemigos de una Cuba libre se sienten alarmados, he aquí mis claras razones.

Luís Posada Carriles jamás ha aceptado ser el responsable de la muerte de 73 personas que viajaban en el avión rentado por Cubana de Aviación en 1976. Si no le creyera, no escribiría este texto. Dos veces y no una, Posada Carriles fue juzgado y absuelto en Venezuela. Por ende, aún no creyendo en este histórico opositor a Castro, debería creer en la justicia venezolana que en dos oportunidades (DOS, no una) no encontró cargos de terrorismo contra él.

A Luís Posada Carriles lo demanda ahora el régimen dictatorial de Hugo Chávez, quién a su vez, tiene un convenio judicial con el régimen asesino de Cuba. Un convenio que como todos saben, deja en manos de la justicia cubana el procesamiento implacable de todo acto político contrario a la estabilidad de ambos desgobiernos dictatoriales. Deportar por tanto a Posada Carriles a Venezuela es deportarlo a la muerte.

De la misma manera que Amnistía Internacional y tantas organizaciones de izquierda se opone a la pena de muerte para cualquier ser humano, Luís Posada Carriles debería clasificar en el grupo de los defendibles. De la misma manera que la Cruz Roja Internacional se opone al abuso de los prisioneros, Luís Posada Carriles debería gozar de su protección inmediata.

Al dictador de derechas Augusto Pinochet, pero también al de izquierdas Erick Honecker, les indultaron sus actos (tal vez, o seguramente [respectivamente] mucho más reprobables) por motivos de la edad. Enviar a Luís Posada Carriles a Venezuela es enviarlo a las manos de Castro y ya sabemos cómo trata Castro su miedo ante sus acérrimos oponentes. A la valentía de los opositores, Castro responde, invariablemente, con el paredón de fusilamiento.

O sea que, o se está contra la pena de muerte para todos, o no se está contra ella. Y ojalá que te llegue esta nota Posada. Pues no estás solo. Tu casa es mi casa, estoy dispuesto a hacerte un modesto sitio. Y aunque dudo que los de la hipócrita izquierda se crean verdaderamente sus humanitarios discursos, he aquí mi mano tendida. Siempre será un honor recibir en mi casa a una oveja negra del castrismo, antes que confiar en un maleable opositor premiado en Europa.


Carlos Wotzkow
Bienne, Mayo 21, 2005



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