De Chibás a Payá, sólo el gatillo

Por Carlos Wotzkow

Dicen algunos que Eduardo Chibás (al igual que muchos otros suicidas cubanos) era medularmente anticomunista. Por otra parte, también se dice que fue Chibás el mentor honesto de los asaltantes del Cuartel Moncada. Su secretaria, Conchita, siempre lo recordó hablando muy bien de Fidel. Ahora sin embargo, se dice que Oswaldo Payá es el más importante opositor de Cuba, aunque también se le cataloga como un católico autoritario. De la misma forma, se dice que práctica una tolerancia casi ortodoxa con Fidel Castro. No sé le conoce todavía una secretaria a Payá, pero lo cierto es que las Conchitas del exilio se le regalan por puñados.

Lástima que tantas de esas Conchitas se hayan quedado de pronto afónicas. Lástima repito, porque yo no tengo las pruebas que me permitan asegurar que Payá trabaja para el MININT. Si las tuviera, se los juro, la entrevista con el italiano hubiera sido mía. En su defecto, tengo sospechas, muchísimas. No es la primera vez que dudo de Payá. Incluso me adelanto a afirmar que fui de los primeros en sospechar de su credibilidad política y moral. Pero nunca dije tener pruebas, sino muchas sospechas y elementos para creer aquello que cada día me hace sospechar aún más. Entre los elementos más decisivos: la propia conducta de Payá.

Payá no se comporta como un verdadero católico. Su misericordia es opcional, o condicionada. Es altanero, egocentrista y malhumorado, un hombre sumamente acomplejado, un Don nadie con aires de grandeza. Un autodenominado “verdadero opositor” que se las da de patriota cuando en realidad lo que más le caracteriza es el peor de los oportunismos. O sea, un mentiroso y un vive bien. Payá siente piedad y se preocupa por “sus compañeros” en la cárcel, pero no por cualquier cubano opositor en la cárcel. Payá es, después de Fidel, el principal saboteador de una asamblea que intenta promover la sociedad civil (creíble como los rezos de Fidel en la misa por el Papa) en Cuba, pero además, un “verdadero opositor” de “opositores”.

Y aunque me molesta sobremanera que Payá sea el peor opositor que tiene Fidel Castro, en algo sí que estoy de acuerdo con Payá. En Cuba, nadie es de fiar. Ni él. Menos que menos él. Es más, él, el último en el que los cubanos debieran fiarse. Payá es un hacedor de intrigas de la peor calaña. Rodeado de un séquito de tarados y otros pobres honestos, a Payá sólo le falta una oficina en la cual timbrar cuños a los firmantes y recibir a los periodistas. Mueve la lengua y el dedo índice como nadie logra hacerlo en Cuba. La primera, en forma de látigo acusador; el segundo, en forma de amenaza. O firmas y acatas el Proyecto Varela, o te mando a la cárcel. Papa Fidel me autoriza.

Pero por suerte para los cubanos, las dudas que todos teníamos se aclararán. Payá y su gente tienen las pruebas. Tienen las pruebas para demostrarnos que algunos de los líderes de esa Asamblea son en realidad agentes de Castro. No lo dudo. Ya dije que en Cuba nadie es de fiar. Pero si verdaderamente tiene las pruebas, lo mejor que hace es presentarlas ahora mismo. Ellas constituirían además el detonante capaz de abrir los ojos a tantos exiliados crédulos y volverlos gente más realista y un tanto menos entusiasta. ¿O es que no se nos debe llamar entusiastas a todos los que creímos que Payá iba a poner las envidias personales a un lado y se uniría al resto de la “mal llamada” oposición?

Yo, queridos amigos, soy uno de los tantos que me comí el mojón de San Expedito. Lo reconozco, soy un reverendo comemierda. Acepto humildemente, como seguramente harán todos los que creímos que para el famoso premio Sajarov Cuba estaba por encima de nuestras miserias humanas, que nos equivocamos. Pero Payá es un miserable de los que no abundan y sólo me consuelo de ese papelazo (por no decir firmazo) al haber recibido (en apenas una semana) más de cien e-mails de cubanos que antes me acusaban de ser injusto con este tiranillo camuflado de Varela.

Mudos andan todavía algunos, pero lo curioso es que ninguno (ni siquiera sus seguidores más moderados en el exilio) le exigen esas pruebas. ¡Acabáramos! ¿No es acaso pruebas lo que necesitamos aquí en el exilio para no seguir desgastándonos económica y moralmente con toda esa partida de “agentotes” infiltrados de la mal llamada (esta vez sin comillas) oposición? O somos demasiado masoquistas, o como dirían los educados liberales, somos ejemplos de lo que es ser políticamente correctos. Con Castro quiero decir. Mudos seguirán, porque como lo dije en uno de mis primeros textos políticos de 1998, los intereses mandan, aquí también.

Así que Payá, como Chibás, ambos admiradores respetuosos del tirano Fidel Castro, tiene pruebas. ¿Qué tipo de pistola utilizó Chibás? Me aventuro a decirle a Payá que si no tengo una similar, le puedo dar otra mucho mejor. ¿Qué te parece una Magnun 357 de la Smith & Wentson? Te lo juro, no fallan, explotan los melones y ni tiempo les da para llorar. ¡Hasta la munición te la regalo. Porque si no hablamos de suicidio político con eso de decir que “tienen las pruebas” contra los de la Asamblea, al menos hay que hablar de “Vergüenza contra Charlatanería” ¿Qué te parece Payá, a tí que tanto te gusta impactar a la prensa con tus declaraciones, si ahora nos sorprendes a todos con un balazo improvisado?

¡Por Dios Carlos! ¿Qué tonterías dices? Los católicos no se suicidan. ¿Ah no? Perdóname entonces Payá, pero por pedirte más vergüenza de la que un católico a tu hechura puede aportar. Pero por Dios, al menos danos las pruebas, esas que nos permitirían seguir conociéndote. Habla ahora o calla para siempre, como se dice en Cuba. Demuéstranos de una vez por toda que tienes acceso a los archivos de Villa Marista. O de lo contrario, métete la lengua donde no te coja demasiado sol. Dicen que la insolación hace a la gente delirar y tu, mi estimado y “verdadero opositor”, llevas ya demasiados años hablando mierda.


Carlos Wotzkow
Bienne Junio 1, 2005


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