La mitad del discurso

por Carlos Wotzkow


En honor a las voces silenciadas de Luís Posada Carriles, Santiago Álvarez, y Osvaldo Mitat

La mitad del discurso dice que en Cuba hay disidentes que sufren el régimen de Castro (cierto). La otra mitad, que aparentemente nadie quiere publicar (ni siquiera en el exilio), es que desde los mismísimos inicios del ascenso al poder de los hermanos Castro, siempre hubo disidentes. Sólo que ahora nadie quiere acordarse y mucho menos, nadie les ofrece un homenaje.

Homenajes negados sobretodo, y valga que lo aclare, a patriotas que entregaron sus vidas, no homenajes por el hecho de recibir una simple (vil y cobarde, sin dudas) pateadura.

La mitad del discurso habla del perdón y la reconciliación. Peor, habla de intentar la igualdad plena para todos los cubanos. El absurdo hecho discurso. La otra mitad del discurso sin embargo, habla de justicia y castigo a los culpables de tanta miseria. Sólo que esa otra mitad no forma parte del proyecto de la primera en la búsqueda de una Cuba verdaderamente habitable para todos.

Es como si la mitad del discurso de la mitad de esos cubanos, fuera el único discurso que debe ser aceptado por todos.

La mitad del discurso hace entrevistas a los desertores menos creíbles del régimen, sólo porque fueron compinches del tirano y eso aparte de tener morbo, está de moda. La otra mitad, la que puede igualmente denunciar y describir los horrores y la corrupción de aquel sistema no es tenida en cuenta: “son viejitos estancados en el pasado”.

No me queda duda, esa primera mitad del exilio es también parte de ese pueblo vasallo. Basta ver que son esos oradores disidentes de hoy, los galardonados del exilio: los nuevos admirados

La mitad del discurso en el exilio promueve junto a la otra mitad en Cuba más de lo mismo para las generaciones futuras. Para esa mitad, siempre hay un espacio de radio y otro en la televisión. No quieren violencia, no quieren sabotajes. Todo debe conquistarse acariciando al tirano con las plumas de la palomita de la paz. La otra mitad del discurso, la que pide acción armada, si esto fuera posible, o necesario, la que intenta desde hace décadas derrocar a Castro con sus mismos métodos, no sólo no tiene eco, es sistemáticamente censurada.

La mitad del discurso nos habla hoy de ciertos duros de ayer que quieren ayudar a la disidencia interna de hoy. La otra mitad, mantiene la coherencia del discurso de oponerse a hacer el tonto, pero no encuentra espacio entre los propagandistas de la disidencia actual. Son parias.

La mitad del discurso, emitido por los exiliados más notorios y pintorescos que podamos imaginar, no habla de cambios radicales, sino de barnices a la sucesión y/o transición en su vertiente más soñada. Raúl Castro es, para muchos, y a pesar de que les resulte horrible a una inmensa mayoría, el candidato más mimado.

La otra mitad, la que no acepta el diálogo con ninguno de esos asesinos, no es siquiera escuchada, o cuando más, tiene que pagar espacios para hacer oír su voz.

La mitad del discurso que dio la efusiva y democrática bienvenida a todas las sabandijas salidas de debajo de las sayas de Raúl Castro (Norberto Fuentes, Alcibíades Hidalgo, y demás travestís políticos del espionaje cubano) hoy son calificados de mandarines provinciales por sus propios beneficiarios. La TV Martí (invisible para los cubanos como la carne de res) se nutre regularmente de ellos.

La mitad del discurso que se pasa todo el año concentrando sus lamentos en la liberación de los (amigos) presos, sabe que de seguir ese camino vamos hacia una mera sucesión de dictaduras con vínculos sanguíneos. La otra mitad del discurso, es acusada de basar su oposición en el rencor, el odio y la desesperanza.

La mitad del discurso dice que hay presos en Cuba que no pueden expresar sus opiniones. La otra mitad, la cual muchos no quieren recordar, dice que los presos anticastristas han existido siempre, incluso en cárceles norteamericanas para mayor deshonra de un exilio que mira sólo al lado más lejano del estrecho sin importarle lo que pasa en su propio patio.

La mitad del discurso nos habla todos los días de presos enfermos, de disidentes en huelga de hambre por no tener acceso a la Internet. La otra mitad, prefiere ignorar que hay presos en El Paso que están terriblemente enfermos, patriotas que han dedicado toda su vida a combatir a Castro, y que en pleno territorio estadounidense, no les permiten ni siquiera pintar para distraer su mente.

La mitad del discurso, ¡que vergüenza!, hace caso a las acusaciones de los agentes de Castro en la Florida, aplaude las actuaciones del FBI (en contubernio insano con el sátrapa), y se desliga del exilio histórico con una cobardía sin límites. Con esa única mitad de discurso publicada (hasta el aburrimiento) y la otra censurada sin pudor…

¿A dónde nos creemos ir nosotros los cubanos?


Carlos Wotzkow
Bienne, Abril 27, 2006



Éste y otros excelentes artículos del mismo AUTOR aparecen en la REVISTA GUARACABUYA con dirección electrónica de:

www.amigospais-guaracabuya.org