El litoral prohibido

por Carlos Wotzkow


Introducción

Corrían los últimos años del siglo XIX y ya Felipe Poey, el gran naturalista cubano, inventariaba y catalogaba muchas especies marinas de los mares que rodeaban a Cuba. Esto, con la ayuda siempre imprescindible de los hombres de mar, pescadores o marinos generalmente privados y analfabetos que, con hambre de sabiduría, le llevaban a su gabinete las especies más raras y las más “conocidas”. El detalle pudiera parecer intrascendente, si no fuera porque Cuba se vio inmersa en una debacle política a mediados del siglo XX. A tal extremo llegó el abandono de nuestros recursos marinos, que ya hoy sabemos que no fueron monitoreados seriamente hasta que la Smithsonian Institution pactó con el régimen marxista el libre acceso de sus especialistas, e investigó sobre la pesca y la biología de las especies capturadas. Estudios, valga aclararlo, que costeó en gran medida la familia Bacardí.

Exceptuado el detalle anterior, podemos decir que la libertad de los cubanos se vio siempre muy limitada a la hora de estudiar su fauna marina desde el inicio de los años 60.

Lo anterior se debió a las “impostergables” tareas que el nuevo régimen priorizaba: la explotación irracional de todos los recursos marinos comercializables. A mediados de esa década comenzó también la restricción de acceso (por motivos políticos) a todos los investigadores norteamericanos y el fin de la actividad pesquera privada. Sin testigos extranjeros que pudiesen denunciar lo que en Cuba ocurría, el gobierno revolucionario propició el fin de una productiva actividad nacional y de todas las regulaciones de captura que eran respetadas en el sector. Así se extinguió una flota que no dependía del gobierno (ni administrativa, ni económicamente) para abastecer ampliamente las demandas internas y externas del país.

Sin dudas había en Cuba cientos de científicos capacitados e interesados en nuestra biología marina, pero desde el punto de vista político, la investigación ecológica ocupaba, en sentido general un lugar secundario. Si había algo que preocupaba al gobierno y a la industria pesquera estatal no era el mantenimiento adecuado de los bancos de pesca, ni la correcta alimentación de la población, sino satisfacer las cifras de captura que ordenaba el Partido Comunista con vistas a su exportación. No había dinero (o mejor dicho, si lo había, más no existía la voluntad política) para ayudar al sector privado que veía podrir la madera de sus viejos pesqueros, pero si para construir una flota descomunal de ferro-cementos y cooperativas gubernamentales que se harían cargo de acabar con los todavía abundantes recursos de nuestra plataforma insular.


Problemas Económicos

La ausencia de nuestros vecinos naturales (los norteamericanos) no sólo trajo miseria a cientos de miles de familias de pescadores locales, sino que les obligó a trabajar para un cliente creado artificialmente por la guerra fría: el CAME. Este nuevo “comprador” zanjó negocios con el régimen cubano como si el país entero fuera el traspatio neo-colonial del cual el bloque soviético podía abastecerse sin limitaciones. Excluidos del dinero que aportaba el mercado interno y el turismo tradicional americano, nuestros hombres de mar se vieron desplazados por una nueva clase de pescadores que depredaban nuestros mares con ayuda de la corrupción local y la planificación quinquenal. En otras palabras, la Europa del Este y la URSS, pagaban nuestras langostas con armas, o con ideología.

Así se destruyeron las mejores zonas costeras del país. Así se acabó con nuestros mejores caladeros. En aras de satisfacer a los nuevos amigos sibaritas el gobierno de Fidel Castro, el régimen transformó en hoteles y en resortes turísticos la inmensa mayoría de los antiguos clubes privados que en realidad pertenecían a los más diversos sindicatos de trabajadores del país. La actividad lúdica de estos intocables visitantes se constituyó entonces en la principal amenaza para los bosques de mangle (desmontados sin contemplaciones), los arrecifes de coral (espoleados hasta la saciedad por estos nuevos turistas) y la pesca deportiva, que era practicada únicamente por algunos mayimbes del palenque, todos los camaradas rusos, checos, o alemanes, pero siempre sin control.

Perdida la última posibilidad de poder mejorar el ambiente submarino con el esfuerzo de los científicos cubanos, Castro se dedicó a destruir durante la segunda mitad del siglo pasado, lo poco que quedaba.

Mientras la prensa pro-castrista declaraba al mundo que Cuba era un paraíso natural y que poseía 51 áreas marinas protegidas, la industria pesquera se servía de ellas en sus tiempos de “crisis”. Las langostas fueron regularmente exportadas en las épocas tradicionales de veda y durante años estos crustáceos mostraron largos periodos de baja densidad poblacional. Lo mismo ocurrió con los corales, o con los peces más apreciados, que fueron extraídos sin piedad por pescadores furtivos y cooperativas estatales para venderlos al turista. Peor fue la suerte de los seres humanos, convertidos en meros testigos de la debacle ecológica y sin ninguna autoridad social para frenarla.

Cuba siempre ha poseído costas con características únicas. El tramo comprendido entre el cabo de San Antonio y la Punta de Gobernadora posee, desde Punta del Muerto hasta La Fé, un litoral cenagoso con arrecifes aislados entre los 160 cayos firmes que conforman el Archipiélago de los Colorados.

Luego, hacia el este, aparecen peligrosísimos bajos que dificultan la navegación y que forman una cadena de arrecifes coralinos que se alejan a más de 15 millas náuticas (a la altura de los Cayos Buena Vista) de la costa.

De Gobernadora hasta la Península de Hicacos la costa es sumamente atractiva y sin peligros, ofreciendo a los navegantes (turistas o comerciales), magníficos puertos y playas propicias para el reposo o la actividad comercial. Entre los principales puertos en este tramo de litoral se encuentran los de Santa Lucía, Bahía Honda, Cabañas, Mariel, La Habana y Matanzas.

Desde la Península de Hicacos, hasta Punta Prácticos encontramos más de 2,517 cayos y cayuelos que conforman al Archipiélago Jardines del Rey, (también llamado Archipiélago de Sabana-Camagüey).

De Punta Prácticos a Punta de Maisí, se repite entonces otro sector de costa libre de obstáculos con abundantes puertos y bahías abrigadas entre las que hallamos la de Nuevitas, el puerto de Manatí, Puerto Carúpano (en la Bahía de Puerto Padre), Gibara, Antilla (en la Bahía de Nipe), Nicaro, Moa, y Baracoa. Estos puertos otorgan a la costa Norte un perfil costero óptimo para la navegación de gran calado.

Rumbo Este, ya por el Sur de la Punta de Maisí y hasta Cabo Cruz, la costa es casi recta, escarpada, y con hendiduras ocasionales. En este tramo se hallan dos de las bahías más abrigadas de Cuba: la de Guantánamo y la de Santiago de Cuba.

Entre Cabo Cruz y el puerto de Casilda la costa forma dos enormes concavidades (Golfos de Guacanayabo y de Ana María) se trata de litorales curvos acentuados hacia el interior que dan forma casi de bahías a las ensenadas de Birama y Sabana Lamar.

Esta parte del litoral es baja y pantanosa, y está resguardada de los temporales por sus fondos bajos y los más de 660 cayos pertenecientes al Archipiélago Jardines de la Reina.

Desde el puerto de Casilda a la Bahía de Cochinos, la costa es ocasionalmente rocosa y posee dos bahías magníficas: la de Cienfuegos y la de Cochinos. Desde esta última hasta Guanahacabibes el litoral vuelve a ser bajo y anegadizo, especialmente alrededor de la Península de Zapata, el Sur de la provincia de La Habana y la de Pinar del Río.

En este último sector marino encontramos al Archipiélago de los Canarreos con la Isla de Pinos y sus más de 670 cayos islotes y cayuelos distribuidos en tres grupos más o menos separados: los ubicados al Oeste de la Isla de Pinos (hasta la cayería de San Felipe), los que se localizan al Este (desde Punta del Este) hasta Cayo Guano, y los que se extienden más cercanos a la Isla de Cuba, desde Los Guzmanes (en el Golfo de Batabanó) hasta Cayo Piedras (al Sur de Bahía de Cochinos).

Como mismo ha ocurrido en toda la Isla, el litoral costero cubano no ha escapado a los delirios de grandeza del dictador cubano. Desde 1959 a la fecha, no son pocas las localidades costeras que han perdido sus nombres originales porque a Fidel Castro le ha dado por rebautizarlas cual si fuera un gran conquistador. La prueba más burda de lo que digo la tenemos en el mayor islote de la cayería Cayos Blancos del Sur, y que está situado en el Golfo de Cazones. Con motivo de la visita de Erich Honecker a Cuba en 1980, Castro rebautizó este cayo como Ernest Thälmann, y a la playa que se extiende entre Punta Espeque y Punta Brava, con el nombre de Playa Amistad Cubano-Alemana.


Deterioro Socio-Económico

Por eso digo que Cuba, a la vez que se deterioraba y perdía sus nombres originales en toda su geografía desde que la guerra fraticida acabó en 1959, también se detuvo en el tiempo. Una ausencia total de prosperidad social, de avance económico, o de enriquecimiento espiritual de su población están ahí, aún palpables, como pruebas irrefutables para demostrarlo. Isla de Pinos es el ejemplo cubano que más enseñanzas pudiera darnos. Bautizada por Colón como “La Evangelista” en su segundo viaje de 1494, la isla se mantuvo abandonada por la criminal administración española hasta que los ingleses decidieron arrebatársela al bandolero Pepe el Mallorquín. Devuelta a España bajo la condición de repoblarla, el nicho fue ocupado rápidamente por miles de norteamericanos que incluso, llegaron a reclamarla como parte de su territorio continental.

Con dos ríos navegables (Nuevas y Las Casas) para embarcaciones de entre 400 y 500 toneladas, Isla de Pinos es quizás el territorio cubano más empobrecido del archipiélago. Las infraestructuras que aún existen en aquella Isla fueron todas construidas antes de 1959. A excepción de las escuelas ideológicas que el gobierno destinó a adoctrinar a miles y miles de jóvenes africanos, todo lo que la revolución ha hecho en ese bello enclave ha sido destruirlo. Desde sus preciados mármoles a sus bosques, o desde su historia anglosajona hasta sus recursos marinos, todo ha sido borrado del mapa. Al poblado de Jacksonville lo denominaron “Cocodrilo”, pero a Mac Kinley, situado entre los ríos Las Nuevas y Medio, primero lo llamaron “Los Colonos” y después, nunca más lo han vuelto a señalar cartográficamente.


Conclusiones

Para poder aumentar los recursos marinos cubanos y devolverles la categoría de “sustentables”, Cuba necesita libertad y un gobierno democrático inmune contra el nepotismo y la corrupción. Para recuperar los primeros 500 metros de fondos marinos a partir de la orilla (alrededor de sus 5,700 kilómetros de litoral), y que estos vuelvan a recobrar la vida submarina, el pueblo de Cuba no puede tener hambre. Para que los maravillosos productos marinos de los cuales disponemos lleguen a la mesa de cualquier cubano, sin importar su estrato social, debe acabarse de una vez y para siempre con esa mentalidad de hacer de la pesca una “industria”. Cada cubano debe tener el derecho a poseer la embarcación que su presupuesto familiar le permita y a la vez, acatar responsablemente las normas legislativas que garanticen una explotación y utilización ordenada del mar.

El ejemplo puede parecer forzado en términos políticos, pero las mejores y más probables mejoras que observo para Cuba en materia de aprovechamiento marino son las mismas que predice Charles Logino en su libro “Migración de retirados en América”. Los ancianos cubanos carecen hoy de poder adquisitivo (apenas reciben pensiones difíciles de imaginar), pero un sector de la población norteamericana de la tercera edad seguramente vería a nuestro país como un lugar de descanso privilegiado. No dudo que llegada la paz social y la libertad a Cuba, miles de esos retirados seleccionen a nuestro archipiélago como su última y definitiva morada. Si esta inmigración es recibida con la hospitalidad que nos caracteriza, pero además con una ley de protección ambiental que se imponga ante los abusos, la naturaleza cubana pudiera mostrar síntomas de recuperación 50 años a partir de entonces.


Carlos Wotzkow
Suiza, Julio 15, 2007


Nota: Este texto es una introducción a los artículos ecológicos relacionados con el mar que irán nutriendo la página http://www.circulonaval.com/cayos_y_litoral_cuba.htm

Éste y otros excelentes artículos del mismo AUTOR aparecen en la REVISTA GUARACABUYA con dirección electrónica de:

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