SI SE PUEDE DECIR NO

Por Esteban Casañas Lostal.


En el reino animal casi todas las madres cuidan a sus cachorros mientras se encuentran desvalidos, es digna de admirar esa actitud en los animales que en la actualidad va desapareciendo en muchos seres humanos. Luego, cuando finalmente las aves tienen alas y saben volar, los padres le dicen; ¡Anda, vuela! Y cada cual emprende su rumbo, es muy probable que nunca se vuelvan a encontrar, solo en esto se diferencian de los humanos.

Esos sentimientos paternalistas estuvieron muy arraigados a las antiguas generaciones de cubanos, aún se conservan rasgos de ellos pero con menor intensidad, gracias a la división de la familia cubana desde la llegada de ese fatal régimen para la isla. Macabro trabajo realizado con bastante éxito, si tenemos en cuenta que el pilar que sostiene a cada sociedad es precisamente la familia.

En la actualidad y desde hace varias décadas, el divorcio entre parejas de jóvenes cubanos es tan natural como beberse un vaso de agua, la promiscuidad es aceptada en términos generales por sus pobladores sin los prejuicios de quienes nos antecedieron, convirtiéndose el sexo en el primer deporte nacional. Al producirse esa separación y en la mayoría de los casos, el padre abandona a los hijos a su suerte, sin haber tenido ellos alas suficientes para emprender sus vuelos. Sus salarios miserables no le alcanzan para fundar una nueva familia y atender a la anterior, la solución más sencilla es emprender la nueva vida y repetir en ocasiones este ciclo. En este aspecto los animales nos aventajan.

Aún así, las manifestaciones paternalistas persisten en la mente de muchos cubanos aunque no la practican y en este aspecto, se distinguen de otros seres de diferentes regiones del mundo. Vemos con frecuencia a nuestras ancianitas hablando de sus niños, cuando en realidad se trata de hombres sumamente maduros, aunque en menor cuantía que los años anteriores a la revolución. Nada de esto lo he estudiado, lo viví en mi tierra.

¿Las razones de esta introducción? Al escribir recientemente “Socialismo, hasta que la muerte los separe”, entre los mensajes que me llegaron no se podían ocultar esos sentimientos que les narro y me surgen algunas preguntas; ¿No es el pueblo cubano adulto? ¿No ha podido palpar ese pueblo toda la destrucción causada en el país por ese régimen? ¿Será necesaria la continuidad de los mimos paternales? ¿No creen que es hora de decirles, levántate y anda, vuela?

Me surgen esos cuestionamientos cuando veo, el derroche de justificaciones a las actitudes negativas de nuestro pueblo. No podemos cegarnos, siempre he manifestado que es casi imposible derrocar a Castro con el uso de la fuerza y sobre ello he escrito, eso solo será posible, cuando el mismo ejército sea el que inicie la marcha y se una al pueblo como ocurrió en Rumanía. Pero mientras el pueblo no actúe como detonante a esa situación, todo continuará estático como hasta ahora.

En el caso de la firma estoy en total desacuerdo, los filósofos rebuscan en sus manuscritos justificaciones a este acontecimiento, los historiadores hurgan afanosamente en la historia, los intelectuales usan sus mejores palabras para buscar la justificación necesaria, en fin, todo el mundo le encuentra una razón, hasta los mismos opositores dentro de la isla a modo de consuelo.

No se puede derrocar a Castro con tirapiedras, de eso no me cabe la menor duda, pero si se le puede decir que no y esa maravillosa oportunidad la ha perdido el pueblo cubano. Han aparecido casos donde se han tomado medidas extremistas contra los que se negaron a firmar, surge otra pregunta; ¿Pueden esas medidas aplicarse contra todo un pueblo? Por supuesto que no, además, ¿no hubo hombres valerosos que se negaron a firmar?, ¿les ha pasado algo a su totalidad?

Se puede decir que no y esto no lo afirmo desde la comodidad de una computadora, como algunos han expresado, pero valga una sana aclaración, estar sentado detrás de esta computadora tuvo su precio y lo mencioné en aquel trabajo, yo pagué mi precio como todos los que me antecedieron, pero cuando afirmo que se puede decir que no, lo expreso porque en varias oportunidades lo hice dentro de la isla a riesgo de perder mucho más que el simple obrero.

Llevamos 43 años tratando de justificar lo injustificable y aunque nos duela, la actitud del pueblo cubano es impredecible, es enigmático. Hoy grita ¡Libertad! Junto al Papa en la plaza y mañana sale a realizarle un acto de repudio al mismo Papa. Hoy espera con ansiedad el paquete o dinero que le llega de los familiares de los EU, y mañana sale en una marcha vociferando consignas contra aquellos que mitigan su hambre.

Otros manifiestan que es muy cómodo opinar desde el exilio, pero ignoran que ese mismo exilio es quién ha hecho mas por su país, ante la indiferencia de nacionales y extranjeros, que solo hoy son capaces de despertar ante la magnitud del crimen que se comete contra Cuba. Por el exilio tan difamado han desfilado millones de cubanos de todas las generaciones desde nuestras guerras de independencia, Martí fue uno de ellos y víctima también de esas campañas difamatorias.

Muchos “Cubanólogos” de pacotilla que ignoran la realidad de nuestro país, pretenden enseñarnos a conocer a nuestro pueblo, la mayoría de ellos radican en el exterior y son por lo general de ideas izquierdistas, que necesitan la existencia de ese régimen para continuar engañando a sus pueblos. En el exilio radicamos varias generaciones de cubanos y muchos hemos sido formados bajo ese régimen, conocemos de primera mano todos los sufrimientos, vicisitudes, hambre, traiciones, delaciones, cómo actúan todos esos organismos que pretenden enmascarar como ONG, con la complicidad de organizaciones internacionales.

No comparto esos sentimientos paternalistas llevados hasta la vejez, cuando mis hijos fueron grandes, les mostré las herramientas necesarias para que emprendieran su vuelo, siempre me mantuve volando muy cerca de ellos y obtuve muy buenos resultados, nunca los abandoné, pero limité los mimos. No propongo en ningún momento abandonar a nuestro pueblo, pero creo que es hora de darle las herramientas. Con esos mimos solo se ha logrado un pueblo que vive muy a gusto con su papel de víctima, un pueblo con un amplio repertorio de justificaciones, un pueblo sin verdaderos hábitos de trabajo, un pueblo indiferente a la destrucción de su nación. Es precisamente ese pueblo el que debe salir de ese abismo, pero basta de considerarlo un infante.

Si no se pudiera decir que no, entonces es mentira de que Bayamo fuera incendiada.


Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá
2002-07-06


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