EN UNA FINCA LLAMADA CUBA

por Esteban Casañas Lostal.


Los últimos acontecimientos ocurridos en la finca merecen dedicarles un mínimo de atención. La finca digo y existen razones para tal expresión. Debe ser así, cuando a tu casa entra un individuo bautizado como “trabajador social”, y con autoridad suficiente sobre la de sus inquilinos para realizar una inspección. Podemos suponer entonces que, no existe señal alguna de privacidad y esos seres forman parte de una propiedad. Los criterios pueden ser muy diversos cuando te enteras que esas absurdas y arbitrarias inspecciones son aceptadas con pasividad. ¡Ahh! Una de las supuestas justificaciones que nos encontraremos en el camino conducidos por nuestra curiosidad será que, los compañeritos “trabajadores sociales” comprueban la existencia de los efectos electrodomésticos de cada familia, para asignarles equipos nuevos que satisfagan las necesidades del hogar (por gentileza del estado o en su defecto, el patriarca, patrón, capataz, amo, dueño, etc. de esa finca llamada Cuba) Aceptemos cualesquiera de las justificaciones que se puedan fabricar, y olvidemos también los decomisos que se producen en muchas de las visitas de esos individuos sociales, cuando solicitan las facturas de compras de los equipos “extraños” que encuentran a su paso, y las víctimas seleccionadas no pueden presentarlas. Puede deducirse erróneamente que tu casa no es tu casa y que nada de lo que se encuentre en su interior es de tu propiedad, puedo estar equivocado.

Como les decía al inicio, los últimos acontecimientos merecen un poco de atención. Resulta que después de cuarenta y siete años despetroncando al país, se nos aparece la benévola “revolución cubana” repartiendo ollitas de presión, arroceras, hornillitas eléctricas, chocolatín, y eso no es todo, anunciando la eliminación total de los apagones. ¡Increíble! Cuarenta y siete años para obtener esos “logros”. ¡Ahh! Esas ollitas y hornillitas se entregarán luego de seminarios y conferencias donde se le explique al pueblo cómo utilizarlas. ¡Ño! Como si ese pueblo se encontrara al mismo nivel de los indios del Amazona.

Esta tardía repartición de enseres y productos que nunca debieron desaparecer del mercado cubano, me remontan a mi época de marino y especialmente a un viaje realizado hasta Nicaragua antes de las elecciones que perdiera el cachorro Daniel Ortega. ¿No puede tratarse de un golpe de efecto? ¿Realizado por quién o quienes? Pongo de ejemplo el caso de Nicaragua, porque en aquel entonces el buque “Otto Parellada”, donde yo trabajaba como Primer Oficial, transportó a manera de donación unas quinientas toneladas de artículos de primera necesidad que, como es de suponer, escaseaban en nuestra isla. Nosotros no fuimos los únicos en transportar esas mercancías hasta ese país. Aquella donación extra realizada en período electoral, buscaba un solo objetivo, dar un golpe de efecto que hiciera cambiar la opinión del electorado. Recuerdo que una compañía norteamericana, profesional en la realización de encuestas, daba por vencedor a Ortega con un amplio margen sobre la Chamorro. Sin embargo, ellos, los sandinistas y el gobierno cubano, sabían perfectamente sobre la existencia de ese misterioso comportamiento humano cuando se vive con doble moral, y se dieron a la tarea de menguar sus efectos, los resultados son conocidos.

¿Pudiera aplicarse al caso cubano? Por qué no, no resultan extrañas todas esas supuestas bondades bastante tardías, ¿resultan pocos cuarenta y siete años para la distribución de unas pocas porquerías? Estoy convencido de que se puede aplicar al caso de Cuba, puedo estar equivocado. ¿Quiénes serían los autores de ese golpe de efecto? No me cabe la menor duda que toda la nomenclatura en el poder actualmente y razones sobran para ello. Ven en el progresivo deterioro de la imagen de su líder razones muy fuertes para estar preocupados, esas constantes reacciones casi infantiles ante eventos políticos nacionales e internacionales, esos discursos interminables cargados de una retórica gastada por décadas, y su empeño en continuar jodiendo hasta el final de su existencia, tienen que ser razones suficientes para preocupar a cualquiera. Es lógico también que, ellos no deseen dejar de mamar de la teta como han venido haciendo durante estas casi cinco décadas.

Hoy por hoy, la imagen malgastada de Castro es usada como la de Mao en sus últimos tiempos de existencia. Tratan de mantener un equilibrio y ganar tiempo para sembrar los cimientos del período posterior a su muerte, que no será distinta a la actual mientras toda esa cúpula de corruptos mamones se mantenga en el poder. Por un lado, tratan de comprar voluntades por medio de tarecos que nunca debieron desaparecer de la vida de los cubanos. En casos como el de nuestro pueblo, las reacciones deben ser similares a las de animalitos amaestrados en los circos, menean la colita ante cualquier golosina. Cuarenta y siete años de miseria pueden fatigar a cualquier pueblo, y si esa miseria va acompañada de un constante bombardeo ideológico con una casi total desinformación del acontecer mundial, los resultados pueden ser fatales.

Mientras esos signos de tardía prosperidad ocurren y pueden hacer variar criterios dentro de la población, no es casual ni accidental un incremento de la represión para mantener el miedo cosechado por el envejecido y despiadado dirigente. Mientras ocurren todos esos eventos similares a un golpe de efecto, al viejito lo dejan continuar en sus jueguitos infantiles. Hoy, una marcha con banderitas y discursos contra cualquier cosa. Mañana, una agotadora mesita redonda, y pasado mañana lo dejan levantar otra murallita cual castillito de arena que un día construimos en la playa. Preocupados en la construcción de sus cimientos, olvidan esos depredadores ¿qué ha sucedido tras el derrumbe de regímenes totalitarios? ¡Que levante la murallita! Ya el pueblo se encargará de derribarla junto a todos los monumentos que les recuerde la infamia vivida en estas casi cinco décadas.


Esteban Casañas Lostal
Montreal..Canadá.
2006-01-30


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