EL ARTÍCULO OBLIGADO DE LOS LUNES

por Esteban Casañas Lostal


Pasan las horas y no puedo decidirme, debo hacerlo, muchos esperan para aplaudir o atacar, leerlo o borrar inmediatamente de sus correos. Lo hago por placer, quizás sea esa imperiosa necesidad de hacernos sentir, tal vez por esa urgencia que imponen aquellos que no pueden hacerlo desde la isla, ¡hay que hacerlo!, me digo siempre. Pero no siempre existe el motivo o voluntad para hacerlo, hoy mismo, me falta el tema. Busco entre todas las páginas que visito frecuentemente en afanada búsqueda y casi me doy por vencido.

El segundo, que ahora no se sabe a ciencia cierta si es el primero o será el segundo en partir hacia ese viaje sin regreso. Bueno, el tipo que siempre fue medallista de plata en la actual Cubazuela, como Alejandro Casañas en los ciento diez con vallas, acaba de engavetar las cenizas de su mujer en una fastuosa bóveda. Miro las fotos y me llama la atención el derroche de cemento utilizado en aquella columna donde pretende perpetuarse sin razón o nuestro consentimiento, ¿cuántas placas no se pudieron construir con todo ese cemento?, ¿de dónde salió la plata? Dicen que Mayarí Arriba es el escenario, allá recogí café cuando la crisis de los misiles en el 62, aquella donde su hermano mayor propuso lanzarlos en contra de los americanos. Su hermano mayor es un piadoso viejito que anda con su bolsita de excrementos escondida debajo de una chaqueta marca Adidas. Ahora escribe “reflexiones”, parece que los plomeros se equivocaron en las conexiones de tuberías y desviaron los residuos humanos hacia el cerebro. No me importa el tema, es mango caído y salto hacia otra noticia. ¡Ahhh! Se me olvidaba, Mayarí es una zona cafetalera, ¿dónde se escondían o combatían? Siempre han dicho los que más saben, que los guerrilleros de esa zona andaban con los uniformes almidonados.

Leo otro artículo escrito por Yndamiro Restano en la página Cubadeellos, lleva por título “Los esbirros mediáticos” http://www.cubanuestra.nu/web/article.asp?artID=8467

Ya se ha escrito lo suficiente sobre este individuo que una vez se disfrazó de disidente, es de aquellos travestidos políticos que logró infiltrarse en Miami luego de una amplia campaña internacional por su liberación. Desde acá, el antiguo marino hijito de papá, llama “esbirros batistianos” a quienes se oponen a la política de Castro, y al parecer, olvidó las decenas de muertos que su padre condujo hasta el paredón cuando era miembro de los tribunales “revolucionarios”. Tampoco me importa y salto de noticia dentro de la misma página.

“Los negros de Cuba”, me llama la atención y me detengo unos instantes, ya se ha hablado de ellos suficientemente. Sin embargo, el título me atrae, “Negros, sí, y tan cubanos como tú” http://www.cubanuestra.nu/web/article.asp?artID=8431 El director de la página se inspira sobre unas fotos que recibió y pretende mostrarnos su ángulo tolerante y anti racista. ¡Claro! Vagamente y desde el prisma equivocado. ¡Pobres negros! Diría yo, les prohíben entrar a los hoteles de su país y deben acudir a las aguas contaminadas del malecón. Publica el nombre de la persona que le envió el mensaje y no conforme con ello, hace pública también el de la lista de amigos de aquella persona. No me interesa el tema y cambio definitivamente de página.

“La juventud cubana” Última ficha de Castro. http://www.lanuevacuba.com/nuevacuba/notic-07-06-2500.htm Me detengo nuevamente y leo, sigo buscando una razón para el artículo de cada lunes. Es indudable que ese viejo es un descarado y su vergüenza se ha mezclado perfectamente con sus excrementos. Precisamente ayer, hablaba con una persona de mi generación, es un médico de aquellos que eligieron, por suerte de un azar maligno impuesto en nuestra tierra, vivir precisamente fuera de ella. Nada significante para muchos apologistas del régimen y desconocedores por excelencia de nuestras verdaderas realidades, las mismas que me impulsan a escribir cada lunes. Trato de hablar de un país que acogía a inmigrantes antes de llegar al poder ese viejo cagón, hablo de una tierra que atrapaba a sus habitantes con sus encantos, dificultades, pobrezas, corrupción (hoy multiplicada), virtudes, sueños, soles, playas. Trato de hablar de un país donde escapar no era una prioridad en la vida y donde a nadie se le había ocurrido fabricar una balsa donde pusiera en peligro su vida. El hombre, pausado al principio, invadido tal vez por el temor a ser delatado, porque cada uno de nosotros somos enemigos en potencia, me hablaba tratando de ocultar su miedo. Luego, liberando su conciencia después del tercer trago, se abrió totalmente, porque aunque Castro no quiera o lo oculte y su sistema lo reprima implacablemente, el ser humano acude a una imperiosa necesidad, la de identificarse consigo mismo, nunca podrán viajar en rumbos divergentes el cuerpo y la conciencia, siempre hay un punto de encuentro. El hombre había leído este artículo y me lo comentó, yo estaba ansioso por leerlo y comentarlo. ¿Qué carajo puede pedirle a las nuevas generaciones de cubanos? Si nosotros pertenecemos a la que se entregó en cuerpo y alma a la construcción de una sociedad nueva, el sueño de todo cubano, nuestro paraíso. Pertenecemos a la generación más dócil y laboriosa, la más disciplinada, la mejor de todas, pero a su vez, la más traicionada. Él, como muchos de los que me escriben, vive en el continente africano y es feliz. ¡Hay de todo! Frijoles negros, colorados, yuca, malanga. ¡Igualito que antes! Cambié de página, deseaba refrescar, fui hasta un foro donde frecuentemente disfruto de películas y documentales. Siempre que el tiempo me alcanza, trato de actualizarme sobre la realidad cubana, aunque por un instinto natural, evado inmiscuirme en un tiempo que no me pertenece, prefiero seguir escribiendo sobre el mío, el que viví en carne y hueso. La curiosidad me hizo picar en un título atractivo, “Mariposas en el andamio” http://z8.invisionfree.com/CAFE_CUBANO/index.php?showtopic=3056 Se lo recomiendo a todo aquel que haya logrado llegar a este párrafo.

La Güinera era un barrio muy cercano a otro donde pasé parte de mi infancia, no era un barrio en sí, era un asentamiento marginal de gente muy pobre, como muchos que se multiplicaron en toda la isla después de la frustrante “revolución”. No pretendo con ello decir que no existieran en Cuba antes del 59, insisto en recalcar que se multiplicaron ante la ineficiencia del régimen en satisfacer las demandas del crecimiento demográfico del país. La Güinera, como la mayoría de aquellos asentamientos establecidos en todas las provincias del país, fueron focos de extrema violencia y altísimos índices delictivos dentro de la sociedad cubana. Mientras más pobres y marginados, más violentos fueron esos barrios de La Habana, donde, la incursión de los carros patrulleros resultaba arriesgada y difícil. Eso lo conocemos todos los cubanos.

Me sorprende sin embargo, el foco central del documental que se desarrolla en La Güinera. Viajas en un vehículo increíble, dentro de un mundo infestado por un machismo rancio concebido exclusivamente para los “Aseres”, y esa lucha tenaz de travestís y homosexuales por ganarse un espacio dentro de su familia y la sociedad. Esa batalla realizada por aquellos muchachos vestidos de mujeres, pudo resultar más cruenta e importante que todas aquellas experimentadas por el régimen en sus aventuras belicistas africanas.

Al final, las pelucas, extravagantes maquillajes, vestuarios de escenas, imitaciones fantásticas, actuaciones especiales, duelos familiares y rostros y cuerpos que despertarían la envidia de muchas mujeres aseres del barrio, se rindieron ante la lucha de seres que solo desean ser comprendidos y manifestarse sin doblaje de sus personalidades. No exenta de los mensajes subliminales que favorecen al sistema y abundan durante gran parte de su proyección, los travestís y homosexuales se imponen y ganan una batalla. Porque señores, haber superado aquella prueba en un barrio como La Güinera, es mucho más relevante que la batalla de Cuito Cunavale, hay que tener los pantalones o las sayas bien puestas. Después de esto, se nos quiere presentar a una Marielita Castro como redentora de los homosexuales, cuando en realidad han sido ellos quienes ganaron ese espacio y reconocimiento dentro de aquella podrida sociedad. ¿Por qué no hemos hecho lo mismo que ellos? Ni fresa, ni chocolate.


Esteban Casañas Lostal
Montreal..Canadá.
2007-06-25



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