LA POLÉMICA CUBANA

por Esteban Fernández

Yo creo que las polémicas entre cubanos solo ayudan a Fidel Castro. Yo no entro en polémicas con nadie. A mí me importa un carijo cómo piense cada cual, y después de 36 años escribiendo me da lo mismo lo que alguien piense de mí, pero a los cubanos nos encanta discutir, polemizar, discrepar, estar en desacuerdo. La polémica puede ser actual, por algo que pasó ayer, pero también podemos remontarnos a lo más recóndito del pasado y fajarnos por algo que pasó en Cuba hace más de 60 años.

Los demás latinoamericanos nos ven discutiendo acaloradamente y después se quedan fríos de la sorpresa cuando descubren que el motivo de la pelea es por algo que sucedió en nuestro país a mediados del siglo pasado.

La cosa más fácil y sencilla del mundo es formar una enorme polémica entre un grupo de cubanos. Usted los ve reunidos en una fiesta divirtiéndose y hablando amigablemente, y lo único que usted tiene que hacer es acercarse a ellos y, por ejemplo, decir: "A mí me parece que Fulgencio Batista hizo muy bien (o mal) en dar el golpe de estado del año 1952 ¿qué creen ustedes?".

Y ahí mismo "arde Troya". Ya usted sabe que esa discusión va a durar por lo menos tres horas. De los AMERICANOS tampoco se puede hablar (ni bien ni mal) sin provocar una polémica.

Hay dos palabritas que siempre son el inicio, la provocación, y motivo supremo de polémica entre nosotros, y esas dos palabras son: "Yo opino".

Ya usted perfectamente sabe que desde que a usted se le escapa "Yo opino", en seguidita va a surgir otro cubano que opine diferente que usted.

Las respuestas cubanas a toda opinión son: "Tú no sabes lo que estás hablando", "de eso nada", "olvídate del tango", "tútaquivocao", "tutaloco", "chico, no hables basura", "¿quién te dijo eso"?, "¿de donde tú sacaste eso?", "eso no es así", "Estás hablando lo que pica el pollo".

Posiblemente uno de los momentos más traumático para los cubanos es cuando vemos una polémica en la cual no podemos participar. Nosotros no vemos los debates presidenciales en este país sino que los SUFRIMOS.

Desde que ponemos la televisión, y comienza el debate, el cubano se levanta de su asiento y comienza a discutir con los dos candidatos. Inmediatamente el cubano se siente mentalmente como que ÉL ES EL TERCER CANDIDATO y los verdaderos candidatos son un par de comebolas que no saben responder adecuadamente a las preguntas.

Y no solamente los cubanos nos sentimos ser cada uno de nosotros "el tercer candidato" sino que nos desesperamos y estamos en desacuerdo con las preguntas que hace el moderador. Por lo tanto, además de ser el "tercer candidato" quisiéramos también ser el moderador. Y a cada rato decimos: "Eh ¿y no les van a preguntar nada de Cuba?".

Yo vi un debate presidencial hace años junto a un viejito cubano.

El viejito polemizó ardientemente con los dos candidatos, y si yo daba (o me atrevía a dar) alguna opinión ¡polemizaba conmigo también!.

Cada vez el anciano se acaloraba más y me dijo como 50 veces: "¡Chico, ésta gente no sabe lo que está hablando, Fidel Castro 45 años matando cubanos a 90 millas de aquí y están discutiendo de taxes y de social security, están locos, compadre!"

Hubo un instante en que le preguntaron a Bush sobre el aborto, y ahí mismo el viejo se tiró de su asiento y gritó: "¡Ahí, ahí está la pregunta que yo quisiera me hicieran a mí, dile, dile, aprovecha la oportunidad y contesta que la única que se debió hacer un aborto fue Lina Ruz en Birán en el año 26!".

Cuando se terminó el debate, a modo de broma, jugando con el viejo, le dije: "Chico, no te preocupes que dentro de cuatro años yo voy a votar por ti para Presidente de los Estados Unidos". El viejo me miró seriamente y me dijo: "No, chico, qué va, ya yo estoy muy viejo para esas cosas".

Y les juro que lo vi listo para polemizar conmigo sobre la posibilidad de ser candidato a la Presidencia de U.S.A. en el 2008!.


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