¡QUE VIVAN LOS JARDINEROS!

por Esteban Fernández

Posiblemente lo primero que nos impresiona al llegar a este país es ver el césped en cada casa, tan bonito, tan uniforme, tan verde. Al principio pensamos admirados que "¡Dios hizo la naturaleza pero los norteamericanosla perfeccionaron muchísimo!"

Al comprar una casa en un barrio americano nos sentimos como que en ese momento estamos REPRESENTANDO A TODOS LOS LATINOAMERICANOS del Universo.

Es decir que tenemos que esmerarnos con nuestro césped para que los americanos no puedan decir que: "¡Todos estos hispanos son iguales, son unos cochinos!"...

Nosotros estamos acostumbrados a que el domingo es el día de descanso y de elegantizarnos, pero con sorpresa vemos que nuestros vecinos Joe y Peter se levantan ese día, se visten de mamarrachos, se ponen uno pantalones de mecánicos rotos, un par de tenis sucios y un T-Shirt empercudido y se ponen cada uno a arreglar su césped. Como existe la teoría absurda de que "en el lugar donde usted esté debe imitar al nativo" nos ponemos a emular a los vecinos.

Entonces uno se mete la semana trabajando y el domingo queremos utilizarlo para competir con toda la gente de la cuadra a ver quien tiene el césped más verde...

Pronto nos damos cuenta de que lo que para ellos es un placer y un entretenimiento para nosotros los cubanos eso es un TORMENTO, y cada domingo lo terminamos con dolor en la espalda, con ampollas en las manos, con el pescuezo quemado por el sol, y encima de eso nos entra un complejo tremendo porque a pesar del esfuerzo realizado nuestro césped no está luciendo tan bello como el de ellos.

Pero no nos damos por vencidos,le decimos a la esposa: "No te preocupes,vieja, que el domingo que viene voy a estar mejor preparado para esta lucha".

Increíblemente en esos momentos se nos escapa una frase fidelista y le decimos a la mujer: "Oye lo que te voy a decir, en este asunto del césped tú verás que YO LE VOY A GANAR LA GUERRA AL IMPERIALISMO"

Entonces el domingo salimos para el jardín con un sombrero en la cabeza para no quemarnos, un par de guantes para no hacernos ampollas en las manos,un par de espejuelos de esos que usan los que trabajan en la soldadura para que no nos caiga hierba en los ojos. Y los vecinos americanos nos miran creyendo que somos unos ASTRONAUTAS acabados de venir de un viaje a la Luna.

De pronto hacemos un descubrimiento maravilloso, nos damos cuenta que existe en el mundo una cosa extraordinaria que se llama JARDINEROS, un montón de muchachos jóvenes, fuertes, saludables, expertos en sus países de orígenes en las labores agrícolas, y que viene un montón a nuestras casas, cobran barato, y en 20 minutos resuelven alegremente lo que a nosotros nos llevaba el fin de semana entero sufriendo.

El domingo por la mañana cuando llegan los jardineros nos entra tremenda alegría, ya sentimos que son "íntimos amigos nuestros", los recibimos con si hubieran llegado de visita George y Laura Busch, y les decimos: "Muchachos, no me llamen más Don Esteban, yo soy Estebita, lo que quiero hoy es que me siembren en el patio una mata de limón, otra de mango y una de guayaba"

Y de pronto, cuando menos los esperamos, se nos acercan los vecinos americanos y nos preguntan: "¿Como se "llamar" el gardener de usted, por favor "hablar" con ellos para que nos hagan nuestro garden".

Y mientras eso sucede ya podemos irnos el domingo a la Iglesia, a comer en "El Colmao" y saludar a Pepe de Vivar,a visitar a unos amigos y a jugar dominó y al regresar nos ponemos las manos en la cintura y decimos:"Ñooo, que lindo está este jardín, que VIVAN LOS JARDINEROS"



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