JUICIO A CASTRO

por Esteban Fernández


Digan lo que digan yo creo que la gente en Irak se está portando muy bien. ¿Ustedes no han visto el juicio a Saddan? Por favor, la cosa en Cuba sería completamente diferente. En Irak los testigos se portan tranquilitos, humildes, y hasta asustados se esconden detrás de una cortina.

Lo nuestro sería diferente por completo. A Fidel lo afeitaríamos en seguidita, y le pondríamos una de las pijamas de Michael Jackson. Una azulita con florecitas rosadas. Fidel afeitado se le verían las 15 mil arrugas que posee.

Desde que entre al juicio una vieja del publico le grita: “¡Hijo de perra, tu mataste a mis tres hijos!” Allí estarían miles de testigos, desde los descendientes de los soldados muertos en el Moncada, los parientes de los guarijos asesinados en la Sierra Maestra durante los años 57 y 58, hasta los familiares de los pilotos derribados de Hermanos al Rescate.

El Fiscal (un amigo mío llamado Tito Rodríguez O.) pide la pena de muerte inmediatamente. Fidel pide que lo dejen hablar como hizo después del ataque al Moncada. Y le gritan miles de personas del público “¡Cállate la boca desmadrado, ya has hablado bastante durante casi 50 años!”

Allí están parientes de Sosa Blanco, de Sorí Marín, de Plinio Prieto, de José Castaño. Todos quieren hablar, todos quieren testificar. Unos americanitos de apellido Morgan gritan: “F… you, you kill grandpa William!”...

El abogado defensor (el padre de Elián González que lo botaron de su trabajo de camarero y ahora dice que es abogado) pide que le perdonen la vida y que simplemente lo encierren en la jaula de los monos en el zoológico de La Habana. Como alimento que le den una libreta de cartón de racionamiento diario y que le den orine de camello para bajar la dura libretita. Pero ese sería el castigo para él por haber sacado a su hijo Eliancito de Miami.

A gritos Fidel pide la presencia de Ramirito Valdés para que le sirva de testigo y asuma la responsabilidad de los asesinatos. Y el Juez Hurtado Aparicio le dice: “No se preocupe que ahorita viene José Abrahantes a defenderlo”

Hasta unos padres y hermanos de soldados caídos en Angola piden testificar en contra de Castro y éste les grita: “¡Esos son mártires de la patria!” Y le contestan: “Está bien, pero ahora les tocan a tus hijos Fidelito, Alex, Alejandro, Alexander, a Antonio y hasta a la vieja Dalia ser mártires de la patria también”

Fidel sostiene que “este no es un juicio justo”. Y el jurado le responde que es mucho más justo que los que él celebró desde enero del 59. Chávez pide su extradición, y los cubanos aceptan siempre y cuando Luis Posada Carriles sea el encargado de transportarlo.

El tirano dice: “Ustedes no entienden, yo acabé con el antiguo Partido Comunista de Cuba, con los viejos bonzos, mandé al Che Guevara al matadero, ajusticié a Arnaldo Ochoa y a Tony de la Guardia ¿qué mas quieren ustedes?”

El jurado llega al acuerdo de no darle paredón ya que esa es una palabra que nos trae tristes recuerdos. Mejor que sea carnada de las pirañas. Algunos quieren que lo condenen cadena perpetua. Fidel quiere que lo destierren y lo envíen a Suiza donde él tiene algunos ahorritos.

Al final (muy diferente a Irak) la multitud le parte para arriba y lo convierte en picadillo. Unos marines que observan impávidos la situación y que ya han aprendido algunas palabritas durante su corta estancia en Cuba: Dicen: "¡Ñoooooo, pal'carijo, estos cubanos ser muy diferentes a la gente de Irak" Y en el nuevo "Diario de la Marina" escribo mi primera Nota Breve titulada: “EL PUEBLO CUBANO HIZO JUSTICIA".


FIN



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