EL CHUCHERO CUBANO

por Esteban Fernández


Los cubanos finos no poseen UNA BUENA PALABRA importante y solitaria que pueda identificar plenamente nuestra finura y educación esmerada.

Pero los chucheros tienen una palabrita magnífica, brillante y famosa, la cual desde que uno de ellos la suelta ya sabemos que lo que viene atrás es "saoco la tumbadora"

Y esa palabra es ASERE. Enseguidita que un compatriota nos dispara:"OYE ASERE" ya usted sabe que tiene que responderle: "Dime, Monina", porque sino no estamos a su altura cultural e intelectual.

Los chucheros siempre han sido una minoría dentro del conglomerado cubano, pero suficientes para hacerles creer a los ignorantes (sobre todo “Don Francisco”) que todos los nacidos en la Perla de las Antillas son graduados de la universidad del Solar del Reverbero, cuando la verdad es que lo único que hemos hecho es recibir simplemente un curso intensivo en la materia.

Y entonces los que se tragan ese paquete van al consultorio de un médico cubano y quedan sorprendidos y decepcionados con el modo de hablar discreto y correcto del galeno. Posiblemente van allí pensando que el médico cubano los va a recibir diciendo: "¡Que volá, caballo, estoy aquí curralando de a butín, abacorao con tanta pincha, vete para el gao y llama a un babalao!".

Desde luego, y en honor a la verdad, lo bueno que tenemos los cubanos es que casi todos sabemos descender al nivel del chuchero y quizás eso incremente el mito. Y si un chuchero va a ver al mismo fino médico y le dice: "Dotó, tengo una ñáñara en un pata que me tiene turulato" el doctor le puede ripostar: "Aguantíbiri batíbiri que eso no es ná".

Y cuando el chuchero se despide y le pregunta: "Mi tierra ¿cuánto va a ser la herida?" el galeno le sabe responder: "Consorte, suéltale el gallo a la jeba que está afuerate".

Cuando yo vivía en Cuba el chuchero más famoso era Carlos Monteczuma en su papel de "Ñico Rutina". Pero cuando cambió sus bellas palabras de "Anota Flora, Pita Camión" por "Viva Fidel” ahí mismo dejó de ser gracioso para convertirse en un repugnante. Lo cual demuestra que es mucho peor ser fidelista que tártaro.

En nuestra Isla, más que una molestia, los chucheros eran motivo de entretenimiento y diversión, al mismo tiempo que de ellos aprendíamos la forma adecuada para "tirarnos para el solar" cuando la situación lo requería.

Y como si hubieran sido unos PROFESORES del difícil arte de la chabacanería respondían a todas nuestras preguntas con absoluto dominio de la jerga y nos iban ilustrando: "¿Qué tal es ese tipo?"... "Eso es carcañal de indígena"... "¿Esa es tu novia?"… "Nonitro, la andoba es un punto filipino que estoy atrabancando"... "¿Ya comiste?"... "No he jamado porque no tengo astilla"... "¿Necesitas dinero?"... "Cirilo Villaverde, de Guillermón Moncada pásame tres cocos Cachirulo Montalbán".

Y yo me pregunto: ¿Cuántos libros, artículos, editoriales, discursos, hemos hecho contra Castro (total lo reciben como héroe en todas partes y lo llaman "Presidente") cuando en realidad con ese monstruo lo que tenemos que hacer es "tirarnos pa’ lo chapeao"?. A veces yo le llamo H.P. y algunos se molestan.

Yo estoy tan harto que creo que mejor hubiera sido usar como nuestro vocero oficial a un chuchero que allá en el año 62 al despedirse me dijo: "Espanto la mula porque Fidel es un penco, Raúl es cherna, el Che es un cacafuaca y esta revolución es orine de canguro".

Y eso no es todo, fíjese si este CHUCHERO está claro que el otro día me lo encontré y le pregunté: "Oye, candela ¿qué tú crees que se debe hacer para solucionar la situación de nuestro país?". Y con tres palabras me dio su magistral respuesta: "¡Guiso al caballo!".



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