¿LA TONTERÍA CUBANA?

por Esteban Fernández


¿Que es eso? ¿Tontería cubana?. Eso no existe. Yo nunca me he encontrado con un cubano tonto. Podemos, en determinado momento, cometer una tontería, pero enseguida nos recuperamos, nos damos cuenta de que hemos metido la pata y le decimos a todo el mundo, como si fuera un juramento: “Mas nunca en mi vida vuelvo a cometer ese error”.

No es un asunto de genes que nos impidan ser tontos, sino que es el medio ambiente en que nos desenvolvemos casi desde que abrimos los ojos al mundo. No nacemos listos sino que nos hacemos.

Y es algo muy difícil de explicar porque no es que los cubanos a nuestro alrededor nos enseñen y nos den clases de cómo NO SER TONTOS sino que es AL CONTRARIO: Siempre, todos en nuestro entorno, quieren que seamos tontos, y es a través de la defensa personal que le ponemos una coraza a toda demostración de tontería.

Desde el mismo Kindergarten comienzan las burlitas y los deseos de hacernos tontos. Se burlan de todo, desde nuestro nombre hasta de unos huecos que tenemos en las medias. Yo no sé cuál era el motivo pero cuando yo era niño las medias siempre se rompían en el dedo gordo del pie.

Los padres debían (y no siempre lo hacían) tener mucho cuidado en el nombre que le ponían a su hijo porque podían provocar que los demás niños en las clases lo “coñaran” mañana, tarde y noche. Yo tenía un compañerito de escuela que era muy bueno sin embargo la gente se figuraba que era “tonto” porque se llamaba Sacramento Mansito. Desde luego, Sacramento supo demostrar que de tonto no tenía un pelo.

¿Y dije: “De tonto no tenía un pelo”? Sí, “no tengo un pelo de tonto” es algo que los cubanos tenemos que hacer patente un millón de veces durante toda nuestra existencia.

Absolutamente TODAS LAS BROMAS CUBANAS van encaminadas a hacernos quedar como tontos, y entonces tenemos que defendernos y contra atacar todas las bromas que intenten hacernos quedar como tontos.

Por lo tanto es totalmente imposible encontrarse con un anciano cubano (que ha vivido y se ha defendido durante 8 o 9 décadas) que sea un tonto. Es que el viejo cubano ha asistido a “La Universidad de la vida cubana” y recibido un curso intensivo durante casi un siglo de una clase llamada “ANTI-TONTERIA”.

No tiene nada que ver con inteligencia. Quizás mientras más bruto es un cubano menos tonto es. Es una especie de “Karate en contra de la tontería”. Nadie que no sea cubano tiene una idea de cuantas veces en la vida nos hacen esta pregunta ante cada desliz: “Chico ¿tú eres tonto o qué?” O cuantas veces tenemos que responderle al resto de los cubanos: “Compadre ¿tú crees que yo soy tonto o me chupo el dedo?”

Es más, los cubanos somos todo lo contrario de tontos: Somos vivos, despiertos, pícaros, nos escapamos de Tamakun por debajo del turbante, somos hacha y machete, somos caballones, brillantes, papaupas, más inteligentes que el Presidente de USA, mejores managers de béisbol que Joe Torre, genios militares superiores a Napoleón, pintamos Coca Colas en el aire, y no permitimos que nadie quiera “bailar en la casa del trompo”.

Y si alguien cree que conoce a algún cubano “tonto” entonces el resto de sus compatriotas no estamos de acuerdo con eso: Y decimos: “Que va, él se está haciendo el tonto pero sabe más que las bibijaguas, él se está haciendo el muerto a ver que entierro le hacen, quizás sea sinvergüenza pero tonto no es, a ver métele el dedo en la boca”.

Recuerdo que una vez me creí y me referí a un cubano como “tremendo tonto” y el resto de mis amigos cubanos me dijeron: “A ver, dile que se dé un martillazo en un testículo a ver si es tonto de verdad”. Y que va ¡ningún cubano se da un martillazo en un “egg”!.



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