NOTAS SOBRE LA TRANSICION CUBANA

Por Ernesto F. Betancourt


El declive en la posición internacional de Castro, combinado con la deteriorada situación interna, apuntan cada día más al final del castrismo. Por tanto, se hace necesario empezar a meditar sobre la naturaleza de lo que viene después. Unos apuntan a una sucesión en que Raúl Castro herede el poder y los cuadros gerenciales de las empresas estatales dominados por el Grupo GAESA que preside, desde el MINFAR, el general Julio Casas Regueiro consoliden sus posiciones. En el otro extremo están los que piensan que el régimen se desintegrará como, una década antes, hizo el imperio soviético y entonces se iniciará una verdadera transición. Veamos primero la situación de declive y después las posiciones y los actores envueltos.

Castro no ha asistido a los dos últimas cumbres iberoamericanas. Ha insultado a demasiados de los asistentes para poder reunirse con ellos. Desde Flores hasta Fox, pasando por Duhalde y Batlle y sin dejar fuera al ''caballerito'' Aznar, Fidel ha ofendido a diestra y siniestra. No puede mantener la cordialidad y amabilidad mínima que requiere el trato diplomático. Con Europa, tiene la posición arrogante del mendigo que demanda limosnas incondicionales. La UE reitera por un año su ''posición común'' y el vicecanciller cubano, Dalmau, la categoriza de ''tontería'' que no impedirá el acceso de Cuba al Acuerdo de Cotonú. Los antiguos miembros del bloque soviético, que recién se incorporaron a los quince, posiblemente fortalecerán dicha ``posición común''.

En Venezuela, la oposición abiertamente señala el vínculo de Chávez con Castro como amenaza a su prosperidad y libertad. Si cae Chávez, lo que parece muy probable, Castro sufrirá una doble derrota: en su imagen internacional y en la pérdida del suministro barato de petróleo. Lucio Gutiérrez, presidente electo de Ecuador, lo evadió en su última visita a ese país y Lula lo ignora y ha demostrado que intenta hacer todo lo posible por triunfar en su gestión presidencial en Brasil, lo que es incompatible con las posiciones extremistas que propugna Fidel.

Sólo los granjeros americanos, impulsados por Dwayne Andreas, de la ADM, consideran que Cuba ofrece una buena oportunidad de negocios. ¡Ah! Y los generales del Pentágono que todavía siguen la línea que les trazó Ana Belén Montes, la espía de Castro en la Defense Intelligence Agency.

La sucesión es la fórmula del régimen y la nomenklatura. Tienen el apoyo del Pentágono y de la comunidad de negocios americana: reflejando la misma mentalidad que cocinó el desastre de Bahía de Cochinos, que ignoró totalmente al pueblo cubano. De hecho, la sucesión está implementándose desde que se inició el llamado ``período especial''.

Pero como demuestra la experiencia de diez años de transición en el antiguo bloque soviético, un esquema basado en empresas estatales descentralizadas y subsidiadas por el estado y la perpetuación del monopolio político del poder sólo lleva al estancamiento económico y al anquilosamiento político. La noción de que, en ausencia de Fidel, Raúl va a poder detener las ansias de libertad del pueblo cubano es una ficción que ni el propio Raúl cree. De ahí, que pidiera a los Estados Unidos, en dos ocasiones, que negocien la sucesión mientras Fidel esté vivo. Raúl aspira a ser el Estrada Palma del nuevo milenio.

Sólo cuando se incorpore al pueblo a la ecuación de la Cuba postcastro se podrá hablar de que se inicia la transición. La experiencia histórica en Europa revela que esto requerirá incorporar a la disidencia, cuyo crecimiento será exponencial en esa etapa, en el diálogo sobre la transición. El mecanismo de la mesa redonda será el instrumento para discutir esa transición y tendrá que ser adaptado a la correlación de fuerzas políticas que prevalezca en ese momento.

Reconociendo como imperativo el principio de la tolerancia en reconciliar las posiciones diversas de una sociedad fragmentada, será necesario incluir en la mesa redonda a los distintos grupos de la disidencia, a los cuadros del partido y de las FAR que hayan participado en poner fin al régimen castrista, y a los cubanos de ultramar, cuyo aporte en financiamiento, capacidad gerencial y apoyo internacional será indispensable al proceso de reconstrucción.

Ya se ha iniciado un debate sobre la constitución que deberá regir el futuro de Cuba. Oswaldo Payá y Vladimiro Roca respaldan partir de la actual constitución por medio del Proyecto Varela. Martha Beatriz Roque y otros dentro de la Asamblea de la Sociedad Civil, rechazan partir de una constitución marxista. Máxime cuando Fidel, con el apoyo de los sumisos de siempre, mantiene que es intocable. A mi ver, habrá que distinguir entre una carta transitoria y la permanente que deberá surgir de una Asamblea Constituyente.

Y siempre queda abierta la amenaza del final apocalítico que pueda precipitar Fidel, cuando se percate de que su régimen feudal llega a su fin.


FIN


El Nuevo Herald, Posted on Sat, Dec. 21, 2002



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