Lo más importante del discurso de Bush

ERNESTO F. BETANCOURT

El presidente Bush, el 10 de octubre, se limitó a reiterar lo dicho antes, excepto en cuanto a la inclusión del Departamento de Seguridad Nacional en el control de los viajes a Cuba. Esto no recibió mucha atención, pero refleja la amenaza a la seguridad nacional de una apertura incontrolable de fronteras a una isla con una larga historia como fuente de tráfico de drogas, lavado de dinero, terrorismo y espionaje. En esta columna me limitaré a las acciones ya tomadas en relación con el espionaje y el lavado de dinero.

Al día siguiente, salió un artículo en el Mobile Register sobre un evento de la Mobile-La Habana Society al que no pudo asistir el jefe de la sección de intereses de Cuba. Esa sociedad era la primera asociación entre ciudades creadas en época de Clinton y la había cultivado Oscar Redondo, uno de los siete diplomáticos cubanos expulsados bajo sospecha de espionaje. Hay convenios similares con más de 20 ciudades, además de universidades y organizaciones culturales. El artículo no aclara en qué espionaje estaba envuelto, aunque sí menciona a la notoria agente castrista Ana Belén Montes. El FBI de Mobile rehusó comentar.

El artículo menciona ciudadanos prominentes de Mobile asociados a la entidad, los típicos ''idiotas útiles'', la feliz frase de Lenin. Nadie fue acusado de espionaje. Pero los que están familiarizados con las prácticas de la inteligencia cubanas saben que usa métodos desarrollados por la KGB para captar y chantajear a los llamados ``agentes de influencia''.

Juan Vivés, desertor de los servicios de inteligencia cubanos, relata en Los amos de Cuba cómo fue creada la llamada ''Brigada Mundana'' del MININT, cuya misión era comprometer sexualmente a diplomáticos, periodistas, técnicos y otros visitantes, inclusive haciendo uso de micrófonos y grabadoras de video instaladas en hoteles y casas de protocolo. Castro utilizó estos métodos para controlar hasta figuras tan prominentes como Gabriel García Márquez. Así que no es difícil imaginar que la inteligencia cubana, de la cual eran integrantes los siete diplomáticos expulsados a principios del 2003, haya aplicado esos métodos a alguna gente prominente de las ciudades hermanas y otras organizaciones durante sus visitas a Cuba para convertirlos en ''agentes de influencia''. En mi opinión, a las víctimas de estas prácticas se les debe ofrecer amnistía y discreción a cambio de que revelen para qué los chantajeaban.

Con posterioridad al discurso del presidente Bush, también se inició el registro de viajeros que iban a Cuba en los vuelos charter que salen regularmente de Miami. Cuando en el aeropuerto se supo que estaban registrando equipajes y personas que salían para Cuba, cundió el pánico entre algunos viajeros, quienes optaron por perder el costo de pasajes pagados y retirarse. Eran ''mulas'', quienes llevan dinero en exceso de lo que permite la ley. Hubo uno a quien le encontraron diez mil dólares.

Hace años que la CEPAL, y ahora el Banco Interamericano, reportan remesas a Cuba por entre 800 y 1,000 millones de dólares. Esto es matemáticamente imposible, ya que requeriría un promedio de 200,000 exiliados enviando US$5,000 anualmente. De acuerdo con una encuesta del Censo de los EEUU, no hay tantos exiliados con ingresos que permitan sustentar esos niveles de remesas promedio. A 26 pesos por dólar, cambio oficial, eso resultaría en doscientos mil familias de exiliados con un ingreso anual promedio de 130,000 pesos. Ni el carisma de Fidel podría vender semejante situación privilegiada a los cuadros del Partido, cuyos ingresos anuales promedio son infinitamente inferiores.

Las remesas han servido para encubrir el lavado de dinero a través de las ''mulas'' y otros medios que usan los carteles de drogas para convertir dólares ilegítimos en legítimos. También pudieran explicar cómo Cuba ha financiado la inversión de miles de millones de dólares en hoteles, aeropuertos y otras instalaciones turísticas. Ni Club Med, ni Sol Meliá, ni ninguna otra firma ha financiado la inversión en la planta turística, sólo la operación. El propio ministro Ibrahim Ferradaz ha dicho que Cuba ha aportado el 95 por ciento de la inversión hotelera. Con una Cuba en bancarrota, la hipótesis de que se financió con lavado de dinero es la explicación más factible.

El presidente Bush no tan sólo vetará expandir los viajes de norteamericanos a Cuba, sino que ha asestado un serio golpe al espionaje y lavado de dinero de Castro.


Miami Herald
Posted on Sat, Oct. 25, 2003


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