¿DONDE ESTARÁ FIDEL, EN VENEZUELA?

Por Ernesto F. Betancourt

Desde que estuvo desbarrando por cinco horas en la clausura de la reunión de la FLACSO en La Habana, ocasión en que llamó Celestina a José María Aznar, Fidel está desaparecido. Por cierto, el texto completo de ese discurso no ha sido publicado. La única aparición pública de Castro reportada en Granma en un mes es la entrevista que sostuvo con el director de la Organización Mundial de Comercio.

Fidel brilló por su ausencia en la recién concluida reunión sobre biotecnología en La Habana, donde Cuba presentó los resultados de sus investigadores ante centenares de científicos de todo el mundo. Esta ausencia es muy rara. El régimen ha invertido más de mil millones de dólares en esta industria. Dada su importancia económica, el que está directamente bajo su supervisión, y la controversia sobre armas biológicas en Cuba, era lógico esperar que Castro aprovechara esta ocasión para hablar sobre el tema.

Una posible explicación es que Fidel está atravesando una etapa depresiva dada la enfermedad de su hermano Raúl, quien se rumora está muy grave y no ha hablado en actos públicos recientemente. Inclusive, Raúl no asistió al acto por el aniversario de la fundación de las fuerzas armadas revolucionarias el 2 de diciembre. El acto fue presidido por el comandante Guillermo García Frías. No hay lugar a dudas de que no poder contar con su hermano para la sucesión le complica seriamente a Fidel sus planes de que la revolución prevalezca más allá de su muerte. Además, la pérdida de Raúl afectaría la psiquis de Fidel posiblemente tanto como cuando falleció Celia Sánchez. Así que no se puede descartar esa tesis.

La otra posible explicación puede ser que Fidel ha estado envuelto a tiempo completo en la crisis venezolana. En el pasado, Castro manejó desde Cuba las operaciones militares en Angola, lo que produjo serios desacuerdos con el general Arnaldo Ochoa, quien lo ignoraba; dirigió la lucha contra Somoza en Nicaragua, habiendo seleccionado a los hermanos Ortega para sus cargos respectivos; igualmente, dirigía desde La Habana la guerra civil en El Salvador, llegando hasta designar a Joaquín Villalobos como comandante supremo del FMLN; y, finalmente, estuvo dirigiendo la resistencia en Granada hasta que se cortaron las comunicaciones, aunque el coronel Tortoló ignoró las órdenes de pelear hasta morir.

Venezuela es un peón demasiado importante para la supervivencia de Castro para que deje el manejo del día a día a un tonto como Hugo Chávez. Por tanto, es razonable, en base al récord histórico de Castro en el manejo de sus satélites, partir de la premisa de que Fidel se ha volcado a plenitud a manejar a su satélite venezolano. Tal vez por eso Chávez, según información publicada en El Nacional del 27 de noviembre, ha prestado a Castro el avión Falcón 900, serie 2000, de PDVSA. Así puede viajar a los encuentros discretos que tienen cada 15 días en la Orchila con mayor seguridad que volando en los viejos Ilyushin soviéticos.

El carisma de Castro dentro de Cuba se basa en alto grado en la imagen de sus victorias internacionales. Por eso ha invertido fuerzas cubanas considerables en apuntalar a Chávez. El despacho reciente de El Universal de Caracas en donde se detallaba que en un mes habían entrado a Venezuela 11,530 cubanos por el aeropuerto de Maiquetía y que estaban allí figuras como el general Julio Casas Regueiro y el jefe del Equipo de Coordinación y Apoyo del Comandante en Jefe, Guillermo López Rodríguez, reflejan el nivel del compromiso del régimen con el desenlace en Venezuela.

En lo económico, recientemente se reveló que, de acuerdo con información de PDVSA, Venezuela estaba embarcando 92,000 barriles diarios a Cuba, 29,000 más de lo previsto en el convenio petrolero. O sea, perder Venezuela significa dejar de recibir más o menos US$700 millones anuales, entre lo que se consume y lo que se reexporta, ya que Cuba no paga ese petróleo en dólares. Por eso, no es de sorprenderse que Castro haya hecho sondeos con figuras de la oposición venezolana sobre la posibilidad de sacrificar a Chávez si le garantizan el suministro de petróleo.

El fin de Chávez, como se perfila con el exitoso reafirmazo, 3.6 millones de firmas, tiene implicaciones fatales para Fidel, no tan sólo en lo político, sino también en lo económico. Castro se juega el todo por el todo en Venezuela. Su fracaso allí sólo le dejaría la opción apocalíptica.


FIN


The Miami Herald
Posted on Sat, Dec. 06, 2003


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