En esta columna quise compartir con mis lectores lo que me pareció motivó el resultado de la reciente contienda electoral. Como comentara en una columna anterior, creo que Kerry no tiene la menor idea del reto del fundamentalismo islámico, mientras que, en mi opinión, Bush sí lo ha entendido, a pesar de que haya cometido errores en lo que haya hecho. Parece que una mayoría apreciable del pueblo americano comparte mi percepción.

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LA VICTORIA DE BUSH

Por Ernesto F. Betancourt

Creo que la victoria de Bush se debió en gran parte a la desconfianza que tenían los indecisos en cuanto a cuál era la verdadera intención de Kerry en la guerra contra el terrorismo y en Irak. John O'Neill y sus veteranos de los swift boats de Vietnam erosionaron efectivamente la imagen heroica que Kerry trató de presentar. No tengo dudas de que también influenció mucho la forma arbitraria con que algunos jueces se abrogaron el derecho de redefinir una institución ancestral como el matrimonio. En eso, Bush estuvo muy firme, mientras Kerry proyectó su típica ambigüedad.

En Irak hay que ganar por necesidad histórica. Sencillamente, Estados Unidos no puede gastarse el lujo de perder esta batalla. En eso coinciden republicanos y la mayoría de los demócratas. Creo que Kerry entendió eso en la etapa final de la campaña. La intervención de Bin Laden fue reveladora. Y fatal para Kerry. En última instancia, Bin Laden tuvo que limitar su intervención a un tape y no a un gran evento terrorista. Esto demostró que Bush ha sido efectivo en desmantelar la capacidad terrorista de Al Qaida. Ese era el mensaje detrás de la impotencia evidente de Bin Laden. De hecho, esa trasmisión anuló la acusación de Kerry de que Irak debilitó la guerra contra el terrorismo.

Lo del matrimonio gay, aun para quienes, como yo, respetamos el derecho de cada cual a vivir su vida como le venga en gana, llevaba al relativismo moral a una institución que es ancla de la sociedad. Matrimonio es entre una mujer y un hombre, punto. Y, conste, no soy nada religioso, aunque me formé en la Academia de La Salle. Aun entre las minorías hispanas y afroamericanas eso fue un factor definitorio en muchos casos. A la gente muy religiosa, como los evangélicos, los motivó aún más. Pero eso dista mucho de que vamos de regreso a una nueva era intolerante como la inquisición, que es lo que han querido implicar algunos liberales.

La economía resultó un tema subordinado. En realidad, por muchos esfuerzos que hiciera Kerry de promover la imagen de una crisis económica, levantando, inclusive, el espectro de Herbert Hoover, un nivel de desempleo de 5.5% implica que hay 94.5% trabajando. El país vive en franca prosperidad. Ahí, parece que a alguien en la campaña demócrata se le fue la mano en la retórica.

Para la comunidad cubanoamericana la victoria de Bush, coincidente con el desencuadernamiento del régimen de Castro ante el colapso azucarero, ganadero, avícola, energético, de transporte y de vivienda, ofrece una esperanza de que al fin será factible una verdadera solución por medio de una transición pacífica. Alrededor de Kerry se movía el fantasma de tirarle la toalla del turismo americano a Fidel bajo la excusa de la libertad de viajar. Eso sería prolongar la ya demasiado larga agonía del pueblo cubano. Todavía habrá que estar alerta, pero Bush ha demostrado entender el drama de Cuba mejor que muchos dentro de su propio partido, para no hablar de los liberales demócratas.

Finalmente, hay que agradecer que se evitara el espectáculo del 2000. Esta vez los votantes dejaron la decisión en las urnas y no en manos de los abogados. Kerry concedió su derrota con la elegancia que le faltó a Gore hace cuatro años. Además de Bush, a quien hay que felicitar y reconocerle la legitimidad de su mandato, ésta ha sido una victoria de la democracia americana.


FIN



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