Sigamos el ejemplo de Ucrania

ERNESTO F. BETANCOURT

Ucrania inicia el año 2005 con un sorprendente tránsito pacífico hacia una sociedad democrática más vinculada a Europa que a la Rusia de Vladimir Putin. Esta victoria del pueblo ucraniano ofrece un ejemplo de lo que debe, y puede, pasar en Cuba en el 2005. Castro censuró la gloriosa revolución anaranjada de las últimas semanas en Ucrania, sólo publicó algunos escuetos despachos de agencias en Granma.

Al desplomarse el bloque soviético, en Ucrania se produjo una transición ficticia. Oligarcas de la nomenclatura del Partido se apoderaron de las empresas otrora propiedad estatal y la influencia de Moscú perduró en un país mitad ruso. En lo político, se produjo un cambio más aparente que real; en esencia se mantuvo un régimen autoritario prorruso, bajo Leonid Kuchma desde 1994. Pero el pueblo ucraniano, viendo lo que pasaba en las naciones vecinas, ansiaba un cambio más medular.

La segunda vuelta electoral del 21 de noviembre fue el catalítico. Había dos candidatos para reemplazar a Kuchma en la presidencia: por el gobierno, Victor Yanucovich, primer ministro, y por la oposición Victor Yuschenko, ex presidente del banco central. A Yuschenko trataron de envenenarlo con dioxina. Cuando eso falló, montaron un fraude burdo y colosal. Entre otros trucos, miles de votantes fueron llevados hasta a diez colegios a votar repetidas veces en autobuses suministrados por el Ministerio de Transporte. Vladimir Putin invirtió decenas de millones para asegurar la victoria de Yanucovich, en una intervención grotesca en los asuntos internos de un país vecino. Se le salió lo de coronel de la KGB. Pero fracasó. Como había 5,000 observadores internacionales de las elecciones, el resultado fue cuestionado.

Además, el pueblo ucraniano hizo prevalecer su voluntad. Con varios grados bajo cero centígrados, se lanzó a las calles de Kiev con sus bufandas anaranjadas, rehusando aceptar el fraude electoral. El pueblo bloqueó por semanas las oficinas gubernamentales y se negó a retirarse hasta que se cancelara la elección fraudulenta y se convocara a una nueva elección. Se coordinaban con teléfonos celulares.

Ante esa demanda mayoritaria de la población en la capital, uno tras otro de los instrumentos del poder abandonó a Yanucovich. La policía se negó a reprimir a los manifestantes, el ejército se mantuvo neutral, el Parlamento reconoció que las elecciones habían sido fraudulentas. Finalmente, la Corte Suprema ordenó nuevas elecciones, que tuvieron lugar el domingo 26 de diciembre. Yuschenko ganó 52 a 44 por ciento. En un esfuerzo final por evitar lo inevitable, Yanucovich apeló tanto a la Corte Suprema como a la Comisión Central Electoral. Ambas rechazaron su apelación. El pueblo de Ucrania ganó una linda batalla por una real democracia representativa.

En Cuba, Fidel Castro está montando la sucesión del actual régimen con su hermano Raúl y una oligarquía de militares corrompidos que dominan todo el aparato político y de empresas estatales. Esta oligarquía es responsable del fracaso del llamado ''período especial en tiempos de paz''. Ellos son los causantes de los apagones; del colapso eléctrico; del desastre de la industria azucarera; del colapso del transporte y de la falta de agua y de servicios de alcantarillado, así como de la falta de vivienda, comida y medicinas. Bush no intenta invadir a Cuba. Con el lío de Irak tiene de sobra. Bastión 2004 fue un desperdicio de recursos. ¡Basta ya de tomaduras de pelo patrioteras!

Ahora proponen más centralización. La centralización no solucionará un solo problema del pueblo, sólo sirve para perpetuar un régimen fracasado. No, lo que hace falta es liberar la capacidad productiva de todos los cubanos. Ucrania ha probado que, cuando el pueblo se une alrededor de objetivos claros, el aparato represivo abandona a la oligarquía anquilosada del Partido. La hora del pueblo de Cuba ha llegado. Sigamos el ejemplo del pueblo ucraniano en el 2005. ¡Liberalización, sí; centralización, no!


FIN



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