EL JUICIO DE LOS ESPIAS

por Ernesto F. Betancourt

El Pentágono ha ignorado hasta ahora el espionaje de los Cinco Héroes de Fidel, de Ana Belén Montes y le ha tirado la toalla a Alberto Coll, quien es posiblemente el más peligroso de todos. ¿Sabián ustedes que Coll fue uno en la terna final de tres para el tercer cargo en el Pentágono cuando llegó Rumsfeld al Pentágono? ¿Qué peligro representaba a la seguridad de EEUU que el posible ocupante del tercer cargo del Pentágono hubiera sido un hombre que viajaba a Cuba a ver a su amante y que promovía las tesis de la espía de Castro Ana Belén Montes? Eso, damas y caballeros, requiere aclaración. Ahora habrá una buena oportunidad para que el nuevo Secretario de Justicia establezca la diferencia con la gestión de Janet Reno. Que se lleven el juicio a donde les dé la gana, pero eso sí que se revelen los vínculos con la espía de Castro en la DIA. Hay que hacer público el ¨damage assessment¨ de Ana Belén Montes.

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La reciente decisión de la Corte de Apelaciones de Atlanta ha causado conmoción en el exilio y alegría en La Habana. En contra de la opinión de muchos, yo me alegro. No porque esté de acuerdo con la corte, ni mucho menos con Fidel. Sino, todo lo contrario, porque considero que ahora será posible juzgarlos por lo que eran: espías al servicio de Fidel contra la seguridad de los Estados Unidos.

La corte no los declaró inocentes. Hipócritamente, reconoce que su decisión puede ser hasta ''ofensiva'' para nosotros. Y lo es. Pero apela al compromiso de nuestra comunidad con el cumplimiento de la ley. Aceptado. Arguye que el jurado estaba influenciado por el clima de opinión pública que prevaleció en Miami en contra de los espías y de Castro. Eso hubiera sido aceptable si el jurado hubiera estado compuesto por cubanoamericanos. Pero la jueza federal Joan A. Lenard decidió excluirlos del jurado a pedido de la defensa. Decisión racista que la corte consideró irrelevante.

Debemos recordar que el arresto de los espías se produjo en 1998, estando Bill Clinton en la Casa Blanca y Janet Reno en Justicia. La orden del día era ponerse de acuerdo con Fidel y levantar el embargo. El caso de Elián aisló a la opinión pública americana de la causa cubana. La espía de Fidel en el Pentágono, Ana Belén Montes, había concebido la ficción de que Cuba ya no era un peligro para la seguridad de los Estados Unidos y, si moría Fidel, la solución era apoyar una sucesión con Raúl Castro.

En este clima, Fidel logró que Justicia modificara el procesamiento de los espías, poniendo el énfasis en la lucha contra los exiliados y reduciendo las causales vinculadas con las acciones contra instalaciones militares. Lo del derribo de los aviones de Hermanos al Rescate no le importaba tanto como lo de espiar a los militares americanos. Con eso calmaban al exilio. Recuerden la reacción de Fidel al arresto de los espías en su entrevista con Lucía Newman, de CNN, en Oporto, Portugal, cuando dijo que ellos nunca habían espiado a los militares americanos. Desde entonces, ése ha sido el tema de Fidel, los espías son héroes en la lucha contra el terrorismo del exilio. Por eso la campaña de las extrañas coincidencias del terrorista Posada Carriles.

A un lado quedó la orden a los espías de obtener las direcciones de los militares destacados en Boca Chica, que no servía en la lucha contra el terrorismo del exilio, pero sí complementaba el adiestramiento de comandos en Vietnam que reportara el semanario inglés Jane's Defense Weekly. A un lado quedaron los planes que Fidel había pedido al general Del Pino para bombardear la planta eléctrica de Turkey Point y causar una explosión nuclear en el sur de la Florida. Finalmente, a un lado quedó la orden de arresto que fuera generada por las instrucciones que recibió la Red Avispa de iniciar la voladura de aviones y hangares en la Florida, según informara el agente Almeida del FBI.

En el juicio, los generales Sheehan, Wilhelm y Atkeson dieron testimonio a pedido de la defensa, favorable a los espías naturalmente. El general Wilhelm tuvo la desfachatez, en una reunión en Washington, de decirme que había declarado porque legalmente estaba obligado a ello. Claro, nadie lo obligó, como hiciera en su testimonio, a ridiculizar al FBI por pedirle fortalecer su contrainteligencia, la que Wilhelm adujo era impenetrable. Pero, en eso vino el 11 de septiembre y, días después, el arresto de Ana Belén Montes. ¡Qué papelazo! El brillante general, jefe del Comando Sur, recibía sus orientaciones sobre Cuba de una agente de Fidel en la DIA. Ahora, ¿qué va a decir?

Por eso, que se abra de nuevo el juicio. Ahora ya no está Clinton en la Casa Blanca y Reno en Justicia para tirarles la toalla. Ahora, con la ayuda de Chávez, está claro que Fidel sigue siendo una amenaza a la seguridad de Estados Unidos. Y, después de lo de Ana Belén Montes, ni Lucía Newman cree que Fidel no espía al Pentágono.

Además del de la Montes, debiera solicitarse reabrir el expediente del reciente caso de Alberto Coll, director de Estudios Estratégicos del Naval War College, promotor de las ficciones de Ana Belén, quien confesó que mintió cuando dijo que viajó a Cuba para ver a una tía enferma y no a su amante. Era candidato ideal para el chantaje de la inteligencia cubana. ¿Por qué el Pentágono le ha echado tierra a este caso?

Hay que revelar que Fidel espía al Pentágono. Tomemos la ofensiva. Esa es la mejor forma que tiene Justicia para contestar tanto el caso de Posada Carriles, como el de los espías.


El Nuevo Herald, Posted on Sat, Aug. 20, 2005


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