Ante el desmerengamiento, hablemos con los militares

por ERNESTO F. BETANCOURT


Cuba ha llegado a la hora cero. La cesión de poder de Fidel a Raúl es una manera desesperada para asegurar la continuidad de su régimen. Alarcón quedó fuera de la distribución de poderes ''temporales''. No sabemos qué otros jerarcas se sentirán igualmente ignorados. Por su parte, Raúl ha hecho mutis. La gente está acostumbrada a que Fidel los orienta ante cualquier hecho, Raúl carece del carisma para hacerlo.

Además, el pueblo le tolera a Fidel cosas que no le tolerará a Raúl. Fidel se da cuenta y muchos otros dentro del régimen también. La gente quiere mejorar sus condiciones de vida y la continuidad del régimen es perpetuar el miasma actual. Los cambios son esenciales. No sé cuánto tardará pero, en mi opinión, se ha iniciado el desmerengamiento del régimen.

Para mejorar las condiciones de vida del pueblo hay que ponerse de acuerdo con los americanos. Ellos son la fuente de divisas, por exportaciones e inversión más lógica para Cuba, para no hablar de la seguridad nacional. Por eso la aceptación de una fórmula por Estados Unidos es una condición sine qua non de los militares cubanos para darles su apoyo. Eso de la invulnerabilidad militar no se lo cree nadie en el MINFAR. Los militares demandan una salida que les ofrezca garantías de que es aceptada por el gobierno americano. Por eso Raúl lleva años cultivando a los generales del Pentágono. Pero la Ley Helms-Burton se aplica igual a Raúl que a Fidel.

Los militares cubanos tienen un papel central que jugar en la transición. Ellos son los únicos que pueden garantizar el orden. Sin orden no hay turismo y, hoy por hoy, esa es la fuente principal de ingreso de divisas para Cuba. Por eso a mí me parecen desatinados todos los planes que hablan de disolver a las fuerzas armadas y excluir a los americanos en la etapa postcastro. Pero EEUU ha establecido dos condiciones adicionales: una sociedad libre y democrática y una economía de mercado.

La primera condición requiere que se elimine la dictadura del Partido Comunista y se restaure el respeto a los derechos de asociación, asamblea y libertad de expresión que garantiza la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Hay que restaurar la independencia del poder judicial que, aún en época de Batista, contó con hombres íntegros e independientes como el ex presidente Manuel Urrutia Lleó.

No soy partidario de que se exima de responsabilidad a los que han asesinado y torturado opositores. Por otra parte, no creo que la mayoría de los militares sean responsables de esos atropellos, opino que muchos de ellos los repudian. Tampoco comparto la posición de hacer a los militares culpables meramente por ser miembros de las fuerzas armadas. Ahora, más que nunca, apoyo el registro de esbirros y la campaña recién iniciada de promover la desobediencia civil. Hay que liberar a los presos.

En cuanto a la economía de mercado, creo que lo primero que hay que hacer es liberar a los cubanos para que actúen por cuenta propia. Paralelo a esta política, se debe ir desmantelando el aparato estatal creado para el acopio y distribución de todos los productos, ya sean de inversión o de consumo. Igualmente debe hacerse con el mecanismo estatal de fijación de precios. Creo que no se debe desmantelar ninguna agencia estatal hasta que se esté seguro de que existe una capacidad adecuada en los mecanismos privados para atender la función.

Soy de opinión de que hay que compensar a todo el que fue privado de su propiedad, ya sea una vivienda o un negocio, sin una debida compensación. Pero esto debe quedar subordinado a echar a andar la economía de nuevo. No podemos caer en el error de Alemania del Este, donde hicieron de la devolución de propiedades un mecanismo tan rígido que paralizó el proceso de inversión.

De igual manera, debe compensarse a las víctimas del régimen que han perdido la vida o la libertad por oponerse al régimen. Igual debe hacerse con los que fueron enviados al servicio del régimen en misiones internacionalistas. Hay que encontrar un mecanismo que les garantice a los beneficiarios del régimen que no se les va a despojar arbitrariamente de lo que tienen. Los procesos de privatización deben reconocer a los obreros y gerentes de empresa la propiedad de una porción del capital de las mismas.

Ha llegado la hora de iniciar conversaciones entre la sociedad civil dentro de Cuba, gente del exilio y grupos dentro de las fuerzas armadas para llegar a un consenso sobre todas las cuestiones relacionadas con el tránsito a una Cuba libre, próspera y democrática. No se puede dejar a Raúl y los otros testaferros designados por Fidel que decidan el futuro de Cuba.



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