Fray Betto, Lula, Castro y Chávez

Por Gonzalo Guimaraens


El acercamiento con el dictador de Cuba y con el presidente de Venezuela puede transformarse en un boomerang político para el nuevo gobierno brasileño

En el actual panorama político de América Latina, tiene mucho alcance la estrecha relación entre el nuevo gobierno brasileño y la dictadura cubana, tan necesaria para la supervivencia de esta última. En el centro de esa relación, se encuentra la figura del religioso dominico brasileño Fray Betto, uno de los líderes de la "teología de la liberación", confidente y eminencia gris del presidente Lula desde 1980; e íntimo amigo y asesor en materia religiosa del dictador Castro, también desde 1980, año en que viajó por primera vez a Cuba acompañando al Sr. Lula ("Dios, Lula y Fidel - Las tres devociones de Fray Betto", Veja, São Paulo, Dez. 18, 2002).

En Brasilia, Fray Betto acompañó a Castro en el pasaje de año, departiendo con él madrugada adentro; y, después de las ceremonias de toma de posesión del nuevo presidente, actuó de cicerone del dictador junto a altos personeros del gobierno. Los ministros de Educación y de Salud, como fruto de dichas entrevistas, anunciaron próximos convenios con Cuba.

El religioso dominico no es el único influyente aliado de Castro en las esferas del nuevo gobierno. El ministro de la Casa Civil, Sr. José Dirceu, un ex guerrillero que encontró asilo y recibió entrenamiento militar en Cuba, permaneció todo el tiempo junto a Castro en el Congreso durante las ceremonias de trasmisión del mando presidencial; y posteriormente, al asumir su ministerio, después de anunciar que la meta del nuevo gobierno es una "revolución social" y que el Partido de los Trabajadores continúa fiel al socialismo, agradeció efusivamente a Fidel Castro y al régimen cubano por la protección brindada en sus años de guerrillero.

El propio presidente Lula, como deferencia a Castro, al final de su primer día de mandato (que había comenzado con un desayuno con Chávez) ofreció al dictador cubano un churrasco con la presencia de ministros y altos asesores de su gobierno.

Lo anterior es preocupante para la causa de la libertad de Cuba, entre otras razones, porque el gobierno brasileño tiene la posibilidad de complementar y hasta substituir al venezolano en la ayuda económica que permite sobrevivir al régimen cubano, prolongando la agonía del pueblo asfixiado.

Sin embargo, ese visible acercamiento con el desprestigiado dictador de Cuba, así como con el no menos desprestigiado presidente de Venezuela, puede transformarse en un boomerang político para el nuevo gobernante brasileño, tal como lo han destacado comentaristas de su país, al recordar que podrían confirmarse las advertencias de especialistas internacionales sobre el establecimiento de un "eje" estratégico entre los tres mandatarios para impulsar la izquierdización de A. Latina (Eliane Cantanhêde, "Lula, Chávez y Fidel", Folha de S. Paulo, Enero 5, 2002). En ese sentido, el desastroso viaje a Venezuela de Marco Aurelio García, asesor internacional del presidente Lula, que despertó la indignación de la mayoría de la población venezolana, debería ser un motivo de meditación sobre el referido efecto boomerang.


FIN


Gonzalo Guimaraens es consultor político. E-mail: cubdest@cubdest.org



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