LAS HERMANASTRAS


Cuando los jefes de estado de las naciones hispanas se reunan en La Habana dentro de breves días acompañados del Rey Juan Carlos, la tradición sumisa de este deleznable cónclave se hará palpable una vez más. El contínuo acomodo a los dictados y caprichos de quienes quiera sean los verdugos en Cuba, desde Cánovas y Weyler hasta el presente tirano, ha sido desde el siglo XIX una constante casi inalterable entre nuestras llamadas "naciones hermanas" de América Hispana.

Es hora que los cubanos libres empecemos a mirar con merecido deprecio a este hato de cobardes, quienes demuestran ignorancia supina de sus propios intereses al creer que adulando a tiranos agresivos van a mantener mejor la paz doméstica. Por supuesto, no nos referimos solamente aquí a "democracias" que lo son sólo de nombre, como la supercorrupta dictadura corporativa mexicana, sino también a estados presididos por gobiernos que han sido electos por mayorías abrumadoras, como el del gorilócrata Hugo Chávez, aspirante a emperador absoluto de Venezuela bajo el nombre augusto de "Hugo I, Rey del petróleo venazolano por la gracia del concurso de millones de sus adocenados conciudadanos."

El aquelarre habanero de noviembre es el "Munich" de las "naciones hermanas de Hispanoamérica." Es la sumisión final al tirano de La Habana. En vano trataríamos de recordarles que Castro "les puso rabo" en Punta del Este, firmando un solemne convenio a la "democratización y multipartidismo." En vano trataríamos de recordarles las muchas acciones subversivas desatadas contra gobiernos legítimos del continente durante tres décadas. En vano los alertaríamos del destino infame de los apaciguadores de Hitler en los años treinta. Quienes no conocen historia (incluyendo la propia) no pueden asimilarla. Y quienes valoran sus intereses políticos por encima de sus intereses nacionales, no van a escuchar consejos y les importa un bledo el veredicto de la historia.

Observemos quien ha estado al frente de esa entelequia diplomática llamada pomposamente "Organización de Estados Americanos" y que sólo sirve para que "embajadores" y politicastros se dediquen adulaciones mutuas y discursos huecos para consumo político de sus respectivas comunidades: César Gaviria. Este corrupto cobarde no sólo presidió la reanudación de relaciones diplomáticas de Colombia con el tirano Castro, sino que hizo énfasis en su relación personal con el deletéreo gallego, con quien se retrató abrazado y en la dudosa y miserable compañía de su compatriota "Gabo" García Márquez, Premio Nóbel de Literatura y autor, entre otras muchas obras de ficción, de "Cien Años de Soledad"... y "Cuarenta Años de Sumisión Rastrera al Castrismo." Gaviria fue sucedido por otros cuatro años de gobierno "liberal", esta vez por un presidente con relaciones casi oficiales con los caciques de la droga (y por ende la guerrilla marxista), quienes financiaron su campaña política. Al término de esa administración, la elección del "conservador" Andrés Pastrana a la presidencia de Colombia, hizo nacer esperanzas de rectificación entre los no enterados. Pastrana, no sólo siguió la pauta entreguista de Gaviria estrechando sus relaciones con el criminal que manda en La Habana, sino que destruyó la integridad territorial colombiana cediendo parte del territorio nacional a la guerrilla marxista y a sus banqueros de la coca. Esta acción imperdonable fue protestada hasta por el gorilócrata Emperador Hugo I, a quien aterra que la debacle colombiana invada su feudo de petróleo.

La mayor demostración de esa cobardía colectiva la representa el cambio de ciento ochenta grados del saliente Presidente Argentino Menem con relación a Castro. Hace años Menem se hizo simpático a los cubanos por sus críticas al régimen castrista. De repente esas críticas se tranformaron en ecos al cacareo contra el "embargo económico", protestas de solidaridad con La Habana y acuerdos comerciales con el régimen. Se dice que el cambio de Menem (quien no irá a "La Cumbre" por otros motivos) tuvo su origen en una llamada personal de Castro en la que este último amenazó sin pudor al gobernante sudamericano con "la protesta popular para responder a los injustos ataques contra nuestra revolución." Este cronista no puede confirmar ni negar ese reporte. Y aunque los rumores nunca han sido parte de mi trabajo periodístico, no creo que el presidente argentino haya visto la luz del faro del Morro de súbito y sin ningún estímulo por parte de La Habana.

Esta cobardía colectiva hispanoamericana, reminiscente de su casi universal respaldo a la colonia española durante las guerras por nuestra independencia (con la honrosa excepción del caudillo ecuatoriano Eloi Alfaro), cuando "el norte revuelto y brutal" fue como hoy nuestro único refugio y base operacional, hace más notable la posición vertical y honesta del Presidente de Nicaragüa.

El Presidente Alemán, quien parece tener tanta dignidad personal como capacidad de raciocinio, navega contra la morónica corriente política continental, demostrando que el pensamiento humano así como los derechos que de él se originan tienen carácter individual. El gobernante nica se opone a la participación de su país en la bufonada que se prepara en La Habana, sabiendo que una actitud resuelta y vertical tiene siempre más posibilidades de éxito que la cobardía y el apaciguamiento.

Ni Castro ni su sistema son eternos y los cubanos de hoy tenemos buena memoria.


FIN


Hugo J. Byrne

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