ADMISION INTERESANTE

Por Hugo J. Byrne


El exilio cubano a través de algunos de sus más dedicados y eminentes investigadores científicos, ha denunciado durante más de una década la capacidad químico-terrorista y biológico-terrorista del castrismo y tratado sin éxito aparente de advertir al estado norteamericano su peligrosidad, tanto inmediata como a largo plazo.

Este es un esfuerzo reminiscente de las denuncias del exilio a emplazamientos de misiles nucleares de alcance intermedio en Cuba, durante la primavera de1962. A esas voces también se prestaron oídos sordos. Se les denunció como "extremas" y parcializadas, siendo objeto de burla política. Sin embargo, las advertencias de los cubanos libres fueron ampliamente vindicadas en octubre del mismo año.

A la voz de alerta de los cubanos de ese entonces, solamente se hizo eco un senador por New York, a quien años después derrotaría el "archiliberal" Robert Kennedy, antiguo Procurador General y hermano menor del finado presidente de muy triste recordación para los cubanos.

A las denuncias avaladas por profesionales prestigiosos como el ingeniero Manuel Cereijo y ampliamente basadas en el testimonio de científicos desertores de la felizmente desaparecida Unión Soviética, también se respondió con incredulidad y escepticismo.

La noción general del gobierno norteamericano sobre el posible peligro castrista a Estados Unidos en años recientes, fue enunciada en un reporte del Departamento de Defensa en 1998. Ese reporte declaraba que el gobierno de Castro ya no era una amenaza "de significación" para Estados Unidos o para la región geográfica circundante.

Todo eso cambió dramáticamente con el arresto de Ana Belén Montes en el otoño del año pasado, acusada de espiar para Castro desde 1986, descubrir agentes de Estados Unidos a la inteligencia castrista y entregar secretos de defensa norteamericanos al régimen de La Habana.

Aunque Montes se declaró culpable de todos los cargos contra ella el pasado marzo 19, el gobierno castrista (hasta la fecha) permanence en completo silencio sobre el "affair Montes." Nótese la diferencia con los convictos de la llamada "Red Avispa", a los que Castro llama héroes y para quienes monta "shows" cotidianos en el "protestódromo." ¿Negará Castro en el futuro que Montes era su agente en el gobierno norteamericano, o admitirá su responsabilidad en virtud a la "necesidad de estado" como en el caso de los morones de la "Red Avispa"? Todo depende de lo que Montes declare, pero en virtud a su enorme importancia nos inclinamos a la primera posibilidad.

Montes era la máxima analista militar sobre Cuba en el Departamento de Defensa y en su testimonio, datos y aportaciones se basó el notorio "reporte cubano" de 1998, convertido en "papel mojado" con su arresto.

Hasta el presente, el resultado más dramático del arresto de Montes está representado por las declaraciones de John R. Bolton, Subsecretario de Estado para Control de Armamentos y Seguridad Internacional, en un discurso a la "Heritage Foundation" el pasado día seis de mayo. Por su indiscutible importancia reproducimos algunos de los comentarios de Bolton sobre Cuba.

"…la amenaza que representa Cuba a nuestra seguridad ha sido menospreciada… ¿Por qué el reporte sobre Cuba de 1998 era tan falto de balance? La razón fundamental es la agresividad de las operaciones de la inteligencia cubana contra Estados Unidos, que incluyó el reclutamiento de la máxima analista sobre Cuba en el Departamento de Defensa, Ana Belén Montes, para espiar por cuenta del gobierno cubano. Montes no solamente contribuyó en la redacción del reporte de 1998, sino que pasó a La Habana algunas de nuestros más sensitivos secretos relacionados con Cuba."

"He aquí lo que sabemos: Estados Unidos cree que Cuba tiene por lo menos una capacidad ofensiva limitada en guerra biológica, e investigación y desarrollo de la misma. Cuba ha proporcionado biotecnología de doble propósito a otros estados terroristas. Nos preocupa que esa tecnología pueda apoyar programas de armas biológicas en esos estados."

Nada de esto quiere decir que la presente administración en Estados Unidos seriamente decida tomar medidas prácticas para poner (¡al fin!) en verdaderos aprietos al castrismo, pero tampoco se trata simplemente de una maniobra política para entusiasmar a los cubanos de Florida y New Jersey con vistas electorales.

Para nuestras muy escépticas percepciones, no era necesario usar al Departamento de Estado si esos eran los únicos propósitos.

Las implicaciones en la interesante admisión del Secretario Bolton sobre la peligrosidad castrista, son todas negativas al régimen. Citemos tres: Las aspiaraciones de La Habana de eliminar al régimen de la lista de países que apoyan al terrorismo en el Departamento de Estado están muertas y enterradas. La posibilidad de que en un futuro el régimen pueda encarar más aislamiento económico se ha convertido en probabilidad. La campaña por rescindir legislación norteamericana anticastrista, con mucho viento en popa hasta hoy, por lo menos en el futuro inmediato se desinfla.


FIN


Hugo Byrne


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