¿CASTRO "NACIONALISTA"?

Por Hugo J. Byrne


"Yo no ataco a Lenin. Lo describo tal como fue y de acuerdo a lo que valía."

Alexander Solzheitsyn
("Warning to the West")



En un ensayo titulado "La Hora de la Disidencia" y originalmente publicado en "El Nuevo Herald", el profesor Rafael Rojas llama a Fidel Castro "nacionalista."

Para que nadie pierda su tiempo y el nuestro (que es oro), aduciendo que estamos tomando frases fuera de contexto, reproducimos a continuación total y literalmente, el párrafo de su artículo, en el que Rojas califica al tirano como tal: "En Cuba la política es, como pensaban Lenin, Schmitt y todos aquellos que aspiraban a la destrucción del estado de derecho, una continuación de la guerra por otros medios. Allí el opositor no es un ciudadano con una opción política diferente, sino un enemigo del pueblo que debe ser aniquilado. Y como en Cuba el otro amenazante siempre es Estados Unidos, los opositores tienen que ser presentados como satélites de Washington aunque sean tan nacionalistas como el propio Castro y rechacen el embargo comercial contra la isla." (La negrilla es nuestra, para enfatizar).

Las implicaciones de Rojas en semejante declaración son cristalinamente evidentes: Castro podrá ser un tirano totalitario, pero su "nacionalismo" es indiscutible y su militancia como tal debe aceptarse sin debate. Ciertos "opositores" a Castro son "tan nacionalistas" como el propio tirano. Oponerse al "embargo contra la isla" es una actitud legítimamente "nacionalista" y por ende, quienes nos oponemos al levantamiento unilateral del mismo por los Estados Unidos, no solamente no somos nacionalistas, sino que pudiéramos ser justamente catalogados como "satelites de Washigton." ¿No es maravillosa la lógica del profesor Rojas?

De aplicarse ese principio enunciado tan claramente por Rojas a nuestra guerra independentista, tendríamos que concluir que durante el proceso emancipador de 90 días que en nuestra historia es llamado como "La Invasión", el verdadero "nacionalista" era "el Pacificador" Martínez Campos y su némesis "anti-nacionalista" era Máximo Gómez.

Llevar la guerra al occidente de Cuba, donde se desarrollaba al máximo el producto de la industria azucarera, tenía el propósito indiscutible, anunciado y programado de arriunar económicamente a la isla, para que su esclavitud colonial dejara de ser lucrativa y apetecible a la insaciable burocracia peninsular.

Ese era el "embargo" que Gómez forzó en Cuba, desde Baraguá hasta Mantua. Gómez tenía su propia agenda. No se trataba de un plebiscito autonomista. No era el "Proyecto Varela" sino el "Proyecto Candela."

"¡Bendita sea la tea"! fue el terrible grito de guerra del insigne dominicano, a plena conciencia de que su campaña de "tierra arrasada", destruyéndolo todo después que las llamas habían dado buena cuenta de la zafra, representaba sufrimiento y penuria para todos los cubanos. La estrategia del brillante general insurrecto no tenía el objetivo de darle a Cuba una vida más fácil dentro del maldito oprobio colonial.

Su único propósito era terminar con ese oprobio. Quemó a Cuba de un extremo al otro, pero de ese crisol, de esas cenizas calientes es que surgió el Ave Fénix de nuestra independencia.

De haber suspendido el gobierno de Estados Unidos su comercio con el gobierno colonial de La Habana, o de haberle impuesto un embargo económico al mismo en 1895, ¿cuál cree el amable lector habría sido la actitud de Gómez? ¿Alguien piensa honestamente que Gómez se hubiera opuesto a semejante imaginario embargo?

¿Castro nacionalista? ¡De ser ello cierto, el nacionalismo sería peor que el cáncer! ¿Sería por nacionalista que Castro regara sangre cubana para su propia gloria y fama por los cuatro puntos cardinales? ¿Sería por eso que dilapidara energía vital y preciosos recursos nacionales apuntalando la satrapía de Mengistu, el cobarde dictador etíope, hoy al amparo del gobierno sudafricano tras el colapso de su régimen sangriento, o que apoyara a la "Revolución Sandinista", rechazada por el pueblo nicaragüense ya por tres veces consecutivas?

¿Sería por eso que dedicara más de 50,000 soldados, muchos de ellos conscriptos "a pesar de sí mismos" a defender los intereses soviéticos (y los de la Standard Oil) en Angola, regando con tumbas cubanas el suelo de Africa a guisa de pago en carne de cañón por el subsidio anual de más de cuatro billones de dólares para sostener su espurio e ineficiente régimen?

¿Sería por eso que usara hasta el ultimo centavo del erario público en absurdos proyectos "genéticos" en los que las reglas de experimentación científica eran substituídas por un super ego, casi masturbante de tan narcisista?

Es el mismo tirano quien ha desmentido en cientos de ocasiones pasadas la implicación del profesor Rojas, declarando su militancia "internacionalista", intentando dar justificación a la ruina de Cuba a costa de sus aventuras por los rincones del universo en la búsqueda febril de un nombre histórico, no para la patria, sino para sí mismo.

Sólo después de que se secara la famélica teta soviética a la que Castro succionara con glotonería por treinta años, es que su régimen trata de explotar el mito de su "nacionalismo."

Pues como ha escrito elocuentemente otro ilustre exprofesor universitario, Roberto Luque Escalona, para Castro, como para los piratas del siglo XIII, Cuba ha sido solamente una base de operaciones.

El profesor Rojas tiene todo el derecho del mundo a cantar loas al "Proyecto Varela" si así lo estima, tal como a nosotros nos asiste el derecho a demostrar que es una de las tantas maniobras para demorar o impedir el verdadero establecimiento de un estado de derecho en Cuba.

Pero implicar "nacionalismo cubano" en Castro es una injuria mayor a nuestra inteligencia que no podemos dejar sin respuesta.


FIN


Hugo Byrne


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