¿EL CASTIGO DE DIOS ?

Por Hugo J. Byrne


"¡Silencio ratas, que la noche es larga,
Yo tengo la palabra, y que me emplumen,
Si no brota mortal de mi cacumen,
Contra cierto bellaco, una descarga!"

Ricardo Palma


Nos educaron en la ética cristiana. Etica exenta de fanatismos dogmáticos o hipócritas golpes de pecho. Ella forjó nuestra conciencia y en esa base tratamos de conducir nuestras vidas, aunque con éxito relativo. Nadie resiste la tentación en forma absoluta. Pecadores hemos sido, somos y seremos hasta el fin.

Pero aunque no podamos "lanzar la primera piedra", sí somos muy capaces de distinguir entre el bien y el mal, entre la bondad y la perfidia. Martí llamó a la honestidad "pulcritud del alma", estableciendo una comparación adecuada entre la limpieza del cuerpo y la del espíritu, el que de acuerdo a esa alegoría sólo mantiene su pureza a través de la verdad.

Y esa verdad, al decir de uno de nuestros pensadores más profundos, José de La Luz y Caballero, es la que nos hace hombres. En ese aforismo, Luz y Caballero aludía a la Roma de los patricios, en la que una ceremonia solemne celebraba la transición del joven adolescente a la responsabilidad de la hombría, cambiando la "toga pretexta" por la "toga viril".

La república romana no era perfecta, como no puede serlo colectividad alguna que legalice la esclavitud entre otros tantos vicios. Roma llevaba en estas fallas la semilla de su autodestrucción y su eventual descenso al imperio y luego a la satrapía. Sin embargo, en su seno se desarrollaron factores civilizantes que aún perduran, como lo son sus códigos legales.

No cabe duda que estos factores explican la longevidad relativa de la república romana si la comparamos con la brevísima democracia griega. La codificación de la vida social es infinitamente superior a la anarquía de una democracia sin parámetros. Esta última es siempre presa fácil de las manipulaciones de demagogos y tiranos. No es por casualidad que Castro durante una de sus cotidianas e interminables peroratas, comparara su nefasto régimen a la "antigua democracia griega, en la que el pueblo se reunía en la plaza pública para determinar libremente su destino".

La fe cristiana establece la verdad como principio ético fundamental y esa regla básica fue quebrantada inmisericordemente por el Arzobispo de Boston, Cardenal Bernard Law, tratando de ocultar crímenes de pedofilia en su Diócesis. La evidencia abrumadora indica que la reincidencia de crímenes sexuales por parte de sacerdotes de la Diócesis de Boston fue consecuencia directa de los esfuerzos del Cardenal Law por ocultar previas violaciones. Law trató ignominiosamente de cubrir crímenes perpetrados contra niños indefensos, mediante el infame expediente de relocalizar y reasignar a ciertos sacerdotes, a los que sabía culpables de pedofilia activa.

Pero, ¿quién puede sorprederse de esa actuación furtiva de Bernard Law? El Cardenal de Boston demostró su deleznable condición humana hace mucho tiempo, cuando visitara a Fidel Castro y compartiera con el tirano lujos y experiencias que el sistema impuesto en Cuba niega cotidianamente al pueblo, junto a todo lo demás que necesita el ser humano para vivir en dignidad.

A su regreso de la isla cautiva, Bernard Law, siguiendo las directrices de otros sepulcros blanqueados como el influyente Cardenal Etchegaray, culpó al "embargo norteamericano" de cuantos males aquejan a Cuba. El impúdico Etchegaray, públicamente ha llamado "criminal" al embargo comercial norteamericano contra Castro y "criminales" a cuantos lo apoyamos. Esto lo hizo hace años, desde Cuba, inmediatamente después de una muy amigable visita al dictador y antes de tomar el avión de regreso al Vaticano.

No es secreto que tenemos grandes diferencias con la Iglesia Católica de Roma, que se iniciaran con la visita de Castro al Vaticano y que culminaran en la visita papal a Castro. Estas diferencias han ocurrido a pesar de que el catolicismo fue siempre la fe de nuestra niñez. No nos consideramos cismáticos ni herejes. No hemos cambiado nuestra ética. Quizás seamos los verdaderos creyentes.

Abrumado ante demandas de víctimas de abuso sexual que anuncian debacle económica para la Diócesis de Boston, Law ha optado por la renuncia al Arzobispado. Su renuncia ha sido aceptada por el Papa. Esta humillación quizás sea solamente la primera para el corpulento Cardenal. Dentro de poco tendrá que confesar sus faltas, como testigo, ante el tribunal de los mortales. Y aunque el reino de Dios no es de este mundo, quizás eso sea el portento de un castigo más severo.

El pasado 5 de septiembre le tocó el turno al Gobernador Ryan de Illinois, quien fue decisivamente batido en las urnas por su oponente demócrata, en una de las pocas derrotas republicanas de esa elección de "mid term". La extensa evidencia de corrupción en la administración de Ryan precipitó la pérdida de la gobernatura de ese estado para el "Grand Old Party".

Ryan, asiduo visitante y admirador de Castro (quien le quería erigir una estatua en La Habana), era, junto al sonriente congresista por Arizona Jeff Flake, uno de los dos republicanos más vociferantes en favor de que los contribuyentes norteamericanos salven económicamente a la satrapía caribeña. Como reza el viejo adagio español, "dime con quien andas y te diré quien eres".

Ese es el destino encarado por dos de los más connotados aliados de Castro por estas regiones del mundo. Ante ese espectáculo y el del mentalmente limitado aprendiz de tirano Chávez de Venezuela (quien se ve más acorralado cada día), apreciamos que quizás la mano justiciera de Dios esté llegando a este reino de los mortales. Y si de eso se trata, muchos otros hipócritas deben poner sus barbas en remojo.


FIN



Éste y otros excelentes artículos del mismo AUTOR aparecen en la REVISTA GUARACABUYA con dirección electrónica de:

www.amigospais-guaracabuya.org