LOS CUBANOS Y SU "MALA PRENSA"

Por Hugo J. Byrne


Hace unas pocas horas tuvimos el infortunado deber periodístico de escuchar del izquierdista "anchorman" del programa "This week in Washington", George Stephanopolus, de la cadena televisada "ABC", la entrevista que le hiciera en Cuba a Ricardo Alarcón. El título oficial de Alarcón en el régimen castrista es el de "Presidente" de "La Asamblea del Poder Popular". Por lo menos esa ha sido su posición desde que Fifo ordenó que lo substituyera "Robertico" Robaina en la función de "Ministro de Relaciones Exteriores".

Como sabemos, Robaina también fue substituído a su vez por el mentalmente limitado Roque (y también castigado con cierto grado de ostracismo por un presunto "comportamiento impropio a sus funciones").

La substancia de dicha entrevista no es tema que merezca nuestra preocupación y ni siquiera la tinta en que estas líneas se imprimen. Mucho más importantes son a nuestro juicio los elementos subliminales de la entrevista.

Para empezar, el cintillo inferior en la pantalla que identificaba a Alarcón, lo definía como "Consejero de Fidel Castro". "¿¡Consejero!?"

¿Cabe en los límites de lo posible que tanto Stephanopolus como los productores y promotores del programa "This Week in Washigton" no sepan, después de casi 45 años de castrismo, que esa función (ya sea oficial u oficiosa) jamás la ha tenido nadie en Cuba y que jamás nadie la tendrá? ¿Es concebible que alguien en ABC nunca leyera una biografía del tirano? ¿Piensan quizás que todos los teleaudientes somos completamente ignorantes? No lo creemos. Aquí el problema no es desconocimiento del tema, sino evidente mala fé.

Para tener conciencia de esto no es necesario siquiera el análisis de una biografía objetiva del dictador, como las de Geyer o Kirk. Incluso los apologistas de Fifo reconocen el hecho de que el "Presidente" vitalicio de Cuba no oye consejos de nadie. Afirman que no los necesita. El "egregio" Fifo siempre se ha limitado a dar consejos él a todos, incluso oficiosamente. ¿De qué utilidad pueden ser pretensos consejeros a un oráculo viviente, que se las sabe todas?

La idea es, por supuesto, presentar al régimen (si esto es humanamente posible), de la forma más positiva. La imagen de un Castro presuntamente rodeado de consejeros, oculta la trágica realidad de una dictadura de un sólo individuo, paranoico, arrogante y omnipotente y bien capaz de arrojar a cualquiera a una mazmorra por pensar en voz alta. Esto, amigo lector, lo sabe de sobra Stephanopolus y también ABC. Simplemente no quieren que Vd. se percate.

Hace años debatimos en televisión a uno de los agentes provocadores del régimen castrista, quien burdamente se disfrazaba de "imparcial". Como todos los corifeos disimulados del tirano, afirmaba que los problemas del pueblo de Cuba no emanaban de Castro y su régimen, sino de la política exterior norteamericana y de su cacareado "embargo": "No debemos demonizar a Castro!", nos dijo. Le contestamos que "demonizar" a Fifo era innecesario, pues él no necesitaba ayuda en ese renglón.

La prensa, por supuesto, procede paralelamente. Cuando escudriñamos la historia, nos encontramos que la hostilidad de la prensa de Estados Unidos a la emigración cubana, dista de ser un fenómeno nuevo. Lo que quizás sea nuevo es el motivo de la hostilidad. Antaño era solamente xenofobia y racismo y hoy es parcialidad izquierdista, xenofobia, racismo y envidia.

Los resultados del último censo, reflejando un ingreso promedio entre cubamericanos que no sólo supera con creces al de otros grupos de inmigrantes hispanos, sino que rivaliza con el de los anglosajones nativos, cuyos índices de graduados universitarios se ha quedado bien a la zaga, en porcentaje comparativo al de cubanoamericanos. Esto no ayuda a los cubanos con la prensa. Los cubanos no creen en barreras y aquí se supone que los hispanoparlantes seamos dóciles. Y aunque las apariencias parezcan indicar algo bien distinto en la Cuba de hoy, el futuro demostrará que los hijos de Carlos Manuel de Céspedes no son dóciles, en Cuba o en parte alguna.

Sin poder contener su indignación, Martí escribió una famosa carta al editor del New York Evening Post el 25 de marzo de 1889, protestando por un insultante editorial del "Philadelphia Manufacturer", reproducido por el diario de New York.

Entre otras lisonjas, el editorial del "Manufacturer" acusaba al pueblo cubano en general de ser "incapaz por naturaleza y experiencia de asumir las responsabilidades colectivas requeridas en una sociedad libre y grande". El "Manufacturer" nos acusaba de vagos y arribistas, demandando la anexión de Cuba a la Unión Americana.

Martí, usando conceptos que deben aplicarse a nuestros días ripostó: "Solamente con el fin de nuestras vidas cesará nuestra lucha por la libertad. Y es una realidad bien triste que nuestros esfuerzos ya hubieran alcanzado una cierta medida de éxito, de no haber sido porque algunos de nosotros todavía alimentamos la esperanza femenil de los anexionistas de alcanzar la libertad sin pagar su precio; y los justificados miedos de otros, de que nuestros muertos, nuestras tradiciones sagradas, nuestras ruinas anegadas en sangre se conviertan en fertilizante para beneficio de una factoría extranjera, o la ocasión para el desprecio insultante del "Manufacturer" de Filadelfia"

No hay nada nuevo en la Viña del Señor.


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