DE LA PATRIA Y DEL ARTE

Por Hugo J. Byrne

Homenaje póstumo a Sergio López Mesa

"…hoy el verso palpita en la metralla,
en el cañón está la sinfonía
y el lienzo en nuestros campos de batalla!"

(del soneto "Armando Menocal", por Bonifacio Byrne)

La violencia a menudo deshace lo que el arte crea y siempre destruye a quienes pueden apreciar y disfrutar del mismo. Por eso es que no existen EN TEORIA profesiones más disímiles y antagónicas que las del artista y el soldado. Para el artista verdadero la vida humana es inseparable del arte, pues es esa humanidad palpitante, sensible y viva, quien se enriquece de la expresión artística. El propósito del soldado es defender a la patria del enemigo. La derrota de este último, con frecuencia implica devastación y muerte.

¿Cómo es posible entonces para un hombre normal aprestarse a destruir el objetivo mismo de su trabajo más preciado? ¿Puede acaso separarse el arte de la vida humana, como entidad diferente y ajena al intelecto? Tan sólo si nos decidimos a franquear, sin ánimos de regreso, el desdichado umbral de la esquizofrenia.

El arte, en todas sus formas, requiere, demanda, público que lo aprecie. Arte es, por definición, deleite intelectual de los sentidos. El Greco, Goya, Renoir y Winslow Homer, no habrían alcanzado su cima inmarcesible en un universo de ciegos, ni más ni menos que Mozart, Rossini, Wagner o Ravel en uno de sordos.

La Segunda Guerra Mundial exterminó unos cincuenta millones de seres humanos. Todas esas víctimas eran potencialmente capaces de apreciar el arte en sus infinitas formas. Sólo Dios sabe cuantas de ellas eran también artistas consumados o en potencia. Irónicamente esa posibilidad se aplica a víctimas y victimarios por igual.

Sólo aceptando esa aparente incongruencia nos es posible explicar a Lord Byron, a "Breaker" Moran, a José Martí, o al mártir filipino José Rizal, quien pocas horas antes de su ejecución por los colonialistas españoles, escribiera uno de los poemas más hermosos de la lengua castellana. Son incontables los artistas que voluntaria y honorablemente vistieran en ocasiones el uniforme del soldado. La historia militar está pletórica de poetas-soldados. Sin embargo, aunque el arte literario es el que más ha descollado en el ámbito castrense o bélico, ciertamente no es el único. Armando Menocal, a quien Bonifacio Byrne dedicara un inspirado soneto, abandonó su paleta de pintor para empuñar un fusil.

Hace pocos días partió para siempre Sergio López Mesa, uno de los escultores más brillantes que diera Cuba desde el fin de la era colonial. Para López Mesa el arte era una noción inextricablemente relacionada con la extraordinaria sociedad en la que naciera y se educara. Cuba y su historia eran para el notabilísimo escultor, fundamento en su ideal estético.

López Mesa, quien viviera durante muchos años en el sur de California, nació en la ciudad de La Habana en 1918. En 1937 se graduó en la archifamosa Academia de Bellas Artes de San Alejandro y a partir de 1942 se convirtió en profesor de Artes Plásticas de la misma. Su notable contribución al arte cubano cubre un largo período de nuestra historia. La escultura en piedra del poeta José María Herdia es uno de sus más antiguos éxitos. Ese monumento al laureado cantor del Niagara, fue develado en Toluca, México, en 1941.

La fama internacional de López Mesa data de mucho antes de que la tragedia cubana lo forzara al exilio. En 1958 se inaugura en el Aeropuerto de Cayo Hueso un busto del aviador cubano Agustín Parlá, producto del talento artístico del escultor habanero.

En Cuba, antes de su partida definitiva al exilio en 1960, López Mesa contribuye a nuestro patrimonio con muchas obras excepcionalmente notables: La estatua en mármol del Padre de la Patria en la Plaza de Armas de La Habana, inaugurada en 1955, el "Retablo de los Héroes de 1868" en Bayamo, provincia de Oriente, "El Lugarteniente General Antonio Maceo", tallado en piedra en Punta Brava en 1944 y la hermosa fuente de mármol del Zoológico de La Habana titulada "Las Niñas".

En el destierro López Mesa educa en su arte a los estudiantes de la Universidad de Allen en Carolina del Sur, desde 1961 hasta 1972. Después de establecer su residencia permanente en California, el escultor cubano ofrece su extraordinaria capacidad artística a una famosa compañía, para la que trabajara hasta su retiro en 1982.

Al talento que Dios le concedió y que usara tan exitosamente, Sergio López Mesa unía el amor inextinguible por su país natal que define al verdadero patriota. Ese amor por Cuba lo lleva en su edad madura a ofrecer su vida para el esfuerzo libertador de 1961. Aunque su enlistamiento en la Brigada que más tarde se conocería por 2506, no lo llevaría a la gloria, ya que la operación estaba a punto de lanzarse, ese gesto romántico y generoso le procura un sitial histórico muy especial entre los héroes cubanos de nuestra era.

Deseo que estas breves cuartillas lleven un mensaje de condolencia a la señora Yolanda López Mesa, viuda de mi admirado amigo y demás familiares, en la convicción de que su dolor tiene que ser atemperado por memorias ejemplares y un gran orgullo, tanto familiar como nacional.

El 28 de enero de 1976, en conmemoración de 123 años del natalicio de José Martí, fue develado en el Echo Park de Los Angeles, California un excelente busto del Apóstol, obra monumental de Sergio López Mesa. Sea este inspiradísimo homenaje de un artista-patriota hacia otro, ejemplo extraordinario a la posteridad.


FIN



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