LA CONTRAOFENSIVA DE LAS ARDENAS

Por Hugo J. Byrne

A fines de octubre 1944, a las puertas de Alemania y al alcance de la Línea Sigfrido, los ejércitos aliados recibían sus abastecimientos desde el puerto francés de Cherburgo a más de 350 millas en su retaguardia. Para poder usar el recién conquistado y muchísimo más cercano puerto de Amberes, el Primer Ejército Canadiense limpió de minas el estuario del Schelde a un costo terrible de más de 13,000 bajas.

Esta acción precipitó la contraofensiva de Las Ardenas, también conocida en Estados Unidos como la batalla del "Saliente" ("the Bulge"), último esfuerzo de Hitler arriesgándolo todo para desestabilizar el frente occidental. En realidad esa sangrienta batalla de hace exactamente sesenta años, estaba en preparación desde que las tropas aliadas rompieron el frente defensivo con que los alemanes contenían el desembarco de Normandía. Al liberarse Amberes para su total uso, las largas líneas de abastecimiento de los aliados se redujeron a la quinta parte.

Aunque es dudoso que los alemanes fueran capaces de concentrar más fuerzas y lograr una mayor preparación de la que tenían para la contraofensiva en diciembre del 44, la realidad es que la apertura de Amberes forzó la mano de Hitler. El antiguo cabo austriaco deseaba golpear a los angloamericanos cuando sus "supply lines" fueran bien largas y difíciles.

Después de postponer la ofensiva varias veces, el 16 de diciembre de 1944, veinte divisiones germanas invadieron la zona del sur de Bélgica llamada Las Ardenas, que incluye el miniestado de Luxemburgo. La fuerza invasora que lograría una sorpresa completa en el alto mando aliado, contaba con más de 300,000 soldados, 1900 piezas de artillería y 970 blindados, incluyendo los nuevos supertanques pesados "Tigres", muy superiores a los medianos "Shermans" norteamericanos.

La zona estaba ocupada por unos 80,000 soldados norteamericanos comandados por el General Troy Midleton. Los aliados eran en su mayoría inexpertos en combate excepto los destacados en la zona para su descanso, después de haber conquistado en lucha fiera los primeros palmos de tierra alemana, incluyendo la vetusta ciudad de Aachen, cuna de Carlomagno. Aunque Las Ardenas fue la ruta de invasión usada por los ejércitos del Kaiser en 1914 y por la Blitzkrieg nazi en 1940, en el 44 era considerada territorio relativamente seguro.

Cómo fue posible para las fuerzas alemanas mantener en secreto la acumulación masiva de tropas y equipos es uno de los misterios de la Segunda Guerra Mundial. Intriga esta que rivaliza la de las notorias armas de destrucción masiva de Sadam Hussein, quien sabemos las tenía antes y después de la Guerra del Golfo en 1991. De lo que no cabe la menor duda es que la batalla para detener a los germanos en las Ardenas fue la mayor en el frente occidendal durante toda la guerra, incluyendo la "blitz" de 1940.

Los alemanes estaban divididos en dos columnas principales. A la derecha (norte) el antiguo "bouncer" de cervecerías, SS General Joseph ("Sepp") Dietrich comandaba el VI Ejército blindado. Dietrich no era un soldado profesional y su ascenso a general en las SS era consecuencia de valor personal fanático, combinado con el favor de Hitler. El Teniente General Hasso Von Manteuffel lidereaba el V Ejército Blindado en la columna izquierda (Sur). Este veterano del frente oriental era uno de los soldados más competentes con que contaba Alemania y se le acreditaron las victorias iniciales de la contraofensiva. El mando supremo alemán supuestamente residía en el Mariscal de Campo Gerd Von Rundstedt, pero era el propio Hitler quien comandaba, con el auxilio técnico del Mariscal Walter Model, quien se personaba con frecuencia en el frente para resolver problemas.

La batalla del "Saliente" se caracterizó por lo mucho que se destacaron ciertos subordinados. Del lado alemán, el Teniente Coronel de los SS Joachim Peiper, quien a diferencia de su jefe Dietrich, era un soldado profesional y pertenecía a una distinguida familia prusiana. Fue Peiper quien encabezó muchas de las acciones más dramáticas de la ofensiva nazi. Pero su educación y abolengo y no le impidieron cometer un crimen espantoso cerca del poblado de Malmedy, cuando tropas a sus órdenes ametrallaron sin piedad a varias docenas de indefensos prisioneros norteamericanos.

Por su parte muchas unidades norteamericanas se cubrieron de gloria deteniendo en seco a los granaderos alemanes, incluso usando morteros en posición casi vertical para pulverizar a sus atacantes a menos de 25 yardas de distancia. Estos últimos en la lucha cuerpo a cuerpo, caían muertos en los "fox holes" norteamericanos. Sólo los blindados nazis fueron capaces de suprimir la heroica resistencia de los "G. I.s", sepultándolos vivos. Entre sus jefes, el Teniente General Anthony McAuliffe, totalmente cercado en el pueblo de Bastogne y conminado a rendirse por los invasores, respondió con una palabra un tanto subida de tono: "Nuts!" (¡Coj…!). McAuliffe resistió durante ocho días hasta que los tanques del entonces Teniente Coronel Craighton Abrams, punta de lanza del III Ejército del General George S. Patton Jr. levantaran el sitio alemán, avanzando desde el sur.

Los objetivos estratégicos de la contraofensiva no fueron alcanzados, incluído el ambicionado puerto belga de Amberes. Menos de una tercera parte del terreno necesario fue tomado antes de que los alemanes fueran detenidos y rechazados.

Cuando el frente de combate se estabilizara después de la derrota enemiga, los atacantes habían sufrido más de cien mil bajas. Los defensores, más de 10,000 muertos y casi 50,000 heridos. Cuando los 20,000 desaparecidos pudieron ser individualmente identificados, el total de norteamericanos muertos en tres semanas de combate se elevó a más de 19,000.

Las Ardenas se llevaron muchos de los mejores hijos de Norteamérica más rápidamente que ningún otro teatro de operaciones de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, ningún periódico publicó un editorial censurando al gobierno de Roosevelt y ningún comité senatorial reclamó la presencia de Eisenhower, Bradley, Midleton o Patton. Corrían tiempos en los que la hipocresía y el cinismo eran aún estigmas denigrantes y cuando la ética y la vergüenza todavía ocupaban un lugar prominente en la vida colectiva de esta nación.


FIN



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