GRACIAS A DIOS POR EL 4 DE JULIO

Por Jorge Maspons

“Si ha de ser el placer de el Cielo que mi patria requiera la ofrenda pobre de mi vida, la víctima estará lista. Pero mientras yo viva, dejádme tener una patria, ó por lo menos la esperanza de una patria--y que sea un país libre. Pero cualquiera que sea nuestro destino, pueden estar seguros...esta declaración permanecerá. Podrá costar un tesoro y puede costar sangre, pero permanecerá y compensará ricamente por ambos....y viva ó muera, sobreviva ó peresca, yo estoy en favor de la declaración. Es mi vivo sentimiento, y por la bendición de Dios, será mi sentimiento al morir: ¡Independencia ahora e independencia para siempre!”

John Adams

Firmando la Declaración de Independencia

¡Independencia! ¡Que palabra tan bella y tan anhelada! Desde los más jóvenes que desean tener su propio automóvil hasta los más ancianos que solamente desean permanecer tranquilamente en sus propios hogares, todos aprecian y valoran su independencia. Lo mismo se puede decir de un pueblo.

Durante el Siglo XX muchas colonias inglesas, francesas y de otras potencias coloniales llegaron a alcanzar sus puestos entre las nominalmente naciones libres del mundo. Desafortunadamente, en la mayoría de los casos, sus experiencias colectivas para alcanzar la felicidad no fué siempre un acontecimiento feliz.

Hagamos un contraste de esto con los Estados Unidos. Con todos y a pesar de nuestros problemas durante los pasados 227 años de historia americana desde aquel primer cuatro de Julio, todavía tenemos un buen grado de libertad para buscar la felicidad como hombres y mujeres de buena voluntad. Nosotros, aquí en los Estados Unidos, tenemos la mayor combinación de libertad política, prosperidad económica y generosidad que haya sido disfrutada por cualquier civilización en la historia escrita. El “experimento” americano es único, una nación en donde se le daba al ciudadano libertad plena para desarrollarse y el gobierno estaría allí solamente para la protección de nuestra vidas y propiedades.

Reflejen, por unos momentos, en el alto precio que fué pagado por nuestra independencia. Los sacrificios de los Fundadores para establecer la forma republicana de gobierno que asegura nuestra libertad son dignos de recordar y enseñar a nuestros hijos y nietos.

Seguramente que ustedes estarán familiarizados con los sufrimientos y dificultades experimentados por los que combatieron en la Guerra por la Independencia. Por ejemplo, ustedes se han enterado ó leído de la odisea que pasaron los soldados en Valley Forge, quienes vivieron a base de “pancakes” de harina y agua, “panquetes ó tortillas” durante semanas y quienes, faltándoles zapatos, envolvieron sus congelados pies en tiras de frazadas que eran más bien despojos, dejando huellas con sangre en la nieva. Existe una hermosa pintura, que tal vez uds. habrán visto, de Jorge Washington, el Comandante-en-Jefe del ejército, de rodillas orando a Dios llamado “The Prayer at Valley Forge” el cual es una buena representación de esos difíciles dias.

Menos conocidas son las historias de lo que le sucedió a los que firmaron la Declaración de Independencia.. Ustedes recordarán que los firmantes se comprometieron los unos a los otros, arriesgando sus vidas, sus fortunas y su honor sagrado. Los delegados de Nueva York, la cual estába ocupada por los ingleses, sufrieron en forma desproporcionada. La esposa de Francis Lewis fué encarcelada y tratada brutalmente, acortandole su vida. Cuando Lewis pudo regresar después de la guerra, se encontró con casi todas sus propiedades destruidas ó dañadas. Philip Livingston, un comerciante perdió todo su negocio. casi todos sus bienes fueron confiscados por los ingleses y luego vendió mucho de lo que quedó para proveer fondos para su nueva nación.

Thomas Nelson, Jr. de Virginia sufrió un destino similar. “Que peresca mi negocio” le dijo a los que estában reunidos en la Cámara de Diputados Libres. “Llamo a Dios como testigo que si cualquier tropa británica desembarca en el Condado York, de el cual yo soy teniente, no esperaré órdenes, sino que reuniré a la milicia y empujaré a los invasores hasta el mar.” En la Batalla de Yorktown, cuando los ingleses estában acuartelados en la casa de Nelson, sus artilleros eludieron disparar sobre ella. ¿Porqué escatiman mi casa? le preguntó a un artillero- “Por respeto a Ud., señor” vino la respuesta. Nelson mismo dirigió el fuego del cañon sobre su propiedad, dañandola severamente.

De los 56 hombres que firmaron la Declaración de Independencia, 9 murieron de heridas incurridas durante la guerra; 5 fueron encarcelados; los hogares de 12 firmantes fueron quemados; 17 perdieron todo lo que tenían; y las familias de muchos fueron muertos, encarcelados, destruidos y menesterosos. Además, los militares sufrieron un estimado de 33,769 bajas durante la guerra, incluyendo a 6,824 nuertos en batalla. Es difícil comprender en su totalidad los sacrificios y vicisitudes que tuvieron que enfrentar los patriotas de la guerra revolucionaria como resultado de declarse independientes.

Como ciudadano de los Estados Unidos, usted sin lugar a dudas está familiarizado con la historia de la Declaración de Independencia, la Guerra Revolucionaria y las guerras sucesivas en que hemos participado. Hoy nos preguntamos si las generaciones recientes de americanos se han olvidado de su pasado, “suavizados” por la prósperidad material e ignorantes de la historia, sin preocuparse más por defender la soberanía de su patria.

Considere los siguiente: Si el sacrificio durante los tiempos de guerra es un “barómetro” de la dedicación a nuestra supervivencia, nosotros vivimos entre la concentración más grande de patriotas en nuestra historia. Más de 16 millones sirvieron durante la Segunda Guerra Mundial, casi 6 millones en Corea, casi 9 millones en Vietnam. Las bajas en estas tres guerras sumaron un millón y medio. Los reportes de bajas en la guerra de Iraq están aún incompletos pero sabemos que hay sobre 300,000 soldados que sirvieron ó están sirviendo y hemos tenido como 140 muertos. Muchos miles más están sirviendo en Afghanistan y varios otros lugares del mundo. Millones más se sacrificaron en lo que se llama el “home front” es decir, los que estában en el país trabajando para asegurar el triunfo. Vemos claramente que no hemos tenido escasez de americanos dedicados al deber.

Pero, lamentablemente, lo que nuestros soldados han protejido en el campo de batalla, nuestros políticos y diplomáticos han desperdiciado en los salones del Congreso, en la Casa Blanca, en embajadas y en las Naciones Unidas. Lamentablemente, los miembros de la Cámara de Representantes y el Senado son, generalmente hablando, una imágen del electorado en sus respectivos distritos y estados. Un electorado mal informado, egoísta e indiferente, continuará eligiendo legisladores políticos en lugar de estadistas. Es fácil desanimarse ante tantas intrigas políticas y dejar a los malos apoderarse de el poder.

Aprovechemos este aniversario de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos para rededicar nuestras vidas y nuestros esfuerzos en defensa de la libertad y servir como ejemplo para las futuras generaciones. Quiera y permita Dios que el pueblo americano, del cual somos parte, jamás pierda de vista su herencia, única entre las naciones del mundo y que recuerden siempre las palabras de Thomas Jefferson: “El precio de la libertad es vigilancia eterna.”


Jorge A. Maspóns
Julio 4, 2003

Las credenciales específicas del columnista Jorge Maspons están descritas para información del lector en:

http://www.amigospais-guaracabuya.org/g_maspons.html

Éste y otros excelentes artículos del mismo AUTOR aparecen en la REVISTA GUARACABUYA con dirección electrónica de:

www.amigospais-guaracabuya.org