PROMESA DE LEALTAD

Por Jorge A. Maspóns

“El Congreso no hará ley alguna por la que adopte una religión como oficial del Estado o se prohiba practicarla libremente, o que coarte la libertad de palabra o de imprenta, o el derecho del pueblo para reunirse pacíficamente y para impedir al gobierno la reparación de agravios.” (Constitución de los Estados Unidos, Primera Enmienda, también conocida como el Artículo Primero de la Carta de Derechos.)

El Tribunal Supremo de los Estados Unidos ha decidido repasar el caso de el “Pledge of Allegiance” que capturó la atención del país el año pasado. Un panel de tres jueces del Noveno Circuito de la Corte de Apelaciones de los Estados Unidos falló que la frase “Under God” (Bajo Dios) del Pledge era inconstitucional, lo mismo que la práctica de los maestros dirigiendo su recitación diaria antes de comenzar clases. Los argumentos orales comenzarán en los primeros meses del año 2004.

La decisión provocó enérgicas respuestas de algunos políticos, líderes religiosos y otras personas. El Congreso actuó rápidamente para reafirmar el uso de la frase “Bajo Dios” la cual fué añadida a la Promesa en el año 1954. Este artículo que escribo está motivado por las recientes discusiones con respecto a el “Pledge of Allegiance” lo que pudieramos decir en español “Promesa de Lealtad” a la bandera de los Estados Unidos.

Quiero aprovechar esta oportunidad para ofrecer una explicación y breve historia de la libertad religiosa en los Estados Unidos y concentrarme de manera en particular sobre la Primera Enmienda a la Constitución. Sin lugar a dudas, esta es una de las partes más debatidas de nuestra Constitución y está en el centro de la presente discución. En artículos anteriores he tratado este tema y la importancia de la Constitución de 1787, su historia, su ratificación. y como, a pesar de ser abusada tanto, continua siendo uno de los dos más importantes documentos de nuestra nación. (El otro es la Declaración de Independencia de 1776)


LA CARTA DE DERECHOS:

Es bueno recordar que al concluir la guerra revolucionaria por la independencia, la nación americana se regía por los llamados “Artículos de Confederación.” Estos artículos formaban una unión bastante ligera de las trece colonias y nececitaban hacerle ciertos cambios para darle al gobierno central un poco mas de autoridad, especialmente en el área de la defensa nacional. La Convocación de 1787 en Filadelfia reunió a los delegados de las colonias para “enmendar” los Artículos de Confederación pero los delegados terminaron creando un gobierno nuevo, controlado por una Constitución que limitaba su poder a ciertas, definidas y especifícadas funciones. Los colonos habían librado una guerra muy costosa para independizarse de Gran Bretaña y eran muy celosos, no estándo dispuestos para concederle al estado demasiados poderes. Ellos detestaban la Corona Inglesa y sospechaban de cualquier intento para establecer un fuerte gobierno central.

En este artículo no podré desarrolar un relato apropiado sobre el origen de la Constitución pero si quiero resaltar algunas cosas importantes. Aun después de escribir y debatir la Constitución (Obra de James Madison principalmente) los delegados en Filadelfia se negaron a ratificar en su totalidad el documento porque no especifícaba seriamente los derechos individuales que ellos apreciaban tanto y por los cuales habían librado una guerra. Así es que vemos como tuvieron que añadirle a la Constitución la “Carta de Derechos” (The Bill of Rights) que vienen a ser 10 Artículos adicionales y los conocemos como las primeras 10 Enmiendas de la Constitución. La primera de estas enmiendas garantizaba la libertad religiosa y la libertad de prensa. Es precisamente, la Primera Enmienda, el centro de atención y polémica en este caso de el “Pledge of Allegiance” ó como ya hemos visto, “La Promesa de Lealtad.”


LA PRIMERA ENMIENDA:

Libertad de religión y libertad de prensa.

En ninguna parte de la Constitución de los Estados Unidos, durante su formación, especialmente en la Primera Enmienda, ni tampoco en su fondo histórico se sugiere ó apoya la noción que los fundadores de la patria ni tampoco los ratificadores tenían las intenciones de divorciar a la “religión” -cristianismo- de la conducta de nuestro gobierno nacional ni de sus respectivos poderes legislativos. Todos los factores pertinenetes apoyan la idea que el cristianismo jugaría un papel influyente en la legislación de nuestras leyes y la conducta de nuestro gobierno civil en todos los niveles de nuestra vida pública.

En el año 1947 la Corte Suprema de los Estados Unidos “descubrió” la carta que el Presidente Thomas Jefferson le escribió a Danbury Baptist Association, la cual no es parte de la Constitución y hallaron allí la frase “una pared de separación entre la iglesia y el estado.” El propósito de la carta fue asegurarle a estos creyentes que el estado nunca les impondría una iglesia nacional. El Tribunal arbitrariamente lo consideró como parte de la Constitución. Desde ese momento hemos sido asediados por las falsas interpretaciones de “la clausula religiosa” y su significado, la intención de la Primera Enmienda y del papel que jugaría la religión en el gobierno civil, la ley y la vida pública.

Entre estas falsas interpretaciones hay una que sostiene que la intención de las clausulas religiosas de la Primera Enmienda eran de neutralizar el gobierno civil, la ley y la vida pública entre todas la religiones del hombre sin preferencia para el cristianismo, ni ninguna otra religión. Para los que pregonan esta interpretación, no hay lugar para Dios en el trabajo diario de gobernar la nación y tampoco tenemos nececidad de reconocerle pues el hombre es autosuficiente y soberano aparte del Ser Supremo.

Otra interpretación errónea contiende que la intención detrás de las clausulas religiosas de la Primera Enmienda era la de establecer una “pared de separación” entre la religión -el cristianismo en particular- y el gobierno civil americano, sus leyes y su vida pública. Los principales defensores de esta idea sostienen que la intensión detrás de la Primera Enmienda fué prohibir al gobierno federal ó nacional apoyo al cristianismo ó cualquier otra religión, ni tampoco a nada que aparentemenete muestre alguna alegoría religiosa.

Estas dos erróneas interpretaciones de la Primera Enmienda mencionada en los párrafos anteriores concuerdan en que el cristianismo no puede y se le está impedido ejercitar una influencia formativa sobre nuestras leyes y gobierno nacional. Sin embargo, por la evidencia histórica y escrita claramente vemos indicado que el cristianismo predominaba en el gobierno civil americano, nuestras leyes y la vida pública, no solamente antes, sino también durante y después de la formación y ratificación de la Constitución y la Carta de los Derechos.

La evidencia de que nuestra Constitución y la Carta de Derechos nacieron de una sólida (aunque ya sabemos imperfecta) sociedad cristiana es abrumadora y simple al mísmo tiempo. Las intenciones de ellos era evitar la creación y los males de una iglesia nacional establecida, como ocurría en Inglaterra, que tenían las intenciones de garantizar la libertad religiosa pero sin sancionar el libertinaje. Intentaban proteger y preservar los derechos del pueblo “religioso” en general, particularmente los cristianos, como ciudadanos completos de la república americana.

Las intenciones de la Primera Enmienda eran de proteger la libertad religiosa de todos los habitantes que se adhieren a las reglas bíblicas de moral y ética, no de los que querían practicar la inmoralidad en el nombre de la libertad religiosa. La Primera Enmienda fué escrita para proteger el derecho de los cristianos a continuar influenciando y hasta dominar nuestro gobierno civil, las leyes y la vida pública.

¿Cuantas veces hemos escuchado decir: “No podemos legislar la moralidad”?

Lo que están queriendo decir estas personas con esta pregunta es que no quieren legislar moralidad bíblica puesto que todas las leyes están basadas en la Biblia, la tradición judeo-cristiana, y algún sistema moral ó normas de moralidad. Toda la legislación está basada en algún sistema de moralidad; lo que sucede ahora es que algunos quieran dejar a Dios completamente fuera de nuestras vidas. El rechazamiento del Decálogo, como ha sucedido en Alabama y en particular el repudio al juez Roy Moore es una buena indicación de esto.

Los patriotas y estadístas que nos dieron la Primera Enmienda no querían una unión de la iglesia y el estado en el sentido de ser una iglesia nacional y establecida como existía en otras naciones. Pero ellos tampoco querían separar al cristianismo de nuestras deliberaciones y designios nacionales, asi como las leyes hechas conforme a la Constitución. Ellos querían una separación de la iglesia y el estado sin separación del cristianismo y el gobierno civil, las leyes y nuestra vida pública. Esto es, pues, el significado de la Primera Enmienda.

Podemos ver las evidencias de esta intencionada relación entra la iglesia y el estado en las muchas conecciones entre el cristianismo y el gobierno central, desde el momento de la inaugaración de Jorge Washington, el primer presidente, hasta el presente. Muchas diferentes acciones por parte de nuestros representantes y oficiales de el gobierno nacional dan testimonio de esto. No conciste en las acciones de un grupo de individuos cuidadosamente escogidos, sino mas bien en las acciones de una multitud de oficiales electos en el gobierno nacional. Tampoco conciste en lo que algunos de estos hombres dijeron, hicieron ó escribieron cuando eran ancianos y alejados por muchos tiempo de sus responsabilidades públicas, sino en palabras y acciones de estos estadistas cuando estában precisamente en servicio público. Benjamín Franklin, uno de los que nos dicen era solamente un “deista,” sugirió y comenzó la tradición de pedir la dirección de Dios antes de cada reunión gubernamental cuando estában debatiendo la Constitución en el verano de 1787.

En nuestro tiempo presente no son conocidas públicamente las evidencias que existen en el registro federal porque ya no se las enseñan al público en general y mucho menos a los estudiantes. No es porque sea algo difícil para enseñar, personas como yo que vine de otro país y soy ahora ciudadano americano, pueden leerlas, conocerlas y hasta enseñarselas a otras personas. No tienen un signifícado oculto, son fáciles de comprender e interpretar.

Hay varias razones porque no se le enseña al pueblo y mucho menos a los niños en las escuelas las diferentes tradiciones cristianas y la influencia bíblica en la formación de la nación americana. Veamos algunas de ellas: 1. Los cristianos de hoy son ignorantes de su existencia. 2. Los cristianos no han tenido en perspectiva y contemplado su herencia, no han hechado un vistazo al mundo a su alrededor incluyendo el gobierno civil como un ministerio dado por Dios (Romanos Capítulo 13) el cual valora el deber bíblico del cristiano de ser sal y luz para la sociedad a su alrededor y para obedecer las normas piadosas de la ley. 3. Los cristianos han permitido que el pensamiento anti-cristiano llegue a controlar nuestras instituciones educacionales, culturales y gubernamentales. 4. La filosofía del humanismo no es neutral, sino que está opuesta a los principios teológicos y con frecuencia también éticos de la Biblia y el cristianismo. 5. Los partidarios de las filosofías humanistas han laborado diligentemente por muchos años para decristianizar nuestras instituciones educacionales, el gobienro civil y la vida pública y para lograr esto se requiere una erradicación del conocimiento de la influencia cristiana sobre nuestra historia, incluyendo el gobierno civil y códigos de leyes.


CONCLUSION:

Los Estados Unidos tuvieron un nacimiento único en la historia, muy diferente a todas las otras naciones del mundo. Sus fundadores tuvieron una visión de lo que es una verdadera república contitucional, con gobierno limitado, con limitaciones estrictas que permiten la máxima libertad individual, incluyendo la libertad religiosa. Estos patriotas fueron “iluminados” por las enseñanzas bíblicas y creyeron que somos libres porque Dios nos creó libres. Para ellos, el estado era creado y sostenido simplemente para proteger esa libertad de que somos dotados por Dios. Hasta el día de hoy, miles y miles de emigrantes quieren venir para los Estados Unidos y participar de el sueño americano en donde encuentran libertad para adorar a Dios conforme a su consciencia. Nuestro problema de inmigración no es de impedir salir a los ciudadanos al extranjero, sino de controlar los millones que quieren venir a formar parte de esta nación.

En los Estados Unidos exísten innumerables iglesias y grupos religiosos. Aquí, cada ciudadano puede creer y practicar su fé sin temor a ser llevado preso y condenado a prisión, al menos hasta el momento presente. Millones que han llegado de los países árabes en los cuales se prohibe ó restringe fuertemente cualquier religión aparte de la musulmana, gozán de plena libertad de culto. Si llegasen algún día a tomar control del gobierno, podemos decirle adiós a la Primera Enmienda.

Un buen conocimiento del lugar de honor que nuestros primeros representantes y estadístas le dieron al cristianismo y a los principios cristianos es de inmenso valor para la presente y futuras generaciones de americanos. Tal invaluable conocimiento se puede adquirir considerando la evidencia en el registro federal.

No todo está perdido. A pesar de todo lo dicho y escrito, la república americana puede ser salvada y reinstituída. Pero es esencial un buen entendimiento de la Primera Enmienda y del lugar intencionado que juega el cristianismo en la ley y la vida pública de la nación. Un electorado bien informado y dispuesto a tomar control de su destino no podría ser detenido por los malos legisladores quienes serían cesanteados por nuestro voto. Si tan solamente un pequeño porcentaje de la población americana esté dispuesta, podemos salvar la nación. Si continua el dacaimiento moral y si continuamos permitiendo decisiones tales como la del Noveno Circuito de la Corte de Apelaciones, entonces todo si está verderamente perdido.


FIN



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