APPOMATOX

Por Jorge Maspóns


AGOTAMIENTO FISICO (Segunda de 5 Partes)

Como a tres millas de esta villa, mas allá de los desordenados fogonazos de rifle de el mas distante avance de la Unión, el General Robert E. Lee se hallaba sentado en una casa grande. El líder confederado estába gastado y desalentado. Podía sentir como el que fuera orgulloso y valiente Ejército Norte de Virginia se desintegraba. Ya no eran ni la sombra de lo que fue un valiente y orgulloso ejército. Los cuatro largos años de guerra habían destruido grandes partes de su país y causado la muerte de muchos miles de soldados valientes.

La turbación solemne de una cansada, estragada tierra se levantaba en la tarde como una llovizna de forraje pisoteado. Vagones sin carga, cartucheras en las que solamente habían media docena de balas empaquetadas en papel estában regadas por el suelo. Agotamiento....hambre, ya no había ni siquiera palitroques viejos para masticar.

(Nota aclaratoria: los palitroques eran pedazos de pan crudo que el panadero enrollaba, los horneaba y los regalaba a sus clientes. Cuando era niño, en Cuba, recuerdo haber comido muchos de estos "palitroques.")

En ningún momento en la historia de los Estados Unidos se ha visto tal contraste entre comandantes enemigos, Grant y Lee, preparandose para unas horas de descanso -solamente separados por tres millas.

Grant nunca en su vida había tenido éxito hasta que vino esta guerra. Era el hijo del dueño de una tenería en Galena, Illinois, quien estába orgulloso por el nombramiento de Grant a la Academia Militar de los Estados Unidos (Westpoint) y que sufrió dolor al atestiguar la ruina de la carrera de su hijo cuando fue forzado a renunciar su comisión del ejército en 1854. Era el whiskey el causante, decían los chismes en el vecindario de Grant. Lo miraban con desprecio cuando regresó, su carrera estába condenada. Grant intentó mantener a su esposa e hijos por medio de varias y fracasadas aventuras comerciales.

En la primavera de 1861 Grant era muy poco mejor que un hombre viviendo de una pensión. Pero estába seriamente determinado a servir en esta guerra y así lo expresó en una carta a Washington que fue ignorada por las autoridades. Por un tiempo, Grant trabajó en una oficina de la capital de su estado haciendo formularios militares. Por fín, el coronel de un regimiento voluntario de Illinois renunció indignado porque, según se decía, sus hombres eran un grupo de rufianes. Para Grant fue la oportunidad que esperaba cuando le ofrecieron el puesto. Hay maneras de entrenar aun a los soldados más revoltosos y Grant conocía los medios como lograrlo. Al poco tiempo estába al mando de una brigada y luego una división. Hizo campaña a lo largo del Mississippi por casi tres años. Capturó cuarteles considerados impregnables. Lincoln dijo, mucho antes de fijarse en él, "Me gusta ese hombre. El pelea."

Excepto quizás por la extraña dignidad del silencio, Lee no se asemejaba a su enemigo en ninguna manera. Los familiares de Lee no eran bodegueros, eran aristocráticos. Su padre era Harry "Light-Horse" Lee, un general gallardo quien ganó fama en la guerra revolucionaria. Su esposa era hija de George Washington Parke Curtiss, nieto de Martha Washington.

Los Lees siempre habían vivido en la elegancia. Robert E. se distinguió mucho con el pasar de los años. Por un tiempo fue superintendente de aquella misma academia en West Point en donde Grant pasó tantos apuros para mantenerse allí como cadete. Durante la guerra con Méjico, Lee sirvió en el estado mayor del General Winfield Scott, el comandante de las fuerzas americanas.

Cuando los estados del Sur comenzaron a separarse, le ofrecieron a Lee de Virginia (quien todavía era solamente un coronel en el ejército regular) el mando de las fuerzas de la Unión. Se vió frente a una decisión dolorosa. ¿Lealtad a su estado, o lealtad a su nación? Lee pasó largas horas considerando y meditando en la decisión que habría de tomar.

Lee escogió ir con su estado y combatió intensamente a traves de los cuatro difíciles años que seguieron. Comandó el Ejército de Virginia del Norte -el ejército confederado más grande en el este- durante sus grandes éxitos y fracasos. Ahora tenía el mando supremo de todas las fuerzas confederadas en el campo de batalla.

Ya hablamos del parecido de Grant, pero deje que sus ojos brillen según presencian la seria magnificencia de Lee. Tenía 58 años de edad; mas aun se elevaba a seis pies de altura con apenas ninguna inclinación de sus fuertes hombros. Su cara era simpática, refinada; su barba y su pelo estában platinados. Lo podemos imaginar en las guerras pasadas vestido con armaduras bien pulidas. Este era el hombre que aquella tarde se demoraba en marchar según descansaba en un granero al norte del Valle del Río Appomatox donde unos pocos cañones todavía sonaban en la tarde. Su enemigo ya se había retirado a descansar en el Hotel de Farmville. Un edecán escoltó al cansado General Grant a una habitación pobremente amueblada. "En esta habitación, señor," habló en voz baja el asistente, "me dicen que Lee durmió aquí anoche."



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