«Y todavía hablan de perdonar»

Por José Sánchez-Boudy


A un ser humano, aunque no sea cubano, tiene que causarle indignación esas melopeas pidiendo el diálogo. Los que dialogan no pintan los infiernos de las cárceles cubanas: "A los tres días de caer preso me tiraban la comida por un hueco, en una escudilla que iba a dar un servicio sanitario"; "En medio de estas condiciones y con el olor nauseabundo en el cubículo donde me tocaba estar preso tenía que tomar el agua del inodoro". De mi hijo puedo decir que sufrió las peores torturas. (…) "Sólo tenía una gotíca de agua que caía diariamente en un hueco de tierra donde tenía que hacer sus necesidades en medio de un hedor espantoso".

Los dialogueros no hablan de los fusilamientos: "Los fusilamientos se verificaban persiguiendo, prácticamente, a tiros al sentenciado". A uno tuvieron que darle cinco disparos de pistola para rematarlo Entre asesinato y asesinato se podía escuchar las risas, los cantos y las burlas de los milicianos y soldados que presenciaban la escena".

De esto ni hablan ni se recuerdan los dialogueros. A los que quieren salvar de ese baño de sangre inventado por ellos es, como ustedes saben, a los que hicieron y hacen estos horrores. De un baño de sangre que no se producirá porque los que aman la libertad, como es la Cuba Eterna, lleva a los asesinos ante los tribunales de derecho. Nosotros no somos bestias. Nosotros ni torturamos ni fusilamos. Los anticomunistas, los intrasigentes, somos "hombres de derecho". Por eso no dialogamos ni le damos la mano a los asesinos.

Se acaban de morir en el mar más cubanos huyendo de Cuba. El que huían del asesinato, del crimen, de la tortura es lo que importa. Se murieron buscando libertad. Huyendo de unos asesinos empedernidos con los que se quiere dialogar. A los que los dialogueros respetan como si fueran seres humanos y no de los monstruos más terribles que haya podido dar la naturaleza corrupta.

Se murió una niñita de unos meses: como aquella que expiró asfixiada porque su madre, que la traía en sus brazos, la apretó tanto contra el pecho para protegería, que le impidió la respiración.

Una niñita que nació en nuestra tierra: un caimán que es un paraiso. Un caimán de barrios llenos de álamos y de sueños. Un caimán con las arenas más finas y blancas del globo. Con unas arenas besadas por aguas esmeraldinas; o con aguas que reflejan el cielo y en las que se bañan las nubes; un mar que de noche hace sinfonías con el arrullo de palmas.

Una niñita que nació en un paraíso que nunca pudo ver. Las impresiones que se llevó en el alma fueron de horror. De horror desde que nació hasta que murió. En Cuba tiene que haber sentido el silencio terrible, la opresión que como una sábana negra que quita el aliento, se extiende por toda la nación. En el mar, el sol abrasador que mata; la angustia de la sed. Lloró hasta que el cuerpo se le hizo convulsiones.

Todo lo saben los dialogueros y sus congéneres. Pero son capaces de decir que quieren el Diálogo para terminar con estos horrores y lo que hacen con su actitud, es fomentarla. Porque lo que quieren es entrar ellos a gobernar con los de alla, en una llamada síntesis. Lo que quieren es convencerlos de que se puede mantener la dictadura. El mismo perro, por supuesto, con diferente collar. Y ser ellos parte de esa dictadura. Esta es la fórmula de "la Síntesis" inventada por los Dialogueros y Plataformeros y otros especímenes.

Se equivocan los que de buena fe piensan que puede haber un proceso democratizador en Cuba. Los Dialogueros, que son unos vivillos, saben que eso no se ha de producir. Esto, saben, es un cuento de caminos para satisfacer a los liberales-fabianos. ( ¡Cómo aman éstos, a Fidel! Ya vieron a Dan Rather. Y fue lo mismo con Turner, el esposo de la señora Fonda, cuya cadena, lo vi yo en Grecia, difundió un pequeñísimo documental -o como quiérasele llamar- en la que aparecían unos guantes y pelotas destartalados y se afirmaba que a pesar de ello, la revolución fabricaba «los mejores peloteros del mundo»).

El horror cubano es como el de Cambodia; como el de Rusia bajo Stalin ; el de la Revolución Cultural China; el del Comunismo en General, corrregido y aumentado por unos asesinos castristas para quienes el asesinato y la cobardía es su máxima divisa.

Este artículo lo hago hoy. No duden que un dialoguero Talco Menen se aparezca con otro antes de que el mío sea publicado en dos semanas y hable de la bebita muerta y hasta derrame en el artículo unas lágrimas fingidas, como la flor de que hablaba la guajira: «esa flor es fingida».

Pero ganaremos la batalla al Comunismo y al Liberalismo y a los Dialogueros y Plataformeros, y a los Moderados o Pandeados. Cuba volverá a renacer. Esa Cuba que cuenta entre sus mártires bebés; niños recién nacidos.


FIN


DIARIO LAS AMÉRICAS
Agosto 27, 1996

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