LA TIERRA CUBANA EN LA HISTORIA

Por José Sánchez-Boudy

Los cubanos estamos hechos de la tierra cubana. Así fuimos formados. Hay una identificación total entre nuestra tierra -que siempre es la armazón de la vida desde que el mundo es mundo- y nuestra alma. Somos el entorno: rural y urbano. Y así aparece en "Cecilia Valdés". Y se ve en el exilio con el barrio y el municipio. Ambos son el entorno. Y cuando se abandona el entorno se perece.

Y lo sabe esa gente sin alma que son los comunistas del mundo entero, que son los comunistas cubanos, la destrucción del entorno rural y urbano en Cuba, es un plan preconcebido para destruir el alma nacional del cubano. El entorno no se nos puede borrar de nuestra conciencia histórica, porque fuimos formados por el entorno.

El historiador e historiólogo José Duarte Oropesa ha escrito una historia-historiología de la formación de la nación cubana y del acontecer desde los primeros días de nuestra historia y de la República. Los cuatro tomos son de una importancia primordial para conocer, con el estudio de la República, la actuación de los protagonistas, mayores y menores de su existir. Y de la formación de la nacionalidad cubana. La historiografía es la unión de la sociología y la Historia. Ella martillea, nos dice Duarte Oropesa, cómo nacimos a la nacionalidad cubana y cómo somos.

La historiología de Duarte Oropesa son estos cuatro tomos que tengo aquí y que son definitivos, por el análisis que contienen y por las verdades que traen, mostrando sin tapujos la conducta de bombines y santones; de arrepentidos; de patriotas. La conducta de todos. Los gritaron ayer -muchas veces a favor del comunismo-, y los que hacen y gritan hoy contra él. Limpiando muchos, con una conducta digna, su pasado y su colaboración con el actual destino patrio bajo la bota roja. En el primer tomo de la Historia de Cuba de Duarte Oropesa titulada Historiología Cubana, se expone la tesis -a la que me adhiero- de que los cubanos pronto buscaron diferenciarse de los españoles, y que fue Juan Cristóbal Nápoles Fajardo (El Cucalambé), el que primero clasifica, en su poesía, la flora y fauna de Cuba y se identifica con ella, haciendo de Cuba un paraíso terrenal.

Nos hace saber igualmente, el historiólogo e historiador José Duarte Oropesa, que en el camino del Cucalambé continuó la Avellaneda. Yo quiero recordar que cuando describe la Sierra de Cubitas -creo que fue en su novela Saab-, nos parece que tocamos la tierra cubana con las manos, y que su bermellón, ese polvo rojizo de la tierra cubana -el rojizo bueno-, nos llega al alma. Nos penetra en los últimos veneros.

Todavía, para José Duarte, no ha cuajado el patriotismo. Tanto el Cucalambé como la Avellaneda, al identificarse con el entorno -que Duarte Oropesa lleva por primera vez la historia, a la historiología cubana y analiza tan concienzudamente-, según el historiador tratan de decir: "jey, somos cubanos". Pero aún el patriotismo no ha surgido. Aunque creo yo que ya estaba encerrado en esta unión de cubano-tierra cubana.

Otros factores más, unidos a la tierra, detalla Duarte Oropesa. El terrateniente que iba acumulando riqueza de la tierra, como Aguilera, que llegó a ser un multimillonario y dejó toda su fortuna, para morir como pobre de solemnidad, dándose entero a Cuba. Algún día hablaré del sacrificio de la clase rica cubana, en la República, por Cuba; de los dueños de casas e hipotecas. De comercios. Los hombres que ya son el cuaje de la nacionalidad nuestros patricios, y que tienen -y sigo al historiador de que hablo- los símbolos patrios que legarán a la posteridad: la bandera y el himno, a los que añadirán con el ejemplo de sus propias vidas, el mambí. Los mártires; los del 68 y el 95…

Junto a ellos están los campesinos: el criollo y el canario. El criollo pronto adopta la décima a su tipismo y la funde con la tierra. Echa mano a instrumentos típicos como el cencerro y la quijada de burro. Con el esclavo, elevado a la dignidad de hombre por su hermano cubano, y por el terrateniente; por el esclavo, y por el negro en general que con un Quintín Banderas y un Maceo, con éste como máximo héroe epónimo, se hace semilla y cimiento, junto al campesino blanco y al terrateniente, brazos y alma de Cuba.

Así es como se escribe la historia. Como lo han hecho Duarte y Masó, para citar sólo dos de sus grandes historiadores, sin desmedro para los otros. La historia no es decir que "el patricio estaba allí" con su caballería. Es no ocultar y analizar cómo esa caballería llevó a la destitución de Céspedes, una semilla de nuestros males. ¿Estamos? Como haremos con Masó vamos a hacer con Martí, que como me habla Duarte Oropesa, fundió en sí mismo todo lo cubano, todos los símbolos, y le añadió -me permito poner esta baza el universo ético y la dignidad de la libertad sobre la vida- y recogiendo los pedazos de la derrota forjó la unidad que llevó a la Independencia patria.


FIN


Publicado en DIARIO LAS AMÉRICAS 2/9/1999


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