EL MUNICIPIO Y LA CULTURA. LA NACIÓN

Por José Sánchez-Boudy

La grandeza del Imperio Romano, base de nuestra civilización, se debió al municipio. Esta grandeza romana fue heredada por España que legó al Mundo Hispano las municipalidades. Ellas fueron siempre muros de contención contra el poder arbitrario del monarca y faros de libertad.

En el exilio el municipio ha mantenido cohesionada la memoria histórica -tan importante en estos momentos el conservarla-, y ha permitido la integridad de la nación.

Estas líneas se publicarán después de que Manolo Prieres y la directiva del Municipio de Guantánamo, hayan culminado los actos de reafirmación cubana y guantanamera que ese municipio celebra en un hotel de Miami Beach.

Manolo Prieres y los hombres que lo rodean, lo han apoyado en la presentación de la cultura guantanamera, en su aporte genuino a lo nacional, pero además, en otras cosas que hacen de este acto del Municipio de Guantánamo algo nuevo en las reuniones municipalistas. Se ha traspasado el concepto de "reunión familiar" y se le ha unido al de "integración nacional".

Y esto último se ha buscado en el énfasis que se ha puesto sobre la reunión de los intelectuales guantanameros; en la unión estrecha entre el municipio y la tierra cubana; entre el municipio y el entorno. Es decir, lo que podemos tocar, aquí y allá, y hay que defender con todo y con la mayor brevedad en el exilio.

En la reafirmación del carácter mítico de muchos municipios cubanos y de la tierra que los rodea, visión de los primeros moradores de la Isla, tenían centros de estancamiento, que como nos decía el Dr. Carmona, profesor de la asignatura en la Universidad de La Habana, "que eran verdaderas municipalidades", con la entrega del Premio Joturo III, rindiendo honor al mérito y al trabajo.

Tiene el municipio de Guantánamo miembros eminentísimos, cuya fama no es de carácter local sino que alcanza descubrimientos para la NASA, la Agencia Nacional del Espacio norteamericana.

Este "Premio Joturo", machaca el carácter mítico de que he hablado. Es un pez, ya desaparecido, que para nuestros aborígenes tenía poderes mágicos.

Si se leen los estudios sobre la región de Guantánamo, se verá que, efectivamente, ha tenido en nuestra historia un carácter muy peculiar caracterizado por lo mismo que vio la insigne poetisa cubana, recientemente fallecida, Ana Rosa Núñez, y que llevó a un libro que pronto analizaremos en homenaje a la misma, en "Viaje al casabe": lo mítico.

"Este regalo del pensamiento guantanamero a los demás", lema del XVIII Congreso de Intelectuales Guantanameros en el Exilio, al que me estoy refiriendo, tiene la sombra mítica del Instituto fundado por Prieres, llamado Villa Granadillo, un árbol único que abunda en la región guantanamera.

El Municipio de Guantánamo, con Prieres como presidente, en este Congreso ha afrontado directamente el futuro.

La lucha que viene es dura. El Castrocomunismo con su ola de destrucción masiva está al desaparecer, y la nación cubana -coincidimos en todo con Prieres-, necesita una doctrina cubana de defensa del entorno, atacado ya, bestialmente en Miami, por los reciclados; y otra para retornar a la "memoria histórica", a lo que somos y a lo que fuimos, con la aceptación de las doctrinas que arrancando desde Varela y el Salvador, pasando por el heroísmo de la Guerra y de la Emigración Heroica, se machimbrean en el Universo Ético de José Martí; de Máximo Gómez; de Maceo; de Quintín Banderas. De todos nuestros mártires.

El Congreso de Intelectuales Guantanameros (XVIII), ha hecho hincapié en lo que tanto Manolo Prieres y yo hemos insistido desde estas páginas: en el rechazo del universalismo. Hay que volver a Martí. Hay que volver a Nuestra América.

No defendimos nuestro entorno: Se abrieron de par en par los hogares para que los devorara la jauría comunista antaño. No buscamos, ni durante la República, lo verdadero cubano: las doctrinas de la nacionalidad de Sanguily, por ejemplo, que vertebró una completa basada en "la tierra" como zapata de la misma y cohesión de todo, ni el legado Vareliano y de los demás próceres del siglo XIX.

Ello, he señalado en este XVIII Congreso de Intelectuales Guantanameros, nos llevó al desastre, y lo digo tajantemente: nos tiene a punto de desaparecer en el mañana envuelto en el maremagno de la globalización y del triunfo económico.

El Congreso fue celebrado, entre otras cosas, a la sombra augusta del granadillo, el árbol típico de Guantánamo.


FIN


Publicado en DIARIO LAS AMÉRICAS 8/31/1999

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