La Hora Veinticinco

Por José Sánchez-Boudy


Este es el título de una novela gigantesca, la que mejor ha pintado el peligro en que se encuentra la Civilización Occidental acosada por el comunismo reciclado. Y en la que se afirma a la hora veinticinco es aquella en que no hay regreso; no hay salvación. Estamos cercanos a ella. En este momento, el fundamentalismo árabe y las masas indígenas alentadas desde La Habana; se mueven contra la democracia creyendo que su líder, los Estados Unidos, es un tigre de papel. Confundidos por lo que creen, que su política exterior es errática.

Hay un libro básico para entender lo que está pasando. Es el del filósofo alemán. Emmanuel Kant se titula La paz perpetua. Es un ensayo de cómo preservar la paz. Esta se preserva, según el autor, preparándose para la guerra. Y ya en las primeras páginas de este Tratado Filosófico escribe: “Esta facilidad para hacer la guerra, unida a la inclinación que hacia ella sienten los que tienen la fuerza, inclinación que parece ingénita a la naturaleza humana”. Más claro ni el agua. Apliquen Kant a las árabes.

Y esta verdad ha sido olvidada por los Estados Unidos porque la fuerza hay que usarla contra el mal sin titubeos, sin pensar en las Naciones Unidas, o en organizaciones internacionales que a través de la historia no han sido más que centros burocráticos y de “cócteles” cuando de política se trata. No se podía, como se hizo, entregar a las naciones europeas del Este al terror soviético con el fin de que el comunismo fuera una amenaza para Francia e Inglaterra, a las que se les desmanteló el Imperio. Había que ganar en Corea; en Vietnam. Había que frenar la Contra Cultura, ese movimiento de jipis y drogas, que derrotó interiormente a los Estados Unidos con la fuerza de la ley. Había y hay que combatir con firmeza a los que quieren destruir los valores de nuestra cultura cristiana y haber evitado que los rojillos se apoderan de Hollywood, de los grandes rotativos, de las grandes cadenas televisivas. Y había que eliminar a los politólogos que en Estados Unidos se llaman “think tank”, cuyas teorías intelectualoides han acabado con el mundo. Fue una think tank, María Belén Montes, la que dirigía la política militar hacia América Latina de este país, afirmando que Cuba no representaba ningún peligro, a pesar de que no hay enemigo pequeño.

La política norteamericana de mantener a América Latina dividida utilizando a Fidel Castro por 47 años y desestabilizarla para evitar el poder de un bloque militar económico de la misma, enemigo de este país, política que funciona desde tiempos de Bolívar y el Congreso de Panamá al que no asistieron los norteamericanos porque llegaron tarde, toda esta locura fue inventada por algún think tank. Porque esta política no la ha encontrado en ningún padre fundador de esta nación ni en ningún presidente, Tan funesta que más de cien años después ha creado el círculo de ataque comunista que se va cerrando alrededor de esta nación y cuya última victoria ha sido el triunfo de Evo Morales, un cocalero. Lo que no impide que sea recibido en el mundo entero con honores. Tan bajo ha caído el Mundo Occidental.

Evo Morales, el representativo de un movimiento indigenista que con toda seguridad ganará en Perú y en Ecuador, cerrando el círculo de destrucción con garras rojas que quiere terminar con esta tierra y con la civilización cristiana.

Es la hora veinticinco, en la que este país tendrá que apelar a lo que dijo Roosevelt cuando Japón atacó: “si no matamos nos matan”.

Guiarse por los think tank, por estos falsos investigadores políticos que son expertos en América Latina o en todo el Mundo Islámico, cuando, a lo mejor, sólo cuentan con un bachillerato sobre la materia o una licenciatura, es una locura.

Esta plaga se encuentra en todos lados, fueron los think tank alemanes los que pensaron que había que ayudar al comunismo en Rusia porque la zarista estaba logrando enormes índices de industrialización que podían hacerla una gran potencia mundial. Y por ello, en el tren sellado, llevaron a Lenín a Alemania y le cerraron el camino de la victoria a los rusos blancos que ya tenían casi liquidado al comunismo.

Estos mismos think tank son los que, además de los errores de Roosevelt y del embajador Davis en Moscú, que llamaba a Stalin “el padrecito Stalin”, recomendaron el hacer de Rusia una potencia, cuando lo que había que llevar a cabo era una guerra de atrición, desgaste, entre Hitler y el comunismo, para que las dos terribles ideologías que ambos sustentaban se liquidaran mutuamente en el campo de batalla. Los mismos think tank y la avaricia son los que están haciendo de China una superpotencia en vez de seguir aquella idea de Napoleón Bonaparte: “Dejad a la China dormir”. La elección de Evo, y las que vienen, en que deben triunfar no las izquierdas, como se dice para engañar, sino los comunistas, como se debe decir, son una señal de alerta. No se puede seguir con blandenguerías. Y otra cosa, las repercusiones de este triunfo, el de Evo puede traer graves consecuencias para el mundo entero. Repito aquella frase de alguien que no es de mi simpatía: “si no matamos nos matan”. Llegó la hora veinticinco.



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