El pasado siempre presente

Por José Sánchez-Boudy


Todo nos recuerda a Cuba. La patria es la isla bruja. De su suelo salen esos bejucos invisibles que nos atan siempre a ella, de que le hablaba un español-cubano a mi padre. "No puedes irte, porque de ese asfalto salen los bejucos que te aprisionan". Ahora, que repaso este libro leído tantas veces, que presentaré pronto, de María Argelia Vizcaíno, una pintura completa de Guanabacoa, de pronto me vienen en tropel los recuerdos: el nombre de aquel pueblo que pasábamos cuando íbamos a Tarará con mi tío Antonio, un cazador que con mi padre recorrió la isla en cacerías, el nombre Tumba Cuatro. A todos los niños nos llamaba la atención.

Ya después supe que "tumba" es un tambor y un baile, y que un sitio llamado Tumba de Estorino en Pinar del Río, donde acampó Maceo, y chocaron con un valor extraordinario mambises y españoles, machetes y bayonetas.

La Cuba Eterna, la universal y personal; la personal, formada por la vida de cada hombre. Ayer sábado, nos reunimos en el "Versalles" un grupo de abogados, convocados por el Dr. Luis Rodríguez Cepero, que desde que llegamos a estas tierras comenzó a seguir la tradición cubana: todos los días 2 de septiembre, con la asistencia del primer mandatario de Cuba y del Poder Judicial, tenía lugar la apertura de los Tribunales.

Y me ví con mis compañeros togados, y con un amigo de la vida entera, que compartimos la existencia desde los predios viboreños, pasando por las aulas universitarias, el exilio, la carrera en ejercicio, hasta que murió ha poco en Miami, donde tuvo una exitósísima carrera de abogado y comerciante. Fue un ejemplo de lo que somos los cubanos. Y por lo que hemos pasado. Su hija menor vino de Cuba pequeñísima, con mi suegro. Todo esto trae a colación lo que ha sufrido, y sufre, el pueblo cubano.

Pero como Oché, que así le decimos todos, el Dr. José David Portela, no se amilanó, ni tampoco su esposa, la Dra. Concepción Valdés Lantero, hija de uno de los políticos más honestos que dio Cuba, que pasó por la dirección, como ministro, del Ministerio de Comunicaciones en la Plaza Cívica.

Fíjense lo que es la Cuba Eterna, la que cada uno de nosotros llevamos dentro. Me he recordado de aquella época gloriosa de los años 40, al recordar al Dr. Abelardo Valdés Astolfi; y me he recordado de Portela y yo, en los terrenos de pelota de "Pibu", jugándola y hablando con el granizadero. Y de Abelardo Valdés Lantero (Abelardito) el hermano de Purita, la señora de Portela, del también compañero de curso al que llamábamos "Bomba" porque era tremendo bateador y cuando pegaba un hit gritaba: "!Bomba!" -y de ahí se le quedó el apodo por el que lo recordamos con un inmenso cariño todos los días.

Digo que me recuerdo de Portela y yo hablando con el granizadero. Eran los tiempos en que nuestros padres nos daban un níkel para una Cafi-Cola, que costaba dos centavos, en Mi Trinchera, en la Calzada de Jesús del Monte, en la Víbora y en cualquier sitio. Pues bien, para que vean lo que era Cuba, algunas veces sudábamos tanto jugando pelota que nos quedábamos sin dinero para tomar el granizado. Entonces el granizado, "Raíl de línea", que así le decíamos por lo fuerte que estaba, nos daba un granizado, pero había el peine como "rehén", que los muchachitos rescatábamos enseguida, porque no era de color negro sino una combinación de rayas que parecían "un objeto bello" que nos fascinaba, en una época en que nos peinábamos continuamente, para poner fuerte el pelo.

Y volví a recordar a José David Portela y López en días pasados, en el "Versalles", cuando nos reunimos los abogados para celebrar la inauguración de los Tribunales Democráticos en Cuba. Se habló por el Dr. Luis Rodríguez Cepero de la independencia de aquel Poder Judicial; de la sabiduría de los abogados, de Eduardo LeRiverend y Brossone, ese coloso del mismo, que tradujo dieciocho volúmenes del Derecho Civil francés, que fue fuente de conocimiento para todos nosotros; que creó "el matrimonio anómalo por equiparación de escritos inolvidables en este Diario, de Julio Galcerán, historiador como pocos, conferencista inigualable, autor de innumerables obras jurídicas. Aquí en la Biblioteca le dije a su viuda Hilda, "hay una fotografía en que aparezco con un libro de él en un estante detrás de mi. "Porque nuestros magistrados, como nuestros abogados, como nuestros profesionales todos: médicos, ingenieros, cualquiera de los graduados en Cuba en Derecho Civil, allá y aquí, tenía un saber completo de la profesión. Como Portela, un mago en el Derecho Consuetudinario.

Y Portela me lo ha recordado, pues, casi todas las tardes, cuando yo tenía el bufete en Amargura, frente a la casa de Juan Gualberto Gómez, un gigante de la patria, iba a ver a Portela, que tenía su bufete en la esquina. Esta era la Cuba en que vivíamos; en la que lo niños y adolescentes con un níckel (5 centavos) en el bolsillo, eran felices. Cuando los muchachos soñaban hacerse un "fardo" con Marcelino, en el Cerro, o un traje anatómico en "El Sol", donde se los compraban cuando iban a La Habana, Jorge Negrete, Cantinflas, Chaflán y tantas otras estrellas internacionales. Aquella Cuba paradisíaca en que vivíamos antes de que llegara el comunismo, y que Portela recordará en el cielo. La Cuba que fue un regalo de Dios. Por la que lucha el Exilio Histórico y el interno, para que vuelva a nacer. La Cuba Eterna. La de la felicidad y la esperanza para todos.



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